- Una vez que decide establecerse en Irlanda, ¿fue difícil encontrar trabajo en su área?

- Cuando llegué a Irlanda empecé un curso intensivo de inglés y al mes tuve mi primera entrevista de trabajo. La primera y la única, con Cadence Design Systems, una empresa americana que se dedica a desarrollar software para automatizar el diseño e implementación de circuitos integrados. Ya en la superior ésta era un área que me fascinaba, así que no lo dudé dos veces. En aquellos momentos no comprendí la suerte que había tenido, la empresa estaba creciendo y tenía (y tiene) oficinas y clientes por todo el mundo. Cuando empecé a trabajar en la compañía como diseñador vi que el nivel de conocimientos que tenía era superior al de mis compañeros, los estudios habían valido la pena.

- Hábleme de su trayectoria profesional.

- Mis primeros proyectos fueron en Inglaterra, Francia e Italia. Estuve casi un año viviendo en Milán para diseñar un circuito integrado para una compañía americana dedicada a la construcción de automóviles; la verdad es que fue una satisfacción inmensa ver físicamente el circuito. Cadence me ofreció la posibilidad de trabajar dos años en Taiwán, fue una experiencia muy gratificante trabajar para el mayor fabricante de circuitos integrados en el mundo. Aprendí muchísimo y era capaz de tener una pequeña conversación en mandarín. Desgraciadamente, la epidemia del SARS nos hizo salir de Taiwán dos semanas antes de cumplirse los dos años.

- ¿Acabó ahí su aventura por Asia?

- Tras Taiwán, la compañía me ofreció el puesto de mánager en nuestra oficina en Corea. Esto fue gracioso, porque había jurado y rejurado no volver a Corea después de lo que sucedió en el mundial de fútbol, pero la vida da muchas vueltas. La experiencia profesional superó la de Taiwán, aquí tenía más responsabilidades. Durante dos años creé y dirigí el grupo de ingenieros y trabajé para la que es ahora la empresa número uno en teléfonos móviles y televisión. Corea fue muy distinto a Taiwán en lo laboral, aquí tenía que cumplir con unas reglas muy estrictas de jerarquías por edad que me eran difíciles de comprender. Ahora, de vuelta en Irlanda, trabajo para compañías que desean utilizar y desarrollar con Cadence nuevas tecnologías, como la de circuitos en 3-D.

- ¿Qué ha sido lo más duro de esta trayectoria, y lo más gratificante?

- Trabajar en Corea puede que sea lo más difícil que he hecho. Me costó entender la manera en que la sociedad funciona y cómo las empresas están organizadas. Lo más gratificante es que tengo la suerte de tener amigos de verdad alrededor del mundo; además de recibir el reconocimiento de los clientes cuando los proyectos salen bien.

- Antes hablaba de la calidad de la formación que recibió en la ULPGC. ¿Cree que los egresados, sobre todo en su área, están abocados a salir fuera?

- Si quieres trabajar en el sector de la electrónica hay que salir fuera. La Iniversidad ayuda mucho porque tiene contactos con buenas empresas y los estudiantes pueden salir. Tengo compañeros de carrera que están haciendo trabajos de Formación Profesional en lugar de lo que ellos estudiaron.

- ¿Anima entonces a los jóvenes a salir fuera?

- Sí. El primer paso es el más difícil pero una vez que lo das te das cuenta de que no lo es tanto. Una vez que sales fuera ves que hay muchísimas más oportunidades de las que piensas, más empresas, hay que luchar y competir para sacar adelante el trabajo, pero es normal. Estamos muy bien formados y es una pena que no haya mercado en Canarias o en España para acoger a tanta gente.

- ¿Cuál sería la solución?

- España puede exportar productos pero también puede exportar trabajo. Es importante atraer compañías que sean punteras, hay muchas a favor de tener oficinas en el mundo, el problema que veo, especialmente en Canarias, es que la gente es reticente a aprender idiomas, y eso sería primordial, y no sólo inglés, también chino, ruso... Además, para atraer empresas, también hay que ofrecerles beneficios. Por ejemplo, en Irlanda hay impuestos bajos para empresas.