El equipo de Salvamento Marítimo está acostumbrado a salvar vidas poniendo muchas veces la suya misma en riesgo, con aparatosos rescates en alta mar o con condiciones atmosféricas de extrema peligrosidad. Pero siempre echan el resto para permitir que una persona pueda seguir disfrutando de su día a día como hasta ahora, o que consiga cumplir su sueño de vivir en unas mejores condiciones y ayudar a los suyos a hacerlo de la misma manera. Javier Álvarez es uno de estos héroes sin capa, pero lleva 18 días sin poder ayudar a sus compañeros porque está convaleciente por el coronavirus, que le mantiene en el Hospital Doctor Negrín desde el pasado 15 de marzo.
Aunque sus síntomas han sido leves durante todo este tiempo, Álvarez no ha podido salir de su habitación, donde lleva recluido todo este tiempo para evitar el contagio entre el personal y los pacientes del centro hospitalario, algo que admite que le está costando superar. "Tengo un estado de nervios increíble por estar aquí encerrado, y eso incluso puede que me afecte más", explica para luego añadir que no tiene nada que reprochar a los enfermeros y doctores que le están atendiendo.
Y es que para él lo que no es "normal" es que tengan a una persona con síntomas como los suyos de esta manera, sin habilitarle "algún espacio en el que podamos, aunque sea, coger aire y pasear", algo que echa mucho de menos. Javier, natural de Madrid, donde se encontraba de vacaciones, llegó a Gran Canaria el mismo día 15 de marzo y, al sentirse mal, decidió acudir al hospital, donde le hicieron el test del coronavirus en el que dio positivo.
Justo desde esta semana, le acompaña en la habitación un chico de Mali que llegó a las costas canarias a bordo de una patera hace unos diez días. Una de esas vidas que Javier y su equipo suelen salvar. "Está en buen estado de salud, habla francés y he conseguido conversar con él gracias al traductor de Google", apunta. En breve, espera poder volver al océano para seguir ayudando a quienes llegan buscando un futuro mejor.
