Reseteando

Heroicidades contra los débiles

Imagen de archivo de Onalia Bueno en Arguineguín.

Imagen de archivo de Onalia Bueno en Arguineguín. / Juan Castro

Javier Durán

Javier Durán

Onalia Bueno, alcaldesa de Mogán, es un refrito entre la ultraderecha y el populismo, aliñado con el desparpajo que da una mayoría sobrada en un municipio del Sur turístico. Quizás encuentre la horma para su jodido zapato y nos deje en paz, aunque después se ponga la peluca de víctima y diga que el Estado la quiere meter en el talego. Entre sus heroicidades contra los débiles, la sospecha de que metió en guaguas a los migrantes de la crisis del muelle de Arguineguín y los mandó a tocar a la puerta del delegado del Gobierno sin bocadillo y botella de agua. O sea, un circo para su bienestar electoral. Hace una semana volvió a la carga con sus sutilezas xenófobas: hizo cuentas de los costes de los entierros de los migrantes rescatados entre la marea de su territorio. Al respecto, concluyó que la riqueza municipal no estaba para pagar ni ataúdes ni sepultureros. Todo un sentido de la caridad enorme. En la dinámica de seguir pasando el estropajo de acero entre los indefensos, esta semana afirma que va a prohibir el uso sociosanitario para un establecimiento turístico de Mogán. Se refiere a pacientes de los que se hace cargo el sistema público, dado que por diferentes cuestiones no pueden recibir el cuidado de las familias. Con esta mochila acaba de incorporarse a la dirección de CC, con lo que el partido gobernante y gestor de la crisis (o emergencia) migratorio ya ha colocado en su púlpito a un halcón para tirar de Madrid. Es penoso que un curriculum tan bronquista (y dejo sin escarbar sus imputaciones) merezca una subida de escalafón en un organigrama político. Pero es la época y la creencia de que hay que satisfacer los instintos rastreros que dan votos a fenómenos a los que no les vendría mal estar en una jaula. Desconozco si las anormalidades que gasta para llamar la atención son las mismas que utiliza en una mesa negociadora. Su descaro anticompasivo, aplaudido por la jauría, no lleva a buen puerto ninguna negociación. Pero parece que a Fernando Clavijo sólo le interesa captar activos electorales en la Isla, aunque tengan ideas retorcidas, peligrosas y abusivas.

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