La Provincia - Diario de Las Palmas

La Provincia - Diario de Las Palmas

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Entrevista | José Díaz

José Díaz: "En Katmandú hemos erradicado al 90% el tráfico y explotación infantil"

"Mucha gente ha viajado con nosotros a Nepal y se ha quedado contenta de la seriedad con que trabajamos" afirmó el fundador de la ONG canaria Educanepal

José Díaz, fundador de la ONG Educanepal. JOSÉ CARLOS GUERRA

"Quince años dibujando sonrisas y haciendo más fácil la vida de los pequeños" es un hermoso slogan para celebrar el aniversario de Educanepal, la ONG fundada por usted. ¿Qué le movió a tomar aquella iniciativa?

Me movió haber vivido previamente dos años en Nepal, de 2000 a 2002, donde trabajé como voluntario formando a profesores en la misma zona donde sigo viviendo actualmente y ver a muchos niños que estaban siendo explotados laboralmente: tienen que picar piedras, sacar arena y gravilla de los cauces de los ríos, trabajar en cantinas y, sobre todo, lo más impactante fue conocer a niñas que habían sido traficadas a la India y a su regreso a Nepal tras haber sido rescatadas, contarme que se las habían llevado con 12 ó 13 años, que las habían vendido por 30 ó 40 euros y que tenían que atender a 30 ó 40 clientes diarios en el mercado de la prostitución. Cuando una niña te cuenta eso es terrible ver la mirada en sus ojos. Al volver a Canarias en 2002 quise ayudar a todos estos niños y niñas en Nepal. Afortunadamente, hoy en día lo puedo seguir contando.

Nepal es un remoto país para asumir las dificultades de semejante empeño. ¿Por qué allí, siendo tan precaria la existencia infantil en zonas de la Tierra que nos son más próximas, como Latinoamérica o África?

Bueno, casualidades de la vida. Yo, con 33 años quería tener la experiencia de viajar a alguno de esos países que llaman pobres y echar una mano. De modo que contacté con una ONG británica donde me dijeron que mi perfil encajaba en Nepal porque hacía falta un formador de profesores. No fue una decisión mía sino que hacía falta alguien allí. Luego creé Educanepal tras esa experiencia de dos años.

Escolarizar desde el año 2003 a más de 3.000 pequeños es un logro formidable. ¿Con qué medios ha contado?

Sobre todo con las aportaciones que hacen los socios y colaboradores de Educanepal, que suponen un 55 ó 60% de nuestros ingresos, el apoyo de algunas instituciones a nivel local, de algunos ayuntamientos y del Cabildo de Gran Canaria, de actos benéficos organizados por los voluntarios de Educanepal y de donaciones puntuales de gente que nos ha conocido. Muchas personas han viajado a nuestro proyecto en Nepal y se han quedado encantadas con la seriedad con que trabajamos, realmente han conocido a estos niños con los que se trafica, las zonas donde son traficados y, ante todo ello se han querido unir a este proyecto.

Lo más lacerante son las niñas llevadas a burdeles, luchando contra las mafias que se aprovechan de la pobreza familiar. ¿Cómo son rescatadas, y qué puede hacerse para rehabilitar su dignidad humana?

Nosotros nos dedicamos a prevenir que se trafique con las niñas y niños desde las aldeas a distintas ciudades de Nepal y también fuera. Cuando yo comencé con este proyecto podía dedicarme bien a rescatar o a prevenir. Creo que si rescatamos exclusivamente no erradicamos el problema. Si queríamos acabar de raíz había que prevenir que esto siguiera ocurriendo, independientemente de que siempre que hemos tenido la oportunidad, por nuestros recursos o por conocimiento, de poder rescatar a niños lo hemos hecho, tanto en la India como en Nepal. Para eso hay que mover mucha infraestructura de personal, a nivel de contactos con la policía y con otros agentes sociales con los que se planifican los rescates, pero quiero incidir en que lo mejor que estamos haciendo es que en la zona en que trabajamos, el distrito de Makwanpur, al sur de Katmandú, tenemos constancia de la reducción de un 80 ó 90% del tráfico.

¿Aún subsiste allá el menosprecio de las hijas y la sobrevaloración de los hijos?

La mayor parte de la población en Nepal son hindúes. En estas culturas el hijo varón es el que se queda en casa, el que trae una nuera, y se convierten en la "pensión", porque van a cuidar de ti, del terreno, del campo, van a cocinar o a lavar la ropa. Mientras que las hijas serán las nueras de otra familia y no habrá mucho provecho para la tuya. Esta lamentablemente, es la realidad, pero con los años, y en la gente que ya tiene más educación, se ve a más padres en ciudades donde se trata igual a niños y a niñas.

¿Cómo fue en usted el proceso de encuentro consigo mismo a través de la solidaridad?

Me tendría que remontar a la infancia cuando me mostraban en el colegio documentales de gente que estaba trabajando en países que llamaban tercermundistas, lo que siempre me atrajo muchísimo, el ver a personas que lo dejaban todo para entregar su vida a los demás. Luego realicé varios viajes, sobre todo por Asia y África y siempre me quedaba con las ganas de poder hablar la lengua, de poder acercarme y conocer a sus ciudadanos un poco más. Por eso decidí en el año 2000 irme de voluntario a Nepal, aprender el idioma, conversar con los niños de la calle y con los que trabajan en las cantinas. Eso incrementó mis ganas de ayudar y de fundar Educanepal.

Para la gran tarea de la ONG Educanepal sin duda se ha rodeado de colaboradores y coadyuvantes nepalíes. ¿Participan de sus ideales?

Todo el personal con el que trabajamos en Nepal es local, gente que he ido conociendo en los 18 años que llevo viviendo allí. Cuenta con una experiencia contrastada en trabajo de campo, con personas en riesgo de exclusión. También he ido formando a personas para trabajar en las escuelas y en las casas de acogida. Lo que se ha hecho en dicho país desde el primer proyecto ha sido para tratar de ayudar mediante la escolarización. En un principio comenzamos comprando material escolar para los niños de una aldea y así conseguimos que en tres años no hubiera ningún menor fuera de las aulas, con lo que conseguíamos parar el tráfico infantil en un 100%. Todo lo que se ha realizado en Nepal ha sido consensuando las decisiones con la gente local.

Además de las treinta aldeas en las que opera la ONG, hace apenas dos meses que han inaugurado al sur de Katmandú el primer aula de formación de adolescentes?

El año pasado, a finales de noviembre, rescatamos a 17 niñas que se llevaban a Katmandú para trabajar en fábricas textiles. Me impactó mucho que siguiera habiendo zonas cercanas a nosotros donde se trabajara con niños. Quieres ponerle remedio rápido, de modo que volvimos a consultar con el personal local y con otros agentes sociales porque la labor de escolarización está funcionando, pero tenemos todavía muchas niñas entre 12 y 16 años que no acuden a la escuela esperando a que sus padres las casen y que son tentadas, por la gente que conoce la pobreza extrema en que vive su familia. Se las llevan engañándolas, diciéndoles que van a ganar dinero para ayudar a los suyos cuando, en realidad, van a estar trabajando 17 horas diarias por un salario mínimo. Por ello, después de varias reuniones, decidimos que podíamos ofertarles a estas niñas un curso de un año para que aprendan a leer, escribir, sumar y restar, y que luego realizaran otro curso de costura que les permita ganarse la vida, ser autónomas e independientes.

Aunque sea tarea para un Estado, ¿no habría que reeducar en valores a los padres?

Esa es de las acciones principales que acometemos en nuestro proyecto, es decir, que la escolarización de niños en las aldeas va acompañada siempre de campañas de sensibilización con los padres. Estos tienen que ser conscientes, en primer lugar, de cómo trabajan las mafias del tráfico de niños, de que los están engañando al no saber la realidad sobre dónde van a acabar sus hijos, tanto en burdeles, como en salones de mas ajes, fábricas textiles, etc. Tampoco saben las horas que van a trabajar ni lo que se les va a exigir y que incluso, a veces, se les pega y maltrata. Estos progenitores, en muchas ocasiones, analfabetos, necesitan que se hable con ellos para que entiendan los beneficios de la educación y que los menores necesitan cariño.

Compartir el artículo

stats