La curiosa impertinente

Preferencias

Un cartero entrega los votos emitidos por correo en una mesa electoral de Valencia.

Un cartero entrega los votos emitidos por correo en una mesa electoral de Valencia. / EFE

Carmen Martínez-Fortún

Carmen Martínez-Fortún

Prefiero la vida al aborto, los paliativos a la eutanasia, el propietario, gran tenedor y todo, al ocupa, el emprendimiento a la tutela pública, los créditos a las subvenciones, las ayudas sociales a los vulnerables mejor que la barra libre para todos, incluidos el cine a los mayores que pueden pagárselo, los bonos culturales para jóvenes que terminan subastados en internet y los billetes de tren gratis que se reservan pero luego no se ocupan. Prefiero a Montesquieu que las intromisiones en fiscalía y tribunales, la libertad de los padres para elegir la educación de sus hijos frente a las imposiciones del estado, la asunción y conocimiento de la historia a la imposición de una memoria vengativa que resucita a Franco pero entierra en el olvido los crímenes de ETA y sus aliados hasta antes de ayer. Y prefiero el feminismo a la negación de la biología, el respeto y conocimiento real del pasado a la incultura de la cancelación, los propietarios a sus mascotas, el ganadero al lobo, el torero a los toros y los comercios y grandes superficies privadas antes que los supermercados públicos.

Prefiero que no se hagan promesas que ya se verá si se cumplen o no a una hemorragia de regalos preelectorales con el dinero de las ayudas europeas. Prefiero que España sea un país estable con seguridad jurídica que un lugar en que las grandes fortunas y los empresarios respetados sean considerados enemigos, criticados por el poder o tentados a abandonarla por el mal trato recibido. Prefiero un gobernante previsible y modesto a otro que duerme en el mismo colchón donde antes no podía pegar ojo, que constantemente se reinventa, falta a la palabra dada con tal de seguir en el poder, indulta a los golpistas separatistas y reduce las penas por corrupción, ligado por pactos inconfesables que le impiden, incluso, cesar a ministras que perpetran leyes contra los derechos de las mujeres y favorecen la puesta en libertad de violadores y maltratadores.

Esté donde esté, el 23 de julio votaré. Y solo espero que quienes comulguen con mis humildes preferencias lo hagan también.

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