Reseteando

Decir «sí» cuando es «no»

El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez.

El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez. / EFE

Javier Durán

Javier Durán

Sancho por Sánchez. Un error en la pronunciación de su apellido ha puesto patas arriba el anonimato del diputado socialista por Teruel Herminio Rufino Sancho, que en la sesión de investidura dio un «sí» a Núñez Feijóo. Fue lo más lo más cerca que estuvieron los populares de la fuga de votos que tanto jalearon. Venido de un pueblo de la España vacía, este Rufino, que no tiene nada que ver con el Rufino de Luz Casal, vive ahora la mortificación de ser sometido al escrutinio público por una equivocación absurda. El representante ha tenido que repetir una y otra vez que es socialista hasta la médula, sobre todo para los que buscan con ansiedad cualquier sombra de traición en la ajustada investidura. Espantada una conjetura tan de la política espectáculo y efectista que se lleva, le queda todavía el retorno a su pedanía, tierra de ganadería donde será recibido, faltaría más, como un héroe. Es la diferencia entre el centro y la periferia de la periferia: allí no están con tiquismiquis, sino que se valora la palabra, el honor, la honra y el deber, atributos que en la plaza madrileña del correveidile político están de capa raída. El alcalde de pueblo Mezquita del Jarque, se ha visto inmerso en un mal trago involuntariamente. Hay momentos en la vida que tienes que decir que «no», pero por razones neuronales o de química cerebral, si lo prefieren, se dice el monosílabo fatídico «sí». Herminio, desde su autoperplejidad, está aún dándole vueltas a su contestación y a la tesitura en la que ha puesto a los socialistas. Quizás exista una explicación: la versión más humana es el baile de apellidos, pero más bien parece que al primer edil se le escabulló el plano de la realidad, entró en ensoñación, al no ver a Pedro Sánchez en la tribuna dando su discurso de réplica al candidato del PP. Creyó estar en otra fase ajena a la estridente investidura, donde cualquier bajada de azúcar te puede llevar a una confusión y a cagarla para la Historia (con mayúsculas). Y encima, el portavoz no es ni Patxi, sino el alcalde de Valladolid, broche de una jornada muy mesetaria. Hay que disculpar a Herminio.

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