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Las siete claves del éxito canario con los cruceros en la era del coronavirus

El Archipiélago afronta el final de la temporada sirviendo como ejemplo para otros destinos

Cruceros de la naviera AIDA atracados en el muelle Santa Catalina del Puerto de Las Palmas en 2020. | | LP/DLP

Los cruceros fueron el ‘canario en la mina’ de la pandemia. El brote a bordo del Diamond Princess en enero de 2020, con cientos de contagiados y más de diez fallecidos, evidenció que la prevención de la nueva enfermedad requería medidas excepcionales y un cambio hasta en las costumbres más cotidianas. Con la imagen dañada por varios sucesos similares, el sector amarró sus buques en todo el mundo hace algo más de un año y solo ha vuelto a navegar en contadas ocasiones que además se han visto interrumpidas, con una destacada excepción. En medio de este impás, Canarias ha aprovechado para demostrar a la industria cómo podía ser su futuro tras la Covid-19. Seis meses y 80.000 cruceristas después de que el Mein Schiff 2 de TUI Cruises abriera la temporada en el muelle Santa Catalina del Puerto de Las Palmas, el Archipiélago afronta la recta final de la temporada más extraña de toda su historia -también la más crucial- sirviendo como referencia para otros destinos que preparan el retorno de los cruceros.

Administraciones públicas y navieras preparaban el retorno casi desde el confinamiento

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Protocolos claros

Lo ocurrido en el Archipiélago durante estos meses en los que cuatro navieras han operado de manera regular es «una feliz coincidencia de distintos factores» y «un absoluto empeño de Canarias por demostrar su alto nivel de profesionalidad turística», en palabras del director comercial de la Autoridad Portuaria de Las Palmas, Juan Francisco Martín. Las Islas contaban con la ventaja de tener la temporada alta en invierno, pero la continuidad de los cruceros durante estos meses no ha sido tanto una cuestión de calendario como de «claridad, certeza, confianza y protocolo». Con esas pautas, administraciones públicas y navieras empezaron a preparar el retorno de la actividad casi desde el mismo periodo del confinamiento. Cuando el primer barco de TUI zarpó en noviembre, cada detalle del viaje estaba medido de acuerdo con pautas que se han mantenido toda la temporada.

Bandera europea

La existencia de un marco regulatorio común en la Unión Europea ha sido fundamental para el éxito de la temporada en el Archipiélago. Instancias comunitarias como la Agencia de Seguridad Marítima o el Centro para la Prevención y Control de Enfermedades impulsaron el pasado julio un protocolo para realizar planes de salud en los buques con bandera europea, lo que permitió a TUI y AIDA, los dos principales clientes del mercado canario, realizar sus primeras experiencias con cruceristas en el mar Báltico. En ese contexto, la Dirección General de la Marina Mercante, que mantenía la prohibición para los viajes internacionales de cruceros, no veía inconveniente en las travesías de cabotaje nacional con barcos bajo pabellón de algún estado de la Unión.

Bandera italiana ondeando en la popa de un crucero de AIDA. Andrés Cruz

PCR gratuita

Al margen de saber qué barcos podían operar en las Islas, era necesario establecer en qué condiciones lo harían. Los primeros contactos de las navieras para interesarse por las Islas tuvieron lugar ese mismo mes y desembocaron en la creación de un grupo de trabajo entre los departamentos autonómicos de Transportes y Sanidad y las dos autoridades portuarias del Archipiélago. A mediados de septiembre ya había un protocolo claro para trasladarlo a los operadores. Entre otras medidas, incluía la obligación de suscribir un seguro para los gastos de los cruceristas que pudieran verse afectados por la Covid-19, así como la realización de pruebas diagnósticas para todos los pasajeros antes de su embarque. También la notificación de los últimos movimientos de los pasajeros antes de llegar a las Islas, para realizar el seguimiento en caso de incidencia.

Nivel de ocupación

En estas grandes naves con espacios cerrados, el riesgo no solo está vinculado a la posible procedencia de los cruceristas de lugares de riesgo, sino «especialmente a las condiciones intrínsecas de la habitabilidad», según recordaba Marina Mercante en la resolución de junio del año pasado que restringía sus operaciones en España. Las navieras que han operado durante estos meses en el Archipiélago se comprometieron con el Gobierno de Canarias a limitar la ocupación máxima de los barcos a algo más del 60% de la capacidad previa a la pandemia. Lo han hecho en función de factores como el número de camarotes con ventilación, el grado de purificación del aire de sus filtros, la existencia de zonas de aislamiento o el número de profesionales sanitarios entre la tripulación. .

Noviembre: el crucero Mein Schiff 2 completa su primer itinerario por las islas Canarias sin ninguna incidencia sanitaria

Plan de salud

Además de la ocupación, la vida a bordo de los cruceros ha cambiado por completo. Los planes de salud establecidos de acuerdo con los protocolos de los países de bandera de los buques -también en esto se revela la importancia del paraguas europeo- estipulan cómo se regula cada aspecto del viaje, desde el servicio en los restaurantes hasta las excursiones en las escalas. La obligatoriedad de los grupos burbuja limita las posibilidades de transmisión entre locales y foráneos, pero también ha supuesto una considerable merma para muchos negocios cuya caja dependía en gran parte de estos visitantes ocasionales.

La existencia de un marco europeo común ha sido fundamental para estas operaciones

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Protocolos en puerto

El trabajo a pie de muelle de las autoridades portuarias y las empresas también ha sido indispensable para llevar la temporada a buen término. En el caso de Las Palmas, la administración estableció protocolos que abarcan el número de atraques, los flujos de personas o la distribución de las actividades portuarias vinculadas a las escalas de los buques, como los suministros o los equipajes. Además, formó en esos mismos protocolos a todos los profesionales que trabajan en ellas y ha invertido cerca de medio millón de euros en actuaciones de adaptación, como sistemas automáticos de grifería en los baños de la terminal o nuevos tornos.

Baja incidencia

Las experiencias de algunas navieras en otros destinos se vieron interrumpidas de manera abrupta por un aumento en los casos de coronavirus, por lo que la evolución epidemiológica del Archipiélago ha sido un factor determinante para que la temporada avance sin sobresaltos. A ello ha contribuido la claridad de dos sistemas puestos en marcha por las autoridades sanitarias canarias, según señala el director comercial de los Puertos de Las Palmas. Por un lado, el de semáforos para establecer restricciones de acuerdo con la incidencia. Por otro, el de rastreadores para controlar los brotes.

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