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OBSERVATORIO

Amenazas procedentes del islam e islamismo, diferentes y distantes

Señalo Islam e islamismo para remarcar que son dos términos y conceptos totalmente diferentes, tanto que ambos pueden llegar a ser amenazas graves para la sociedad actual española, pero en diferentes fechas, me refiero en los plazos de tiempo, y también para encontrar la solución. Y paso a explicarme.

El más grave es el más cercano, el actual, el que está en la mente de todos los ciudadanos, el terrorismo yihadista, que surge y se apoya en una rama suníe procedente de Arabia Saudí, el wahabismo, que es el islamismo, o islam político, radicalizado y violento.

Y el islam, la religión que se define como amante de la paz y la sumisión a Dios. El problema, que de momento no es amenaza, es su distancia respecto a valores y hábitos con la sociedad occidental, la que vive la gran mayoría de españoles, que les dificulta o impide su total integración en ella. Y cuando hablo de España, hablo de Europa.

Pasemos a explicar cada amenaza y sus posibles soluciones.

El terrorismo actual, del islam político, el salafista yihadista se basa en una interpretación radical y violenta de la yihad, término ambiguo en el libro sagrado, el Corán, del que surgen diferentes interpretaciones, desde "esfuerzo personal" para ser cada día mejor persona hasta la obligación del empleo de la violencia para el caso de la defensa del islam, llamada la "guerra santa". Ambigüedad, por otra parte buscada, según expertos, siguiendo la tradición exegética al emplear términos polisémicos en la lengua árabe para dar mayor contenido, mayor potencialidad expresiva. Escrito en ocasiones con matáforas (o "parábolas") para la mejor comprensión de la gente sencilla de la época. El problema actual es que aquellos mensajes, del siglo VII, en el que se recurría como se ha dicho a la alegoría o la metáfora, fuera del contexto histórico en el que se escribieron pierden su sentido. Esta ambigüedad viene bien al fanatismo religioso del yihadismo, que encuentran la razón o justificación para llevar a cabo sus atrocidades.

El terror, para Al Qaeda y el Daesh o Estado Islámico (EI), es la herramienta perfecta. El terror ejercido por el Daesh es totalmente racional, pues tiene su sentido en cada una de sus manifestaciones. El inicial y rápido éxito obtenido en el trienio 2014-16 se debe, entre otros factores, al seguimiento de un manual de la gestión del terror, lo que viene a ser el libro de la estrategia a seguir para el éxito de sus objetivos. Si Al Qaeda tenía como referencia la publicación titulada "Inspire", dirigida a ser la guía del musulmán extremista que vive en Occidente (el "lobo solitario"), el Daesh tiene el libro "Gestión de la barbarie", escrito en 2004 por Abu Bakr Al Baghdadi, emir de este grupo terrorista, que indica las pautas a seguir para alcanzar su deseado Califato universal. Entre uno y otro grupo no existen diferencias ideológicas, nada les separa sobre el ideario teocrático totalitario, pero sí en los procedimientos a emplear. La aportación esencial del Daesh es el empleo de mayor barbarie en sus atentados, mayor crueldad que los atentados de Al Qaeda, para que el impacto a la población sea el máximo.

El manual que señala la Gestión de la barbarie incluye unas pautas o fases a seguir. En una primera, llamada "fase de humillación y agotamiento", se trata de minar la moral de la sociedad mediante el recurso del terror ilimitado empleando la máxima crueldad imaginable, con publicidad a través de los medios técnicos actuales, para sembrar el pánico y la inseguridad total en zonas geográficas enteras a conquistar para el nuevo Califato. La idea fuerza en esta fase es la máxima violencia para llegar al caos total.

Y en una segunda etapa, llamada del "desembarco de los salvadores", se iniciará cuando los pilares básicos de esta sociedad se consideren deteriorados o destruidos. Se trata de imponer la aceptación de un Estado islámico, un Califato, que ofrece traer la solución, los que van a restaurar el orden social perdido, en una estrategia de disuasión y convencimiento de que su interpretación de la Sharía es la solución al caos total en el que se encuentran.

La posible solución a este terrorismo se basa, aparte de la intervención militar que actualmente se está aplicando en Siria y en Irak, su feudo, en la coordinación de esfuerzos en investigación e inteligencia a nivel internacional. A nivel local o nacional son los medios preventivos de investigación y control. Es decir, localización, control y neutralización de las redes de reclutamiento, de seguidores en proceso de adoctrinamiento y de sus tutores, así como de procedimientos empleados para su logística y financiación. Esencial para el éxito es la total colaboración del musulmán normal, el moderado, el que habita entre nosotros, para poder detectar a tiempo aquellos radicales yihadistas que se mueven entre la comunidad musulmana, en sus ambientes o en sus mezquitas. Importante también es evitar la islamofobia, que en la actualidad se transmite a través de las redes sociales y repunta con ocasión de atentados, pues además de ser un delito de odio, injusto por incluir en el mismo saco a violentos y pacíficos, provoca el "efecto rechazo" de aquél musulmán que puede colaborar como señalador o como voluntario para infiltrarse en organizaciones yihadistas, rechazando esa arriesgada colaboración y recluyéndose en su "guetto".

La otra posible amenaza surgiría del islam religión, al paso del tiempo, que debido a la alta tasa de natalidad de la familia musulmana, llegará el día en el que el número de ellos será igual o mayor que el ciudadano occidental, momento en el que podrían imponer legalmente la sharía, ley islámica. A lo largo de la historia, la civilización con base cultural más pujante y vigorosa se impone a la más débil y minoritaria. Y se da la circunstancia de que nuestra civilización occidental padece de una enfermedad grave: la ausencia de aquellos valores humanos que el cristianismo impuso a lo largo de la historia, basados en la dignidad del hombre, la justicia y la fraternidad a través de la caridad, valores que más tarde los franceses proclamaron tras su Revolución en 1789, los mismos pero con el barniz de la Ilustración (las luces de la razón), que vinieron a llamar Libertad, Igualdad y Fraternidad y han sustentado hasta ahora las sociedades laicas de las naciones democráticas. Ahora tenemos un nuevo movimiento de "ingeniería social", la doctrina del relativismo, donde se crea un nuevo tipo de ciudadano que exalta la libertad del hombre a costa de relativizar sus obligaciones y responsabilidades ("La Libertad os hará verdaderos", en contra de "La Verdad os hará libres"). Nuevos vientos hacen que estos valores tradicionales pierdan influencia en las nuevas generaciones.

El problema no es menor, por lo que pensadores, intelectuales y filósofos del momento, deben ponerse manos a la obra para hallar una solución racional, que no invada los derechos adquiridos de todos los ciudadanos de las sociedades futuras. El escritor Sánchez Dragó ha realizado unas declaraciones publicadas en la prensa, a mi juicio un tanto agoreras, en las que describe un futuro negro. Dice: "Entérense quienes nada saben del Corán que los musulmanes solo tienen una patria, la del islam, sin localización geográfica definida..., y que, por ello, cualquier tentativa integradora por parte de las naciones que los acogen, les ríen las gracias y les dan palmaditas, derechos, salarios y subvenciones, está destinada al fracaso. Nunca se sentirán europeos, ni españoles, ni de ninguna parte. Tampoco respetarán las reglas de la democracia", opinión compartida por muchos ciudadanos. Un juicio de valor, a mi entender, que puede rebatirse al comprobar, como en otras facetas de la sociedad, que esta situación del islam político e intransigente está sometido a algo similar a la ley de los ciclos, sujeto a un proceso evolutivo influenciado por factores que hoy son impredecibles. De hecho, es fácil constatar cómo a lo largo de la reciente historia, el mundo musulmán se ha desplazado de un extremo a otro como el péndulo de un reloj, desde un islam más pacífico, tolerante con el diferente, cercano al laicismo, como en la época de Mustafá Kemal en Turquía, único que alcanzó la laicidad total del Estado a principios del siglo pasado; el de Nasser en Egipto, inductor del nacionalismo árabe, o en Argelia, impuesto por el FLN de Ben Bella y Bumedián en los años sesenta; al otro extremo, ya en los noventa, con la aparición del yihadismo.

Es importante y significativo señalar, por ello, la existencia de corrientes de un islam europeo, que busca ese acercamiento cultural. En esta línea se expresa el filósofo musulmán Abdennour Bidar, catedrático, que ejerce su docencia en las clases preparatorias para las Grandes Écoles (escuelas de élite francesas), autor de tres ensayos cuyos títulos, a mi juicio, son muy sugestivos: L´islam sans soumission (Paris: Albin Michel, 2008), Self Islam (Paris: Seuil, 2006), y Un Islam pour notre temps (Paris: Seuil, 2004). Aparte de numerosos artículos en la revista Esprit y en el periódico Le Monde ("Manifeste pour un Islam européen", 15 de febrero de 2005), donde aborda el conflicto entra ambas culturas y la necesidad de revisar los fundamentos del Islam tradicional, poniendo en práctica los principios humanistas de la modernidad: libertad de conciencia, igualdad entre sexos, separación de lo político y lo religioso, etc. Sus escritos en 2015, titulados "Carta abierta al mundo musulmán" y "El engranaje maldito", que coinciden con los atentados yihadistas en París, continúan en la misma línea. Pero este tema requiere mayor dedicación en otro artículo.

¿Por qué no pensar que, pasado un tiempo, tengamos un islam moderado y tolerante con el que se pueda convivir, y hacer compatibles ambas culturas?. de

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