Bruce Springsteen aporta su receta particular contra la crisis en Wrecking ball, su decimoséptimo trabajo, que se publica hoy en todo el mundo. El cantante ha elaborado un disco repleto de medios tiempos, en el que sigue atrapado la experiencia folk de 2006 de la Seeger Sessions Band, y donde la E Street Band se mueve con una frescura inusitada, pero en el que reflexiona sobre el problema que sufren millones de personas en todo el mundo.

Sólo el tema que titula el álbum, y We are alive, que lo cierra, insuflan una energía algo más rockera a la obra. Sin embargo, Wrecking ball es un disco totalmente optimista, en el que ofrece sus pinceladas para luchar contra el difícil momento coyuntural. Hay muestras de los mejores tiempos del Boss, el de sus primeros discos con títulos como You've got it, con un saxofón que muestra el pulso del desaparecido Clarence Clemons, y Land of hopes and dreams.

El disco, que ha sido grabado en Columbia Records, y que puede escucharse directamente en la página web del artista, presenta 11 nuevas canciones producidas por Ron Aniello junto al propio Bruce Springsteen y con el asesoramiento especial de Jon Landau. Hay una edición especial, con dos temas extras, y con un libreto con imágenes y fotografías inéditas, y las canciones adquieren una especial importancia ya que, probablemente, formarán el grueso del concierto que el cantante de Nueva Jersey ofrezca en el Estadio de Gran Canaria el próximo 15 de mayo.

Estribillos

El primer tema, We take care of our own, ya refleja la esencia del resto del disco, un himno típico del Boss, con un organillo que se desarrolla a modo a melodía redundante. Los medios tiempos se imponen con Easy money, a medio camino entre el folk y el country acompañado por coros gospel en los estribillos, luego mantiene su estela en Shackled and drawn con ese final brillante y majestuoso, y adquiere un tono mucho más festivo en Death my hometown.

El disco incluye varios temas de tono introspectivo como Jack of all trades, This depression y Lucky ground, que se desarrolla en forma de baladas intimistas y que rememoraran la época del Darkness on the edge of town con una melodía sutil y recurrente que a veces casi se susurra. Al final, sobresale el tema que titula el disco con la frase Los malos tiempos vienen y los malos tiempos se van; cuando vuelvan otra vez, que traigan su bola de derribo y me dejen ver qué consiguen, que supone toda una declaración de intenciones por parte del cantante. Un disco que, como siempre, muestra las inquietudes personales de un cantante que ha cimentado el prestigio de su carrera en hacer sólo y exclusivamente aquello que realmente le apetecía.