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Análisis

Muchos retos que abordar

Son muchas las mujeres científicas que, a pesar de su brillantez intelectual y del trabajo desarrollado, no se les ha dado la visibilidad necesaria para que sirvan de fuentes de inspiración a otras muchas

Mujeres del Instituto Universitario de Enfermedades Tropicales y Salud Pública de Canarias

Las mujeres seguimos teniendo muchos retos que abordar. La desigualdad existente en todos los órdenes de la vida, el liderazgo femenino -ausente en muchos ámbitos- o la percepción de los micromachismos, que ni nosotras mismas advertimos, son algunos de ellos.

Otro reto es, sin duda, la todavía asombrosa escasa presencia en los espacios STEM (Ciencias, Tecnología, Ingeniería y Matemáticas). Ya lo he contado muchas veces: fui algún año la única chica de mi clase en Ingeniería Informática y, en el mejor de los casos, no pasábamos de cinco en el aula. Pero es que la presencia de mujeres en esta disciplina no solo es ínfima, sino que en los últimos años ha disminuido todavía más.

¿Realmente es creíble que a las mujeres no nos guste la ciencia ni la tecnología? ¿Es asumible que estemos fuera de los enormes nichos de oportunidad laboral y crecimiento profesional que existen en torno a la digitalización y la automatización en un mundo como el nuestro?

Yo, desde luego, me niego a creerlo. Y por más que la realidad sea tozuda y los datos demuestren que así es, creo que debemos dar un paso adelante. No podemos permitir que nuestras jóvenes, y las que vengan después, estén al margen de sectores productivos de lo más pujante, que no tengan la movilidad profesional y, por qué no decirlo, el mismo poder adquisitivo que los hombres.

Desde muy pequeña me gustaron los hoy vetustos y primitivos ordenadores de la época, me fascinaban las matemáticas y la resolución de problemas. Siempre me ha atraído el pensamiento lógico, la mirada analítica ante un problema y su resolución usando un tipo de programación u otro. En ello consiste la creatividad, en la combinación de las mejores opciones y puntos de vistas para abordar un asunto.

Pero para que se dé ese escenario favorable, desde muy pequeñas, han de darse algunas circunstancias previas: unos padres sin prejuicios que empujen a los niños y niñas a potenciar sus cualidades, sean las que sean y sin que medie el género de por medio; un entorno de aprendizaje abierto, flexible, con las mismas oportunidades para todos y todas, y, en general, una disposición positiva hacia la creatividad en el entorno familiar y social de los más pequeños.

Pese a las condiciones más que austeras en las que me crié, con escasos recursos económicos y diría que hasta culturales, he de decir que disfruté de todo ello, casi sin proponérmelo. Lo miro ahora desde la distancia y compruebo lo afortunada que fui. Tanto, que me convertí al cabo de los años en la primera mujer informática titulada por la Universidad de La Laguna y una, todavía hoy, de las escasísimas catedráticas de ingeniería de sistemas y automática de este país.

Cada vez tengo más claro que las mujeres tenemos que salir de la presunta zona de confort en la que se nos ha instalado -si es que llamamos confort a luchar el doble para conseguir lo mismo-, y adentrarnos en los espacios que hasta ahora, por unas razones o por otras, han sido reservados para ellos. No faltan ciertamente referentes femeninos que lo hayan logrado y, la nómina de mujeres brillantes en el ámbito STEM es cada vez mayor.

Son muchas las mujeres científicas que, a pesar de su brillantez intelectual y del trabajo desarrollado, no se les ha dado la visibilidad necesaria para que sirvan de fuentes de inspiración a muchas otras. En este momento, si tengo que admirar el trabajo de una sóla de ellas me quedo con la bióloga molecular Margarita Salas, que será nombrada doctora honoris causa a título póstumo por la Universidad de La Laguna el próximo 17 de febrero. Sus contribuciones a la biología molecular, la genética molecular y al campo de la biología y la fisiología han sido fundamentales, y su conocimiento de cómo nuestros genes se transforman en proteínas ha resultado esencial para la lucha contra la Covid19.

En una sociedad globalizada pero desigual; tecnologizada, pero con grandes brechas de conocimiento y de acceso a los recursos, se antoja cada vez más necesario contar con grupos heterogéneos de personas, hombres y mujeres con capacidad de trabajo en equipo, multidisciplinares, flexibles y con grandes dosis de creatividad.

En la Universidad de La Laguna acabamos de aprobar nuestro segundo Plan de Igualdad, con gran consenso entre la propia comunidad universitaria y los diferentes sectores que han participado en él. Este plan, que aborda cuestiones tan fundamentales como la conciliación familiar, también se detiene en el llamativo desequilibrio de representación de alumnas en las carreras de la rama de Ingeniería y Arquitectura, ya que solo un 25% de mujeres acceden a estos estudios, y de igual forma la representatividad de profesoras en esta área, que sigue la misma pauta. Es evidente pues que tenemos que planificar estrategias a corto, medio y largo plazo para ponderar esta realidad.

Entre todos y todas, estamos cambiando la universidad, quizá no tan rápido como quisiera pero con constancia, porque los cambios culturales, que son los más difíciles, no se consiguen de un día para otro. Transformar las mentalidades es algo realmente complejo y, querámoslo o no, somos parte de la sociedad y experimentamos en nuestras propias carnes sus sesgos. Bien es verdad que trabajamos y vivimos en un entorno privilegiado: en el mundo de las ideas, donde se gestan proyectos, donde se hace ciencia, donde se crea nuevo conocimiento. Nos toca, pues, liderar el cambio.

Y en ello estamos. Hemos recibido recientemente la certificación de AENOR que acredita y avala nuestras políticas de igualdad de género, así como de igualdad retributiva. Algunos pensarán que va de suyo, pero lo cierto es que somos la primera administración española, y primera entidad universitaria, en conseguirlo.

Se trata de un reconocimiento institucional muy importante, pero no podemos relajarnos, porque no es suficiente. Seguimos trabajando intensamente en despertar vocaciones científicas entre las más jóvenes, en crear agenda mediática con nuestras expertas y mostrar al mundo las enormes investigadoras que trabajan en esta casa de estudios.

Rosa Aguilar es rectora de la Universidad de La Laguna y catedrática de Ingeniería de Sistemas y Automática.

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