Tribuna abierta

Cuentos que sanan

Cuentos que sanan

Cuentos que sanan / T. M. R.

Daniel Martín Castellano

La literatura, y más concretamente la que consideramos que está dirigida para los primeros lectores y jóvenes, constituye un espacio de reflexión, conocimiento y encuentro. De la literatura se derivan diferentes expresiones como son la narración oral, la escritura, la escucha activa, la lectura en voz alta… En todas, la palabra y la voz juegan un papel esencial y predominante. Diferentes investigaciones desde diversos ámbitos han venido reforzando y demostrando los beneficios que la lectura y la narración oral tienen para nuestra salud.

Es algo que nuestras abuelas ya sabían: ellas aplicaban las palabras para calmar a los nietos; también muchas madres, que cuentan historias para inducir sueños dulces. Y por supuesto los docentes.

La hospitalización es un proceso complejo por lo que significa y lo que lleva consigo. Cuando se trata de niños y niñas, estos ven alterada su cotidianidad y la permanencia en un centro hospitalario causa un impacto directo sobre ellos mismos y sus seres más próximos, pudiendo provocar miedos, irritabilidad, tristeza, estados depresivos, etc.

María de los Ángeles Ferrera Fernández, presidenta de la subcomisión docente de enfermería pediátrica y responsable de la formación de los enfermeros especialistas en pediatría, se puso en contacto conmigo hace unos meses y me habló de una investigación que había leído sobre los resultados que tenía la narración oral en los niños ingresados. Y me expuso su idea de poner en marcha algunas de las acciones de dicho trabajo e incluso replicar algunas fases de esa investigación.

Su llamada provocó que nos pusiéramos a trabajar, junto con la editora Verónica García, la narradora Loreto Socorro y la dirección de la Biblioteca Pública del Estado de Las Palmas de Gran Canaria. Y entre todos redactamos el proyecto Cuentos que sanan.

La pretensión fue crear, en un ambiente hospitalario, espacios donde los libros, la literatura y la narración oral sirvieran de pretex- to para mitigar esos posibles efectos no deseados en los pacientes infantes.

Durante este tiempo se han estado llevando a cabo diversas acciones que ya están dando sus frutos. Este trabajo nos confirma que hay aspectos de nuestra especie esenciales, que siempre van con nosotros, que no podemos ni debemos obviar y que nos reafirman que la salud física y emocional, van de la mano, aunque una sea menos evidente que otra.

También, que la colaboración de las administraciones públicas, tan distantes como podría ser una biblioteca y un hospital, aportan beneficios palpables para la ciudadanía, porque los objetivos son comunes y las consecuencias nos hace ser y estar mejor.

Esta historia está ocurriendo ahora y aquí, en Gran Canaria. ¿No es para sentirnos felices?

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