Reseteando

Esas órdenes terribles

Isabel Díaz Ayuso, en la Asamblea de Madrid.

Isabel Díaz Ayuso, en la Asamblea de Madrid. / EFE

Javier Durán

Javier Durán

La orden militar del general alzado sonó terrible por el auricular. Al otro lado no lo percibieron así, de hecho la cumplieron sin reparo: «Café, que le den café, mucho café». Con este eufemismo oscuro y excitante se fue la vida de Lorca para siempre. Bajo el civismo democrático actual, décadas después, la presidenta madrileña, del PP, saca su martillo pilón y reclama a sus 65 diputados que se incorporen a la mañana atendiendo una orden más directa que la del golpista que solamente veía a un poeta maricón: «Hoy la izquierda está acabada (...) Matadlos», afinó Díaz Ayuso a través de la mensajería de su terminal. Igual que en el frente, divisó un hueco de aire en el enemigo y se lanzó como una hiena para dejar a los rojos moribundos. Muerto el perro se acaba la rabia. El tonito de bronca permanente que vive la Asamblea de Madrid es el espejo que sirve para saber cómo se las gasta España. «Matadlos» es nada más y nada menos que en sentido figurado, dirán. Ya, pero la expresión, proferida por una representante política de máximo nivel, agrega veneno del peor entre los que banalizan la vida. Hay personal con gatillo o navaja fácil, sobre todo en el ramo de la violencia machista que machaca casi a diario, y también delincuentes ultras a los que les sube un escalofrío de placer por el cuerpo al leer el mandato de la líder popular. Sea por un lado o por otro, todos debemos estar asqueados por esta dialéctica cuartelera. Una presidenta de un gobierno autonómico debe estar por encima de esta locuacidad fascista, a no ser que se sienta bien en el lodo cainita. El espectro de provocación o de fiscalización extrema de la izquierda no puede servir de argumento a la derecha para exigir el aniquilamiento de otros. Nadie matará a nadie, si bien hay muchas fórmulas para acabar con la biografía de muchos, algo bien conocido en este país. Pero lo más asombroso es que semejantes exabruptos son proferidos (o escritos) por la persona que más votos recibe del PP, una aceptación que pone los pelos de punta. Feijóo tiene que tenderle una trampa.

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