Opinión | Reseteando

Feijóo se incluye entre lo peorcito

Alberto Núñez Feijóo interviene en la sesión de control a Pedro Sánchez.

Alberto Núñez Feijóo interviene en la sesión de control a Pedro Sánchez. / Eduardo Parra

En un país infectado por la discordia, donde aún no hay consenso para llamar a Franco dictador, resulta un consuelo que Feijóo diga que España está bajo los mocasines de la peor clase política en 45 años. Y además se incluya él mismo entre el batallón de los que en una de estas acabarán por llevarnos a un pandemonio. Resulta un tanto gilipollesco que el líder del primer partido de la oposición se extienda en estas pajas mentales, pero sin aportar nada de nada sobre cómo variar el rumbo y tener una clase política decente. El principal dirigente de los populares no dice nada al respecto: nos instala en la melancolía de la etapa de la Transición y placenteramente asume que nos arrastra una corriente nihilista, nada tiene sentido. Aflora el malestar de un gallego bajo el relente, incómodo con una centralidad madrileña donde las hienas le reclaman más y más munición, y donde no hay lodazal que quede sin pisar. Todos revueltos en la acequia de la mugre, incapaces de hacer una política de Estado seria, coherente y dirigida por pactos sobre lo que realmente preocupa a los ciudadanos. Estoy de acuerdo con Feijóo: vienen a ser lo peorcito, sobre todo si se trata de echar la mirada 45 años atrás. Por supuesto que no va ser Sánchez el que pronuncie una sentencia tan afilada y derrotista, rendido como está a la belleza de su acción de Gobierno. Él separaría lo suyo del resto. Nada de fracaso. Se cumplen dos años de la llegada del expresidente de la autonomía gallega a la punta de la pirámide de los conservadores. Es lógico, por tanto, que se entregue a pensamientos trascendentales, incluso a algunos tan contraproducentes para su trayectoria como el que nos ocupa. No ha podido desembarazarse de la ultraderecha de Vox, ni tampoco ha podido rebajar la intensidad de los enfrentamientos a lo que estamos acostumbrados. Frente a estos incumplimientos básicos: la negación global, casi cinco décadas, nada menos, de descomposición política. A lo mejor este extraño canto de cisne contribuya a la limpieza, o como mínimo a la ejemplaridad. La inteligencia ya es harina de otro costal.

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