La polémica está servida desde que salió a la luz el interés de explorar hidrocarburos en la plataforma continental de las Islas Canarias. La guerra dialéctica se desató entre los partidarios de afrontar el reto y los grupos ecologistas unidos a las autoridades políticas insulares.

Los estudios iniciales de este contorno marino son de 1998, cuando Repsol YPF investigó la ZEE (Zona Económica Exclusiva) marroquí, identificando un ámbito petrolero muy interesante. En 2001 se solicitaron nueve permisos en las aguas territoriales españolas (BOE de 20 de marzo).

Las alarmas se dispararon cuando al año siguiente se hizo público un comunicado anunciando que Repsol -en alianza con otras compañías internacionales- iba a estudiar los yacimientos de petróleo y gas en ese entorno marino.

La respuesta a la pregunta ¿cómo es posible que existan almacenes de petróleo en las Islas Canarias, construidas con rocas volcánicas? es que la plataforma africana atlántica nada tiene que ver con el vulcanismo -proceso antagónico con la génesis de hidrocarburos- sino que está constituida por rocas sedimentarias de diversas litologías y edad (Jurásico, Cretácico y Terciario) que forman parte de una gran estructura conocida como el "anticlinal sahariano".

Varios niveles estratigráficos presentes en esta megaestructura están enriquecidos en materia orgánica, con acumulaciones bituminosas de varios metros de grosor, por lo que constituyen buenas rocas madre. Sin embargo, aún son escasos los datos obtenidos en las investigaciones preliminares, que prácticamente se limitan a campañas sísmicas, por lo que es necesario disponer de información más precisa -adquirida, sobre todo, a partir de sondeos mecánicos- para poder determinar la presencia fehaciente de estos compuestos orgánicos y definir su rentabilidad.

Aunque las empresas son muy cautas al respecto, el objetivo que se proponen es, aparte de detectar las probables acumulaciones en trampas estratigráficas y/o estructurales convencionales (primer objetivo de la exploración), poner de manifiesto las características de las rocas madre que se prevén situadas en los sedimentos cretácicos (90 a 125 millones de años de edad), mucho más antiguos que las lavas de las islas orientales (creadas hace 20,6 millones de años); ello posibilitaría poder utilizar con éxito las modernas técnicas de fracturación hidráulica y perforación dirigida, una vez agotados los yacimientos convencionales de la zona, aumentando así el potencial de la plataforma continental.

Desde el punto de vista geológico, la franja conocida como "Tarfaya-Agadir-Lanzarote-Fuerteventura" es la más prometedora, mostrando características similares al campo petrolífero del Mar del Norte (incluyendo los de Noruega, Canadá y el oeste del archipiélago escocés de las Shetlands).

Dejando de lado los aspectos técnicos, el mayor problema de prospectar y explotar aquí es que en la susodicha plataforma está involucrado el Reino de Marruecos. El país alauí a través de la Office National de Recherches et d'Exploitations Pétrolières (Onarep) firmó en 2001 contratos con compañías norteamericanas y británicas interesadas en conseguir las reservas de crudo y gas en el litoral marroquí (tanto mar adentro "offshore", como en tierra firme "onshore" en el pre-Rif occidental), con concesiones que abarcan una extensión superficial bastante superior a la de las aguas territoriales españolas.

En concreto, este mismo año la Office National des Hidrocarbures et des Mines (Onhym) ha establecido contactos con técnicos y asesores de diversos países; no cabe duda que el reino magrebí, consciente de su potencial riqueza petrolera, quiere adelantarse a España en la exploración de la misma.

Además ese país tiene en proyecto ampliar sus aguas jurisdiccionales (ZEE) -de las 200 millas actuales hasta las 350- en todo el ámbito situado al norte del paralelo de Agadir, fuera de las aguas territoriales españolas que circundan el archipiélago canario.

No es un secreto que existen acuerdos entre Repsol YPF y la Onarep para explotar los posibles almacenes transfronterizos de manera conjunta. Por otro lado, las visitas oficiales del rey Juan Carlos I a Marruecos (enero de 2005 y julio de 2013), acompañado por varios ministros y una amplia representación empresarial, fueron hospitalariamente recibidas por el monarca Mohamed VI, afianzando así las relaciones bilaterales, y es muy factible que en las conversaciones mantenidas debió abordarse el asunto de las prospecciones.

El año pasado, Repsol Investigaciones Petrolíferas, S. A. (50%), Woodside Energy Iberia, S. A. (30%), y RWE Dea AG (205) obtuvieron los permisos de investigación designados como Canarias 1 a 9 (BOE de 21 de marzo de 2012). En la siguiente anualidad (BOE de 31 de julio de 2013) se somete a información pública el estudio de Impacto Ambiental y los informes de implantación de los proyectos de los sondeos exploratorios (denominados Sandía-1, Chirimoya-1, Zanahoria-1, Plátano-0, Cebolla-1 y Naranja-1), estando previsto el inicio de las perforaciones para el segundo semestre de 2014 y/o el primero de 2015.

El primer pozo que se pretende construir es el Sandía-1, ubicado a 54 y 62 km de las costas de Lanzarote y Fuerteventura, respectivamente; su propósito es alcanzar las series turbidíticas (capas repetidas de areniscas y lutitas que se formaron durante una avalancha submarina) del Mioceno y, en segundo término, las arenas del Cretácico. En Sandía se estiman unos recursos potenciales recuperables entre 330 y 500 millones de barriles de petróleo (1 barril=159,6 litros).

El actual permiso de que dispone Repsol sólo permite completar los trabajos de exploración, aportando una información muy valiosa para evaluar el reservorio, pero en ningún caso consiente la extracción. La exploración requerirá, en su día, nuevos proyectos, estudios, etc. y el permiso del Gobierno de España.

Los recursos potenciales globales se cifran en unos 1.200 millones de barriles de crudo acompañados por 226.000 millones de metros cúbicos de gas. Se han evaluado entre 140.000 y 150.000 los barriles de crudo diarios que se podrían extraer durante la marcha del régimen del yacimiento, a los que hay que adicionar las aportaciones gasísticas. Estos recursos supondrían un suministro del 15% del petróleo anual que se consume en España.

No cabe duda que todas las fuentes de energía conllevan sus riesgos -que sólo se deben asumir cuando son razonables- y el sector de los hidrocarburos suscita últimamente muchas reticencias, entre otras causas por ciertos desastres ecológicos inolvidables (por ejemplo, el ocurrido en el buque Prestige en 2002 cercano a la costa gallega o el más reciente de British Petroleum en el Golfo de México). Sin embargo, cabe señalar que la investigación petrolera en España tiene una historia de 50 años y más de un millar de pozos. Existen y han existido campos en todos nuestros mares (Gaviota, Amposta Marino, Casablanca, Golfo de Cádiz, etc.) y nunca ha habido una sola incidencia grave como las citadas.

En este sentido, el depósito de la plataforma canaria, que se encuentra a más de 50 km de la costa, es muy similar a cualquiera de los citados y resulta altamente improbable que se produzca un derramamiento petrolífero (tendrían que ocasionarse una serie de fallos en cadena). Por otro lado, este accidente podría darse en la parte marroquí, afectándonos igualmente; los vientos alisios coadyuvarían a empujar la marea negra hacia el archipiélago, sobre todo en la época estival.

Sería imperdonable, por tanto, desperdiciar esta gran oportunidad energética. Eso sí, operando con medidas rigurosas de evaluación de impacto ambiental y seguridad, que el ordenamiento minero prevé, bajo control de las autoridades españolas.