Las XII Jornadas de Teología dedicadas a "La Educación, ¿un bien común a repensar?", organizadas por el Instituto Superior de Teología de las Islas Canarias y el Aula Manuel Alemán, se iniciaron ayer en su último día con la intervención de Jesús Pérez Peña, director del Aula Manuel Alemán de la ULPGC, como presentador de "un activo muy valioso en el ámbito intelectual", como calificó al filósofo Daniel Barreto González, que habló de "los desafíos éticos de la educación hoy".

Uno de los desafíos éticos de la educación, dijo Barreto, es "cultivar espacios visibles para la atención, la concentración frente a la dispersión concentrada, la aceleración de la vida y la alienación de los medios de comunicación. La cultura del shock está generando el síndrome del Trastorno de Déficit de atención e Hiperactividad (TDH)". Barreto apuntó que las instituciones educativas funcionan "como máquinas de adaptación".

Tras Daniel Barreto, la conferencia de clausura, presentada por Eloy Santiago, sacerdote y profesor del Istic, llegó de la mano de Javier María Prades López, Rector de la Universidad Eclesiástica San Dámaso. "Nos encontramos en situación de emergencia educativa y en la necesidad de establecer un pacto, por lo que es muy importante comprender la tarea educativa de una manera global, no sólo en los aspectos institucionales y legales, sino sobre todo, en la dimensión personal", apuntó Prades.

La tarea educativa interpela en primer lugar, a los adultos, a todos los que quieren comunicar a las generaciones más jóvenes, un significado y un sentido para la vida, explicó el rector de San Dámaso. "El educador es aquel que desde la escuela elemental hasta la universidad, ayuda a mirar bien la realidad, es decir, a percibirla tal como se nos muestra, remitiéndonos aún más allá, a una profundidad misteriosa", señaló. "Educar", afirmaba Prades, "es introducir en la realidad según la totalidad de las dimensiones. En ese sentido, como decía Pablo VI, el verdadero maestro es siempre un testigo que despierta el interés del estudiante al comunicar una experiencia viva".

El director del Instituto Teológico Cristóbal Déniz definió las Jornadas como "una experiencia que nos ha proporcionado una visión amplia y actualizada sobre lo que está aconteciendo y cuál es el papel más adecuado a realizar como personas, como sociedad y como Iglesia". "El desarrollo más importante, la revolución pendiente desde hace siglos a hoy, es avanzar hacia un mundo donde cada persona tenga la posibilidad y el logro de ir alcanzando la mejor versión de ella misma", sentenció el director del Istic. Ciertamente, concluyó Cristóbal Déniz, es posible avanzar hacia un futuro distinto y más satisfactorio, "pues tenemos los mejores medios de la historia, con la clave de bóveda en reconocer y comprometerse comunitariamente con el fin más elevado, con el bien común más sagrado: La persona humana con sus posibilidades infinitas de realización".

A su lado, el obispo Francisco Cases clausuró las Jornadas indicando que se puede buscar la excelencia educativa y se puede perder la identidad creyente. "Estos días, nos han enseñado que se debe y se puede trabajar por las dos cosas", dijo Cases. "No perdamos la ilusión de trabajar por ambas. Se ha visto muy claro, indica Cases, que la mejor identidad cristiana, alcanza la mejor excelencia educativa. Todo converge en la persona del formador. Todo educador es ese pedagogo de San Pablo, el que lleva al niño a la fuente de sabiduría, que es Cristo".