Opinión | Reseteando

Una tienda de Teror, un final etnográfico

La ruralidad sólo se puede sostener con apoyos para evitar más pérdidas del patrimonio cultural inmaterial

Ultimo día de la tienda de aceite y vinagre de Pepito Falcón en Teror

Ultimo día de la tienda de aceite y vinagre de Pepito Falcón en Teror / Juan Carlos Castro / LPR

Conmueve ver a un grupo de personas en el entierro/adiós de la tienda de Pepito Falcón en Teror. Pero indigna la pasividad con la que las instituciones se toman el cerrojazo del patrimonio cultural inmaterial, nexo de generaciones por la costumbre y las tradiciones.

¿Qué va a ocupar este espacio lleno de olores de queso, frotado a fondo por el chorizo de la Villa, atendido con sabiduría por personas que desconocen la aceleración urbana? Nadie lo sabe. Esperemos que lo ocupe alguien del ramo, aunque sea con moderneces chef o tomaduras de pelo gastronómicas. Todo con tal de que no entré una franquicia sin olor o una tienda de horribles baratijas.

En todo caso, si escribo esto es para que no desaparezca la tienda, es decir, que se actúe en consecuencia con el rango que le da el Fondo de Etnografía y Desarrollo de la Artesanía Canaria (Fedac).

Hay una tendencia canariona por proteger la arquitectura de las viviendas, evitar en lo que se pueda las demoliciones extremas e irreversibles. Luego, da lo mismo lo que se meta ahí dentro. Y así ocurre lo que no pasa en otros lares donde este tipo de protección es ya una realidad: que el negocio de toda la vida se extingue, o la manufactura desaparece absorbida sin piedad.

Por ello, sería interesante saber qué va a ocurrir con el vacío que deja la tienda terorense. Esta tan claro como el agua de allí que cae fulminado un activo exclusivo para la identificación de una sociedad, no únicamente para los empadronados, sino también para la circulación turística y los visitantes isleños. La productividad ideal para eso que llaman sostenibilidad. La ruralidad, sus venas interiores, no pueden sostenerse con esquemas similares a la oferta y la demanda que se da en cualquier ciudad competitiva.

Este punto y final, al igual que otros que ocurren o están en proceso, se evitaría con una política de estímulos, gestionando un traspaso indoloro del comercio, creando una oportunidad frente a la triste derrota... Cualquier cosa antes de tener que celebrar la pérdida inconsciente de una parte del patrimonio. No seamos indocumentados.