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Honores y distinciones de Las Palmas de Gran Canaria
Luis Peña Quintana Hijo Adoptivo de Las Palmas de Gran Canaria

Luis Peña: «De niño venir a Las Palmas era una fiesta, lo hacía vestido de domingo»

Luis Peña Quintana, en su despacho del hospital Materno. La Provincia

Pediatra del Materno Infantil, catedrático de pediatría de la ULPGC e investigador, Luis Peña Quintana (Teror, 1956) se confiesa un enamorado de la capital gran canaria aunque no olvida a su amado Teror y las correrías de su infancia por los barrancos. Destaca el alto nivel de la pediatría en Canarias, tanto hospitalaria como en atención primaria y subraya que lo más grande de su profesión es poder restablecer la salud de un niño.

¿Cómo ha recibido el premio de Hijo Adoptivo de Las Palmas de Gran Canaria?

Pues con mucha ilusión y con mucho agradecimiento. La verdad es que estoy muy complacido por este reconocimiento que han hecho a mi persona. Ha sido muy emotivo para mí y para mi familia. En Teror viví mi infancia y mi adolescencia y es un pueblo al que quiero mucho y con el que me identifico. Allí siguen viviendo mi madre y mi hermana. Y este título de Hijo Adoptivo es muy emocionante. Estoy muy agradecido a la Corporación.

¿Cómo nació su vocación por la medicina?

Mi padre era maestro y siempre nos inculcó el estudio como una manera de prosperar en la vida. Me gustaba el mundo de la ciencia y la biología y esa fue la razón. Aunque yo trabajé durante tres meses como maestro nacional. Estudié en Teror, en la escuela pública, con mi padre, y en Los Salesianos y posteriormente estudié COU en el instituto Pérez Galdós. Bajaba y subía cada día de Teror y recuerdo esa etapa muy ilusionante. Ese año, en 1973 el gobierno creó un nuevo calendario, por el que la universidad empezaba en enero y acababa en diciembre. Yo terminé COU en junio y esos tres meses me contrataron como maestro nacional para dar clase a niños de Teror.

¿Cómo recuerda esa etapa?

Fue muy positiva para mí. La recuerdo con mucho cariño. Y luego ya me fui a La Laguna, con 17 años. Yo tenía una beca del Cabildo, a la que estoy muy agradecido. Fue una etapa muy ilusionante. Y en verano, cuando volvía de La Laguna, daba clases a los chicos del pueblo, con lo cual tenía mis ahorrillos. Acabé la carrera en junio de 1979 y este año hace 42 que ejerzo la medicina, de los cuales 41 y medio los he dedicado a la pediatría. Acabé en junio y esos meses de verano trabajé como médico rural en Agüimes, haciendo sustituciones y con esos ahorrillos me fui a Madrid a preparar el MIR. Allí estaba otro hermano mío, Pedro, haciendo la residencia. Mi hermano Juan es ingeniero y tengo otra hermana médica y mis dos hijos también son médicos.

¿Por qué se inclinó por la pediatría?

Durante el MIR eliges plaza y una de las opciones que tenía era Pediatría. Me gustaban los niños. Tenía claro que esa era la profesión y no me equivoqué. Llevo ejerciéndola más de 41 años. Los chiquillos son geniales y esa ha sido mi vocación. En enero del 80 empecé a hacer la especialidad en el antiguo hospital del Pino y la acabé en el hospital Vall d’Hebrón de Barcelona. Allí hice la subespecialidad de Gastroenterología, Patología y Nutrición Pediátrica. En el Materno estoy desde 1983.

¿De esos 42 años como médico qué destacaría?

Poder ayudar a las personas. Poder restablecer la salud de un niño es lo más grande que puede tener la profesión médica. En la parte negativa está no poder salvar a algunos niños o quizá que por algún motivo mi comportamiento no haya sido el adecuado. Estoy orgulloso de la pediatría que tenemos, tanto a nivel hospitalario como de atención primaria. La población debe saber que tenemos muy buen nivel en cuanto a la pediatría. Este homenaje que me hacen a mí quiero hacerlo extensivo a todos los compañeros pediatras del hospital Materno y de Primaria.

Otra vertiente de su trayectoria profesional es la docencia

Yo he dedicado 30 años de mi vida a la docencia en la Universidad, donde estoy desde su inicio en 1991. El nivel de docencia de Pediatría es bastante elevado y los profesores son muy buenos. Nunca he querido dejar la parte asistencial aunque la parte docente ha sido muy importante.

Y también está su vertiente investigadora, ¿no?

Sí. Es difícil compaginar las tres actividades porque no da tiempo pero en cierto modo he tratado de hacerlo.

¿Cuáles son los principales problemas con los que se encuentra en su faceta asistencial?

Sigue siendo un problema muy candente la obesidad infanto-juvenil, especialmente importante aquí en Canarias, con todas las morbilidades que provoca la obesidad. Están todas las administraciones tratando de luchar a todos los niveles y ahora con la pandemia este problema se ha agravado, porque los niños han estado más tiempo en casa sin moverse y se han puesto peor. Los pacientes cuando llegan al hospital tienen una obesidad muy mórbida y tienen muchas complicaciones, aunque ellos conocen perfectamente lo que tienen que hacer. Están muy informados de la dieta y el tipo de ejercicios que deben realizar, el modo de vida que deben seguir, pero no lo cumplen. Hay que cambiar el modelo de vida y estimular el ejercicio. Yo les digo que han aprobado el examen teórico con un 10, pero en el práctico tienen un 3; que la próxima vez deben llegar a un cinco, aunque es difícil porque para ello se precisan cambios sociales. Hay mayores problemas en personas que pertenecen a entornos sociales más desfavorecidos y el tipo de dieta que pueden llevar.

¿Comer bien es más caro, no?

Comer bien cuesta dinero sí y luego hay muchos problemas sociales en todo esto. Es un problema muy grave. La pediatría ha mejorado mucho, sobre todo en problemas que antes no se podían resolver como enfermedades metábolicas que pueden tener un tratamiento al menos paliativo y suponemos que con el tiempo podrán tener también un tratamiento genético. También está aumentando mucho la enfermedad inflamatoria intestinal, niños con la enfermedad de Crohn y con colitis ulcerosa. En mi área estamos asistiendo a una explosión de estos pacientes. Es una enfermedad relacionada con el cambio de vida, con la civilización. Hay adultos también, pero tenemos muchos niños con Crohn. Estamos viendo cada vez más.

A su juicio, qué debería hacer la Administración cuanto antes para mejorar la salud pública?

Mejorar la alimentación de las personas, que sea lo más sana posible, no solo para evitar la obesidad sino otras enfermedades. Hay que tener mucho cuidado con los alimentos ultraprocesados. Y también, hay que estimular el ejercicio físico y que los niños hagan más actividad al aire libre.

¿Cómo ha vivido usted la pandemia desde su profesión?

En la Universidad estuvimos a la altura. Hemos tenido que aprender muchas de estas técnicas nuevas de enseñanza, pero luego en el hospital, la gran mayoría de los compañeros pudimos hacer que los chicos vinieran a hacer prácticas. En cuanto a la asistencia, al principio cuando llegó todo esto estuvimos en estado de shock. En menos de una semana tuvimos que hacer un protocolo de actuación, no sabíamos si los niños se iban a afectar o no, qué problemas iban a tener. Se vivió con angustia, pero gracias a Dios, la covid no ataca a la infancia con gravedad, por lo que los pacientes ingresados fueron muy pocos. Tuvimos una intervención en segunda línea. Mucho más importante ha sido la actuación de los compañeros de Primaria, que se han dejado la piel. Ha habido una coordinación muy buena y los equipos han funcionado.

¿Qué ha significado en su vida Las Palmas de Gran Canaria?

Yo soy un enamorado de Las Palmas. Nosotros vivíamos en Teror de niños y adolescentes con mi abuela materna, pero mi abuela paterna vivía en Las Palmas y una vez cada quince días veníamos a verla en un taxi y veníamos vestidos de domingo, como lo hacían los niños de los pueblos. Para mí venir a Las Palmas era una fiesta, aunque yo tuve una infancia en Teror maravillosa, de andar corriendo por los barrancos y una vida al aire libre. Me acuerdo de que Las Palmas era muy grande. También me hacía mucha ilusión venir a la cabalgata de Reyes, era tremendo ver todo aquello. Esos recuerdos de Las Palmas son imborrables. Llevo viviendo aquí desde 1980. Es una ciudad magnífica, en la que merece la pena vivir. Cada vez está mejor y se van mejorando las infraestructuras. Ha mejorado ostensiblemente. A mí me encanta la ciudad, la pateo mucho, me gusta Las Canteras, la Avenida Marítima, sentarme en el Muelle con mi mujer, que ha sido mi novia de toda la vida. Cuando nos conocimos ella tenía 17 y yo 21 y llevamos juntos desde entonces. Ella ha sido muy importante en mi vida. Me ha apoyado en todo. Nos conocimos en Artenara, seguimos en La Laguna y así desde entonces. Más de cuarenta años juntos. Quiero recordar también a mi madre, a mi padre y a mis hermanos.

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