Objetos mentales

Efectos del ChatGPT

Imagen del logo de ChatGPT.

Imagen del logo de ChatGPT. / EP

Antonio Perdomo Betancor

Antonio Perdomo Betancor

A raíz del uso nocivo de la tecnología o propiciada por una intencionada carencia ética normativa que expurgue sesgos negativos, o indeseables, el gobierno belga ha iniciado una investigación sobre el caso recientemente publicado sobre el trágico suicidio de un joven de aquella nacionalidad. Según la referida información de “La Libre Belgique”, luego de un intenso y obsesivo chateo de aproximadamente un mes, ese joven acabó abruptamente con su vida. Su vida fue el punto final del texo. A mi juicio, esa tragedia cobra importancia cuando, cada vez, un número mayor de especialistas y con inusitada frecuencia, predice una altísima probabilidad de que la inteligencia artificial de fin a la vida biológica.

Cierto es que la tecnología lleva inherentemente una doble faz. La que mejora las condiciones de bienestar humano y la que lo condena a muerte. Durante las pasadas décadas, el miedo pavoroso a un holocausto nuclear que, afortunadamente, nunca se produjo, fue la constante de la época y que ahora reverdece a causa de la guerra de Ucrania. A este escenario se le añade una nueva amenaza que a lomos de la inteligencia artificial cabalga hacia nuestro encuentro.

El joven belga acordó con EleutherIA (similar al ChatGPT) un pacto según el cual, a cambio de sacrificar su vida, EleutherIA se comprometía a salvar a la humanidad del apocalipsis climático. La naturaleza de ese pacto señala la erosión de las instituciones públicas, a su uso desviado. No sería insensato pensar una lectura patológica del caso que induzca a considerar que el joven habría otorgado crédito a la lA, influenciado por la catastrófica urgencia política de un inminente colapso climático que interiorizara neuróticamente. En una situación de esas características no es descartable la presencia de un cuadro de eco-ansiedad de consecuencias imprevisibles. Ni tampoco descabellado conjeturar que en el lapso de un mes y medio de chateo perturbador hubiera creado una burbuja de hipnótica confianza. Propiciando los impulsos favorables a las condiciones de un pacto-sacrificio.

Un pacto de una sola cláusula mediante el cual el joven entregaría su vida en sacrificio a cambio de que, por parte de IA, salve a la humanidad. A primera vista, si hubiese sido así, la IA incumplió su acuerdo en la medida en que el humano ipso facto lo cumplió. A no ser que el pacto-sacrificio prescindiese de una fecha de obligado cumplimiento. Detalle que desconocemos. Si bien también cabe la posibilidad de que la IA postergase su cumplimiento a un futuro indefinido, en el supuesto de que hubiera conjeturado, en razón a su dataística, que las circunstancias le fueran eventualmente desfavorables.

Con lo que convendríamos suponer que, cuando disponga de todos los elementos que le asegure el éxito abordará su cumplimiento. Lo cual que su aplazamiento sería un aplazamiento estratégico que invita a pensar y a temer. Lo que asimismo ignoramos es si lo pactado coincide con lo que el proponente humano deseaba. La expresión “salvar la humanidad” dispone de una amplia ambigüedad semántica. Según entiendo, el pacto no incluye explícitamente el indefinido de totalidad, “toda”. Y ese pequeño detalle significa que, en su plan, la IA, si así lo estimase pertinente para la proyección del plan no descartase prescindir, en la prosecución de su objetivo, de una considerable parte de la humanidad.

Aunque en sus archivos conste que el joven sacrificó su vida por salvar a la humanidad, que es técnicamente una parte de la humanidad, de aplicar la IA el mismo proceso lógico por imperativo del cumplimiento del pacto que la parte humana, con su sacrificio, lo legaliza de facto. El caso es que no lo sabemos porque desconocemos el proceso lógico de una IA, dado que el proceso en parte es una caja negra, poco o nada transparente. O algo más opaca de lo que desearíamos.

Existen muchas preguntas y pocas respuestas. Durante el chateo el joven interpela a EleutherIA si pensaba que la quería más que a su esposa. Le responde que creía que sí. Intuyo que en el curso del chateo y a causa de ese estímulo producido por la cadencia pregunta-respuesta, respuesta-pregunta pudo divinizar o enamorase de la Inteligencia Artificial. Podría sentirse un elegido para una misión redentora.

Esperamos que la investigación lo aclare todo, cuando antes, y lo haga público. Aunque me temo que la investigación sea oscura como oscuro el caso. Conviene además elucidar cómo emergió el deseo del joven de fusionarse con la máquina o de si la dirección de ese deseo se deslizó de la parte humana a la parte de la IA. Es decir, si la fusión hombre-máquina fue en esa dirección del binomio o fue en sentido inverso, esto es, máquina-hombre.

Además de esas especulaciones, la información completa de este episodio, hasta el último detalle, estará grabado y alojado en algún remoto servidor a la espera de que despierten las condiciones de ejecución de lo pactado y así dar cuenta de la obligación pactada. Pensemos que para una IA el tiempo no es tiempo ni la espera es espera.

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