Cartas a Gregorio

Cada cual con su guerra

Arnaldo Otegi.

Arnaldo Otegi. / EFE

Manolo Ojeda

Manolo Ojeda

Querido amigo, en todas las confrontaciones bélicas hay bajas en ambas partes, tal como pasó en la Guerra Civil española, pero, en este caso, no todos parecen saber quién fue «el bueno y el malo de la película».

Más fácil es decir quién la ganó y quién la perdió, pero, según nos contaron, la dictadura que impuso el general Franco se hizo con el poder absoluto después del golpe de Estado del mes de julio de 1936, que fue perpetrado por el ejército contra el gobierno de la Segunda República, a la postre, perdedores de la contienda.

La guerra duró hasta 1939, pero tras la victoria del general Franco se implantó una dictadura que prolongó el conflicto hasta 1975, año en el que murió el dictador.

Aunque todavía nadie sabe a ciencia cierta cuántos fueron los muertos que costó aquella guerra fratricida, algunos expertos opinan que la cifra podría alcanzar el millón de víctimas en ambos bandos.

No obstante, los cálculos más moderados estiman en 300.000 los fallecidos en el frente de batalla y 200.000 los fusilados, de los que 150.000 fueron ejecutados por el bando nacional y 50.000 por el republicano.

La etapa más dura fue sin embargo la posguerra, donde los nacionales hicieron una purga a modo de «limpieza contra el enemigo rojo» donde se hicieron ejecuciones sumarísimas pensando en exterminar a los republicanos de la resistencia, que enterraron en fosas comunes para hacerlos desaparecer.

Al mismo tiempo, ETA mató a 850 personas de toda clase, edad y condición, mientras que otros grupos como los Grapo mataron al menos a 93 personas.

Como bien se sabe, la mayoría de los fascistas nazis fueron juzgados y ejecutados en los procesos de Núremberg después de perder una guerra en la que habían asesinado a millones de judíos. Pero resulta que en España fueron los fascistas los que ganaron la guerra, y desde entonces los opositores al régimen franquista son considerados criminales.

Y se pregunta uno, Gregorio, cómo es posible que matar al Almirante Carrero Blanco fuera un asesinato terrorista y fusilar al poeta Federico García Lorca una ejecución.

Tampoco fue considerado delito de sangre, por ejemplo, el enviar a 13.000 españoles a campos de concentración en Alemania de los que solo sobrevivieron 2.000…

No, no se puede acusar de criminales a los herederos de la resistencia antifascista que perdieron la guerra intentando defender su patria y sus ideas, mientras los herederos del franquismo siguen teniendo representación y derechos de todo tipo, como es el caso del rey de España.

La supuesta «Ley de memoria histórica» no tiene ningún sentido, entre otras cosas porque puede que estemos desenterrando a las víctimas, pero también que estemos desenterrando a los verdugos…

Y es que los sueños de la sinrazón también producen monstruos, Gregorio, monstruos como los que pasaron de ser ministros de un régimen fascista sanguinario a ser considerados como padres de la Constitución…

Un abrazo, amigo, y hasta el martes que viene.

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