El lápiz de la luna

Aridane Criminal, más que un festival

Alexis Ravelo

Alexis Ravelo / LP/DLP

Elizabeth López Caballero

Elizabeth López Caballero

El año pasado por esta época, el escritor Alexis Ravelo, comisario de Aridane Criminal, le cedió el testigo de este «festival al golpito» al periodista y crítico literario Eduardo García Rojas. En un principio ambos pensaron que Ravelo solo daría un paso a un lado, pero estaría acompañando a Rojas en su nueva andadura. El destino no quiso que fuera así. Semanas después perdíamos a un gran escritor y a un buen amigo, que nos dejó huérfanos no solo de su literatura sino del sentido del humor socarrón con el que nos ganaba a todos.

Este pasado fin de semana se celebró la IV edición de Aridane Criminal y, como no podía ser de otro modo, estuvo dedicada a la figura del «maestro». En la isla bonita se reunieron amigos, editores y lectores del autor de «La estrategia del pequinés» para seguir manteniéndolo vivo. Mi abuela siempre decía que alguien solo muere cuando la gente le olvida, así que, de algún modo, Ravelo será eterno en el recuerdo de quienes le querían.

Como es el caso de Gori Dolz, director de «Alrevés Editorial» quien nos confesó que cuando Ravelo dio el salto editorial a la península, «Alrevés» no contaba con presupuesto suficiente como para costear un hotel, por lo que él ponía su casa al servicio del autor. Elena Palacios, jefa del departamento de comunicaciones de «Ediciones Siruela», señaló que el escritor canario era puntilloso con sus textos.

Esta meticulosidad literaria le llevaba a escribir siete versiones diferentes de una historia y no entregaba un borrador hasta que sentía que los veinte euros que el lector pagaría por su libro merecían la pena. Gracias, Alexis, por tomarnos tan en serio. José Luis Correa, otro de los escritores canarios del género negro, y buen amigo de Alexis, nos descubrió alguna anécdota acerca de las «broncas amistosas» que mantenían sobre la elipsis, recurso literario que Ravelo solía soslayar en pro de su realismo recalcitrante.

Paco Gómez Escribano, autor de «Narcopiso» relató que, tras un Gijón Negro, fue testigo de cómo Alexis, en un bar, empezó a escribir en una servilleta el principio de «Las flores no sangran». Asimismo, Escribano habló de la figura del «perdedor», un perfil de personaje que compartía con el escritor canario. A ambos les producía ternura ese antihéroe al que la vida le da la espalda una y otra vez, esa víctima a quien el destino arroja a las vías de las malas decisiones, de los vicios, de los robos y de todo aquello que le haga albergar un poco de esperanza alrededor de tanta basura.

También estuvieron en la mesa redonda «¿Qué pasa con Alexis?» Javier Rivero Grandoso, profesor de la Universidad de La Laguna y Director de la Cátedra de Antonio Lozano y Marta Marne, bloguera y crítica literaria, quienes suscribieron el talento y la generosidad del amigo Ravelo. El festival se clausuró con «Letras a tiros», con la voz de Cristina Santana, la música de Cristóbal Montesdeoca y la lectura de fragmentos de la mano de Carlos Álvarez. Aridane Criminal estuvo perfectamente orquestado en tiempos gracias a Julia, quien como un reloj suizo iniciaba y concluía cada mesa redonda con la precisión perfecta para que la curva de la atención estuviese siempre en lo alto de cada espectador.

Allá a donde vayamos cuando dejamos de ser, pero no de estar, Ravelo debe estar orgulloso de haberle cedido el testigo a García Rojas y de ver que su «festival al golpito» sigue andando con humildad, frescura y autenticidad. Su nuevo «director», porque renegó desde un principio del término «comisario» se mostró emocionado durante la semana, quizá porque sentía que no debía estar allí. No sin Ravelo. Sin embargo, así lo quiso él mucho antes de su partida, y así debe seguir siendo. Honremos su memoria como le gustaría: «leyendo, carajo».