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Entrevista | Aldina Quintana

"No me imagino un mundo donde tan sólo se hablen cuatro lenguas"

"Con las lenguas hay desprecio del Gobierno, y aquí incluyo también el castellano" resaltó la profesora de Filosofía Española en Jerusalén

La doctora Aldina Quintana Rodríguez. MIKI LÓPEZ

Nacida en Luarca (Asturias) en 1959, la doctora Aldina Quintana Rodríguez se formó en la Universidad Complutense de Madrid (Periodismo) y en la Freie Universität de Berlín (Filología Española y Filología Alemana). Es profesora del Departamento de Estudios Románicos y Latinoamericanos de la Universidad Hebrea de Jerusalén, y directora de su sección de Filología Románica desde 2010. Licenciada en Filología Española y en Filología Alemana por la Universidad de Berlín, está considerada como una de las grandes especialistas mundiales en el judeoespañol, la lengua que hablaban los judíos españoles expulsados a finales del siglo XV.

¿Qué queda del lenguaje sefardí?

Yo calculo que hay en el mundo unas 25.000 personas capaces de hablar el judeoespañol, y quizá me quede larga. Hay por ahí datos que estiman la comunidad de hablantes en unas trescientas mil personas, pero es imposible.

¿Una lengua condenada a la extinción?

Probablemente sí, pero no sólo porque la hable poca gente. Puede haber lenguas muy sanas con dos mil hablantes. El problema del judeoespañol es que nunca existió la necesaria unión para promoverlo. En la actualidad el judeoespañol no se enseña en ninguna escuela de Israel.

¿Uno de aquellos sefardíes expulsados por orden de los Reyes Católicos podría hacerse entender con un sefardí actual?

Pues no. Uno de los tópicos que existen en relación con esta lengua es que apenas evolucionó. No es verdad, el judeoespañol no es un fósil lingüístico y en algunos casos tiene formas que han evolucionado más que otras lenguas romances.

¿Y si me hablan pausado en sefardí yo lo entendería?

Posiblemente en un setenta por ciento. El judeoespañol sigue teniendo mucha palabra del castellano, pero también contiene palabras hebreas o turcas. Y hay palabras que se siguen escribiendo como en español pero con un significado distinto.

¿Cuál es el perfil del hablante judeoespañol?

En general son personas que superan los 60 años. Buscar un joven que sea capaz de hablar esta lengua es como buscar una aguja en un pajar. La situación es irreversible. La mayoría de mis informantes cuando llegué a Israel hace veinte años ya se han muerto. Conozco hablantes de 90 años que me dicen "es que ya no puedo hablar sefardí con nadie".

¿En qué contextos se habla?

Puntuales y cercanos. Una mujer que me decía que hablaba todas las noches por teléfono con su madre en sefardí, hasta que su madre murió. No se quiere preparar a maestros de judeoespañol. Sigue habiendo mucha canción, que se aprende de memoria, y mucho refrán, que les encanta.

¿Por ejemplo?

Dinguno no sabe lo que hay adientro de la olla sino la cuchara que la menea.

¿Desde Israel se ha formado usted opinión sobre la oficialidad de algunos dialectos en España?

Como lingüista estoy a favor del mantenimiento de todas las lenguas. Existen 6.500 en el mundo y los expertos temen que a finales de siglo van a quedar unas 500. Me parece una tragedia. Estoy a favor del uso del asturiano, catalán, euskera o aragonés, sin distinciones. Y también opino que con las lenguas sufrimos un desprecio gubernamental, incluyendo ese desprecio al castellano. Hay cierta obsesión con el inglés cuando la mayoría de la población -hablo por ejemplo de mi tierra, Valdés- casi nunca en su vida va a necesitar esa lengua.

Los filólogos aseguran que avanzamos hacia un planeta con cuatro grandes lenguas. Y lo demás, a desaparecer.

A mí me parece impensable. Dudo que el ser humano pueda vivir en esas condiciones. La diversidad nos enriquece y en cierto modo garantiza la supervivencia. Imaginemos que en la Tierra hubiera una sola clase de caballos. Estaríamos condenados a que hubiera muchos lugares que no los tendrían. El asturcón habita Asturias, pero seguro que no podría adecuarse a las necesidades de otros climas. En materia lingüística deberíamos tener muy claro que cuando una lengua muere, se muere toda una cultura.

La RAE quiere fundar una Academia del Judeoespañol, a imagen y semejanza de las academias de Hispanoamérica o Filipinas.

Sería la número 24, pero éste es un proyecto que va para largo. A raíz de una reunión que hemos tenido en Madrid la pasada semana se llegó incluso a decir que la Academia del Judeoespañol era cosa hecha. No es verdad y no sé qué intereses ocultos hay en hacerlo creer a la gente.

¿En qué fase del proyecto estamos?

La RAE nombró académicos correspondientes del judeoespañol a diecisiete personas, entre las que me encuentro. Desde entonces todo es confuso, se habla de crear una filial de la Academia de la Lengua en Israel, cosa absurda. Y a veces me encuentro con que ciertas personas entre esa lista de académicos correspondientes hacen declaraciones que no comparto. Por fin el otro día se pudo firmar en Madrid un documento en el que se solicita a la Autoridad Nacional del Ladino, en Israel, el inicio de las gestiones.

¿El Estado de Israel colabora en la supervivencia del judeoespañol?

Hay que ser sinceros. Son los propios grupos sefardíes los que no apoyan su lengua, que ya no se transmite desde hace al menos dos generaciones. Y cuando alguien no tiene interés en esa transmisión lingüística a sus hijos es que estamos hablando de un grupo sin identidad. Dicho esto, desde un punto de vista histórico, en Israel ha habido represión de lenguas, pero ese mismo Estado admite iniciativas. Es igual, porque está visto que en relación con la lengua sefardí nadie las toma.

¿Y cómo son sus alumnos de judeoespañol en Israel?

Yo doy clase de Filología Española, y todos los años imparto un curso de judeoespañol a estudiantes universitarios que en su gran mayoría no son sefardíes. Entre mi alumnado de judeoespañol no hay razones afectivas.

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