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Adiós a un histórico del Puerto | Perfil personal y profesional

Un canario hecho a sí mismo

Germán Suárez aprendió "lo que se debe o no hacer" en dos empresas familiares l Arriesgó al independizarse y se convirtió en líder empresarial

Un canario hecho a sí mismo

Su ilusión fue estudiar Medicina, pero no alcanzó a acceder a una carrera universitaria porque a los 16 años comenzó a trabajar: "No tuve la fortuna de estudiar, pero aprendí en dos grandes universidades de la vida: las empresas en las que estuve trabajando durante más de quince años". Germán Suárez contaba a menudo, en público y privado, su origen humilde y el esfuerzo con que aquel niño rural fue fraguando, etapa tras etapa, su futuro hasta alcanzar a ser uno de los empresarios más influyentes de las Islas.

Al empresario canario le gustaba recordar cómo entró a trabajar en el Puerto en 1960 como asalariado y quince años después creó Italmar y se independizó. La empresa consignataria se convirtió en el primer escalón de su constante ascenso en el mundo de los negocios. Más tarde compró el primer astillero español que se privatizó, Astican, y lo rentabilizó en pocos años con el mismo equipo que lo gestionaba como empresa pública. Y de ahí en adelante fue ganando peso empresarial para alcanzar a ser lo que fue hasta ayer: un referente empresarial de Canarias.

Pero, ¿cómo pasa el hijo de un Guardia Civil natural de Bañaderos y destinado a San Mateo y nacido en Utiaca en una familia modesta y numerosa, a convertirse en un líder empresarial? En una larga entrevista concedida en 2012 y publicada en el libro Canarias, ¿lider turístico?, explicó en primera persona, con todo lujo de detalles y un buen número de anécdotas, su crecimiento personal y profesional. También su concepción del mundo de los negocios y su opinión sobre algunos de los acontecimientos y retos que han marcado a Canarias en sus 74 años de vida.

La universidad de la vida

"Tomé la decisión de irme a trabajar cuando era adolescente en contra de la opinión de mi padre. Los jóvenes de entonces teníamos una mentalidad distinta a

la de hoy. Y vivíamos en una sociedad distinta", contó sobre su primera decisión importante: "Yo sacaba broza de la marea o de los barrancos, que se utilizaba para la construcción, porque en aquella época no había machacadora ni máquinas para hacer la gravilla que se necesitaba... Por aquello te daban cuatro perrillas con las que en aquella época podías ir hasta a un cine". Germán Suárez también llegó a "recoger las mallas de las botellas de cognac para llevárselas a una señora a la que llamábamos mamá Pepa y cambiárselas por chufas".

Tras estas primeras experiencias de adolescencia, entra en el mundo de los negocios portuarios por mediación de su propio padre, quién al ver su determinación "habla con un conocido que era chófer de Francisco Vega Quevedo, un exportador socio del conde Alejandro del Castillo.

Y así paso a trabajar en la sociedad que tienen ambos: Marítima Vasco Canaria". Mavacasa era entonces una importante empresa, que construyó los primeros barcos frigoríficos, los famosos playas: Playa de Las Canteras, Playa de Maspalomas y otros. Allí, el joven Germán Suárez fue subiendo de nivel: "Primero era una especie de botones o recadero, pero lo mismo llevaba cartas que amarraba barcos". En ese período su padre lo llevaba los domingos a pasear al parque y al puerto, donde "a mí, que la única preparación que tenía era el Bachiller y el inglés, me gustaba chapurrear con los marineros".

En Mavacasa pasó a atender a los visitantes, a relacionarse con los capitanes y, finalmente, fue nombrado responsable de operaciones de la empresa y entró a formar parte del equipo directivo: "Recuerdo que mi primer sueldo fue de 82,50 pesetas al año", explicaba el empresario.

Tras ocho en su primera "universidad de la vida", pasó a la segunda, a Frucasa, que pertenecía a la familia de Florentín Castro: "Era uno de los grandes importadores en Londres, al que se recuerda por inventar un dialecto propio en inglés, y toda una leyenda en Tenerife". También era el socio del padre del ex ministro José Manuel Soria en la empresa en la que Germán Suárez fue designado primero jefe de operaciones de carga y descargacharon y finalmente, a los 28 años, director gerente de la naviera.

La hora de la independencia

Apenas tres años después le puede su vocación emprendedora y dar el salto al comprar la consignataria Italmar, con sede en la calle La Naval. Tiene 31 años: "Yo ya estaba casado y a mi mujer, que también trabajaba en la administración de una empresa del puerto, le parecía muy arriesgado que dejara aquel puesto. Pero yo quería intentarlo, quería saber si

tenía capacidad para ser empresario, y por eso me independicé".

Como balance de lo vivido hasta entonces, el empresario recordaba que se llevó consigo las lecciones aprendidas durante los lustros de trabajo en la actividad portuaria en un entorno de empresas de carácter familiar: "Aprendí que uno no debe ir más allá de sus posibilidades. Y también aprendí lo que se debe o no hacer, porque a estas dos empresas las vi caer por el mismo motivo". Y añadió al respecto: "¡No se le puede poner sombrero a quien no tiene cabeza! Se dice de una empresa familiar que la primera generación la crea; la segunda, la disfruta; y la tercera la liquida. Y aquí en Canarias hay muchas empresas familiares que han acabado mal".

La compra de Astican supuso el paso más relevante de Germán Suárez en el proceso de crecimiento de su actividad portuaria. Además de una experiencia singular como transformación de una empresa pública en privada, ya que fue el primer astillero español que el INI privatizó en 1989. Astican perdía entonces 500 millones de pesetas y contaba con 500 empleados: "El personal era excesivo y el absentismo llegaba al 16%. Pusimos condiciones cuando compramos, entre ellas que se redujera el personal a 175 personas. Me montaron una huelga que ganamos a los ocho años en los juzgados", explicaba. El caso es que ASTICAN no se vendía en el mercado, sino que se limitaba a atender lo que llegaba, da tal forma que el 80% lo dedicaba a reparar la flota pesquera y el 20% restante a otras reparaciones: "Invertimos este porcentaje, manteniendo a los cinco directores generales. Y con los mismos gestores con los que se perdía, se ganó en el tercer año".

Su naración de la compra de Astican estaba plagada de anécdotas sobre los tiras y aflojas por parte del INI, que después de convocar para su firma en Madrid, suspendió la operación ante el inesperado interés de la empresa hispano-soviética Sovispan por comprar la empresa pública. Porque Astican trabajaba para la OTAN, por lo que los americanos terminaron interviniendo para evitar que cayera en manos de los rusos. Y el conflicto acabó en un enfrentamiento en el Consejo de Ministros entre Carlos Solchaga y Alfonso Guerra, quien finalmente decidió que fuera para los canarios y no para los rusos.

Estas son algunas de las muchas historias curiosas vinculadas al desarrollo del puerto de Las Palmas vividas y contadas por Germán Suárez tras más de medio siglo de actividad profesional en él. A mediados de los años 70 había conocido a dos hermanos griegos que se dedicaban a fletar barcos para transporte de pescado congelado desde Las Palmas a Nigeria. Se asoció con ellos en Italmar, con más de medio centenar de barcos; y entró además a participar en la empresa Lavinia Corporation y a realizar actividades de estiba y desestiba con la Luz Market.

Su negocio empresarial abarcó también el transporte aéreo, a través de su participación en Binter, así como otra amplia gama de actividades que fue desde el mundo de las telecomunicaciones y la tecnología a los sectores sanitario y turístico.

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