Muy lejos ha quedado el tiempo en el que la víspera del Día Grande de las fiestas de San Lorenzo era algo familiar. Ahora el pueblo se llena de miles de personas que quieren disfrutar del espectáculo pirotécnico que, sin embargo, no fue siempre así. "Antes se lanzaban menos voladores y lo de los volcanes no se empezó a hacer hasta los años 60", recuerda Manolo Suárez Jiménez, director del coro de la parroquia de San Lorenzo donde también asegura que antes acudían más los jóvenes.
"Los tiempos han cambiado", señala. A sus casi 80 años él ha sido testigo directo de cómo también han evolucionado los fastos patronales en los que ha participado toda la vida. "La gente se ponía sus grandes trajes y estrenaba tanto la víspera como el Día Grande", explica divertido. Después, el plan no era otro que "pasear por la plaza, cuando el centro no estaba acabado, y a ver si encontrabas novia o novio", se ríe al rememorar épocas pasadas en las que también había tradiciones ahora extintas.
"Aquí en la plaza se ponían dos barquitos, como si fuesen barcos piratas, y se lanzaban voladores. A los chiquillos les encantaba y solían venir cada año para ver si estaban los barcos, lo que pasa es que por seguridad eso se quitó", asegura. Tampoco quedan ya aquellos chiringuitos de cerveza que avisaban a la clientela con una campanilla o de la carrera de bicicletas que se organizaba para los más pequeños del pueblo. No obstante, esta última tal vez vuelva a recuperarse ya que muchos niños de San Lorenzo han empezado a movilizarse y han contactado con Suárez Jiménez para que les ayude con esta iniciativa en la que, según el director del coro parroquial, están trabajando para que el próximo año se dé de nuevo esta prueba sobre dos ruedas tal y como era antaño, cuando él era un chiquillo.
