Opinión | Retiro lo escrito

Machismo y plenos municipales

El vicealcalde Carlos Tarife citó el cuento de Hans Christian Andersen 'El rey desnudo' porque Patricia Hernández, a su juicio, no sabía reconocer las bondades del presupuesto municipal

José Manuel Bermúdez y Carlos Tarife (d) firman el pacto de gobierno de Santa Cruz de Tenerife.

José Manuel Bermúdez y Carlos Tarife (d) firman el pacto de gobierno de Santa Cruz de Tenerife. / EUROPA PRESS

Es curioso. El PSOE actúa como si el feminismo fuera de su propiedad ideológica, pero en la praxis del partido, en su propia cultura interna, no lo fue hasta bastante recientemente. Por supuesto que existen figuras aisladas, como María Cambrils. Lo suficientemente aislada, por ejemplo, para ser la única mujer que escribió con asiduidad en El Socialista. En una buena revista historiográfica, Arenal, la profesora Giula Quaggio demostró que las mujeres feministas que militaban en el PSOE en los años setenta –una minoría– tuvieron que luchar denodada y a veces calladamente para pasar «de la marginación a las cuotas». El PSOE fue creado por y para hombres. Desde 1964 –cuando se crea la primera Secretaría de la Mujer– «hubo que esperar casi veinte años para que la agenda ideológica y política socialista incluyese de nuevo la cuestión del rol de la mujer en los núcleos de decisión y poder del partido». En las primeras elecciones democráticas (1977) de los 118 diputados obtenidos por el PSOE solo 10 eran mujeres, de los 35 senadores, apenas una. Todos los que peinamos canas podemos recordar el primer gobierno socialista de Felipe González –un magnífico gobierno– sin una sola ministra, por supuesto. No fue fácil pero las militantes socialistas no cejaron. Hasta 1997 no se consiguió lo que se denominó «democracia paritaria» a la hora de diseñar y aprobar las listas electorales: «un mínimo del 40% y un máximo de 60% para cualquier sexo» en todas las candidaturas.

Yo conozco algunas jóvenes militantes socialistas que creen que González, Guerra, Nicolás Redondo o Txiqui Benegas eran feministas y que el mismo PSOE fue una fuerza política feminista antes incluso de lo que lo fundara Pablo Iglesias (el bueno). Allá cada cual con sus fantasías. Lo malo es que este desconocimiento sobre la evolución ideológica de su partido se une a una versión tebeística del propio feminismo según la cual la buena feminista es aquella que se victimiza con mayor rapidez cuando te da pereza desarrollar argumentos. Es lo que se ha visto ahora en el ayuntamiento de Santa Cruz de Tenerife. El vicealcalde Carlos Tarife citó el cuento de Hans Christian Andersen El rey desnudo porque Patricia Hernández, a su juicio, no sabía reconocer las bondades del presupuesto municipal. Yo creo que Tarife se equivocó desde un punto de vista narrativo. El rey desnudo se utiliza metafóricamente como un argumento negativo. Encajaba mejor en el argumentario de la oposición socialista que en el suyo. Pero una concejal del PSOE, Elena Mateo, proclamó indignadamente que Tarife le había faltado el respeto a la señora Hernández. Vaya usted a saber por qué: por mencionar a un hombre desnudo siendo un hombre vestido, porque además de estar en pelotas, desafiantemente machista, era un monarca y España, mañana, será republicana, por no optar por Caperucita Roja. Mateo no se contentó y amplió su denuncia a José Alberto Díaz Estébanez, quien había cometido la osadía de llamar a Hernández «la señora del 0,8%» por sus críticas al presupuesto. Lo de la señora del 0,8% se le antojaba a la concejal un ataque machista del heteropatriarcado más rancio del que algún día, cuando por fin Patricia Hernández regrese a la Alcaldía para no marcharse nunca más, Díaz Estébanez deberá redimirse matriculándose en un buen taller progresista, feminista, vegano, inclusivo, insectívoro y ecosostenible. Finalmente esto no es una casualidad, sino una campaña destructiva: «Las descalificaciones personales hacia Patricia Hernández y hacia Matilde Zambudio no cesan en los plenos». Caramba, ignoraba que Zambudio fuera también una doliente y heroica feminista. Qué alegría. De lo que se entera uno escuchando plenos. En su sillita ducal Patricia Hernández sonreía. Menos mal que el machismo no ha desaparecido y continúa vigoroso y amenazante: así no tiene que aprenderse los presupuestos municipales.

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