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Javier Durán

RESETEANDO

Javier Durán

Aula al aire fresco

La vuelta al colegio tras los meses de confinamiento y desescalada nos sitúa, de acuerdo con el desbroce de la llamada nueva normalidad, ante un experimento tan orwelliano como lo han sido otros de este extraño interregno de la pandemia. Hemos ensayado con casi todos los palos: colocación de mascarillas, teletrabajo, encierro familiar, amistades telemáticas, muertes, miedos, estupideces políticas, desconfianzas ... Un recuento inabarcable que nos lleva a un epílogo -siempre se espera el final de todo- que envuelve a la educación. Esta crisis inabordable, cruzada por aristas de todo tipo, hadejado tras ella la estela del valor del conocimiento científico, pero también un necesario sentido común para afrontar con disciplina y fortaleza el acontecimiento del covid-19. Siendo un país que no se pueda enorgullecer de su sistema educativo, hemos sido testigos del acatamiento con que las generaciones más jóvenes han aceptado las normas, y también la manera en que miles de pequeños han sobrevivido entre cuatro paredes. Llegan a las aulas marcados por un trauma, que no es una tragedia, pero sí un anaquel en la memoria de una enfermedad durísima. Y en un contexto educativo confuso, ideologizado a través de sucesivas leyes, con palpables cicatrices por el fracaso escolar, se adentran en la enseñanza poscovid, supeditada al distanciamiento y a "los grupos estables de convivencia", eufemismo que expresa la limitación de relaciones en los centros. Frente a la coerción contra el contagio, la norma ensalza las bondades de la enseñanza al aire libre. Ojalá sea la del viejo maestro que lleva a a sus alumnos hasta el bosque para explicarles la naturaleza y, entre mariposa y mariposa, una lección de historia o de literatura. ¡Abramos las ventanas!, grita la directriz gubernamental para que el virus no se aclimate al pupitre. Aire fresco. Una exigencia, un clamor de los epidemiólogos, que podría ser una desintoxicación para pequeños y adolescentes que se separaron de la lectura o de la misma vida por sus incursiones obsesivas en el móvil. Será una etapa orwelliana por el nuevo orden, donde los antiguos grupos se disgregarán para crear otros acordes con las separaciones higiénico-sanitarias y donde serán vigilados sin pausa por un ojo que cuidará de que se cumplan las órdenes del Gobierno. Pero no todo será uniforme: habrá colegios con mayor disponibilidad física y mejor emplazados, y estarán los que se tendrán que conformar con menos. Dos velocidades.

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