Reseteando

No hay etiqueta para el adicto a la Viagra

Javier Durán

Javier Durán

Un clásico del análisis político en España es la discusión sobre si Vox es ultraderecha, fascismo, extrema derecha o populismo. Un debate que arrecia en momentos como el actual: cuando la gobernabilidad de muchas instituciones está pendiente de un pacto entre una fuerza moderada tipo PP con los de Abascal. El interés lo ceban, evidentemente, los que pretenden la normalización de una alianza que en caso de avanzar abriría un lapsus político en el país. La muerte de Berlusconi y la voracidad con que su personalismo se ha afianzado entre los italianos es, sin lugar a dudas, un ejemplo campanudo de la importancia relativa de las etiquetas. Pero también de lo inútil que suelen ser para abarcar y desmembrar la consecuencias de su arribismo en la política de este siglo. Unos dirían que ordeñó como nadie las ubres de un populismo desenfadado con sus fiestas bunga bunga, el consumo de Viagra, las cirugías estéticas, su espejismo de seductor entre un harén de jovencitas llegadas por los túneles secretos de su hortera villa... Contado así parece la historia del mandatario golfo, tal como cualquier rey con la libido estresada. Una hipersexualidad, diríamos, que da entrada a otra glándula (más allá de la prostática): la propiedad de un conglomerado periodístico y audiovisual con un peso específico para entretener a las audiencias con contenidos basura. Tercero, derivado de su supuesta fortaleza erótica, algún caso sonado por mantener relaciones con una adolescente, del que salió absuelto por desconocer que fornicaba con una menor. Y ya para cerrar el círculo del nutriente a las masas, el fútbol, pretexto y desatascador para cualquier caradura con ínfulas de aspirar a lo más alto y recibir el perdón social (que no judicial) por un fraude fiscal. Queda para la punta de la pirámide el manejo del Estado en beneficio propio, dicho de forma sintética. A la vista de este rastreo no sabría qué etiqueta ponerle al II Cavalieri, pero está claro que deja una abundante herencia sobre lo que no deberían hacer los que detentan el poder. Lo de menos es el nombre.

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