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Seis claves sobre el ‘Brain Fog’

El término, también conocido como niebla mental, engloba un conjunto de síntomas que provocan pérdida de memoria y limitan la capacidad de atención

El doctor Julián Tamayo en su consulta del Hospital Perpetuo Socorro de la capital grancanaria. LP/DLP

El Brain Fog o niebla mental es un término que reúne un conjunto de síntomas que condicionan la vida de los pacientes aquejados al producir un deterioro de la memoria y de la capacidad de atención y concentración. Son varias las patologías que pueden desencadenar este trastorno. Pero, ¿por qué se produce? Con el propósito de despejar algunos interrogantes, el doctor Julián Tamayo, especialista en Endocrinología y Nutrición en el Hospital Perpetuo Socorro (HPS) de la capital grancanaria, aborda seis claves esenciales. 

Características. Tal y como explica el facultativo del citado centro sanitario, la niebla mental es fruto de una neuroinflamación que, normalmente, está vinculada a distintas enfermedades sistémicas –aquellas que afectan a todo el organismo– o a tratamientos agresivos que han sido empleados para abordar patologías oncológicas. «Hay muchos casos de Brain Fog entre pacientes que han recibido quimioterapia, por ejemplo. Además, suele estar presente en personas que sufren hipotiroidismo y en aquellas afectadas por el covid persistente», anota el doctor. De hecho, un estudio realizado por la Asociación Americana de la Tiroides desvela que la nubosidad mental pueden padecerla entre un 70 y un 80% de los pacientes diagnosticados de hipotirodismo. Ahora bien, en el caso del covid persistente, el dato se sitúa en un 10%. «Hemos aprendido de todos estos procesos, pero también de aquellos en los que no hay buena absorción de nutrientes, como puede ser la celiaquía o el lupus», señala el endocrinólogo. Cabe resaltar que el deterioro cognitivo puede derivar también en ansiedad o depresión, ya que las personas son conscientes en todo momento de lo que les está sucediendo. Esta situación les provoca, inevitablemente, un profundo sentimiento de tristeza y frustración. 

-Tratamiento. El tratamiento varía en cada caso, si bien una de las recomendaciones generales pasa por aumentar las horas de sueño. Lo cierto es que el descanso hace que el proceso de recuperación sea más rápido, por lo que en ocasiones es necesario recurrir a suplementos de melatonina. «También es imprescindible verificar que los pacientes no tengan déficit de hierro ni de vitamina D. Si es así, habrá que tratar estos desórdenes, ya que guardan un vínculo muy estrecho con un mal funcionamiento de la capacidad cerebral», apunta el doctor Tamayo. En el caso de la obesidad asociada al hipotiroidismo, en cambio, el tratamiento debe estar enfocado principalmente en pautar unos hábitos de alimentación adecuados. «Hay que tener en cuenta que la obesidad no solo produce inflamación a nivel de las vísceras, sino que además influye en el funcionamiento del cerebro», destaca. En este grupo de aquejados, la actividad física también juega un papel esencial. «Sabemos que los pacientes que realizan algún tipo de ejercicio de manera regular mejoran la forma en la que se convierten las hormonas tiroideas en el cerebro y, por tanto, reducen la neblina mental mucho más rápido que los sedentarios». 

El hipotiroidismo y el covid son algunas de las patologías que pueden provocar el trastorno

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-Diagnóstico. El diagnóstico es clínico, es decir, los facultativos deben valorar si está presente la fatiga crónica y un deterioro cognitivo. «Lo principal es atender a los síntomas que refiere el paciente y, en un segundo plano, se encuentran los análisis o las pruebas que se puedan realizar directamente», explica el profesional del HPS.

-Perfiles predominantes. Según indica el sanitario, la mayoría de los pacientes suelen ser jóvenes que no rebasan los 40 años. No obstante, los cuadros que se observan refieren pérdidas de memoria que corresponden a mayores de 80 años. 

-Seguimiento. Por lo que concierne al seguimiento, hay que decir que está enfocado en la enfermedad de base que desencadena el trastorno. «En función de la patología, puede espaciarse entre tres y seis meses, pero tratando siempre de buscar apoyo en los equipos de neuropsicología. No hay que olvidar que a los pacientes les causa mucha angustia el hecho de sufrir un deterioro cognitivo tan acelerado», recalca Julián Tamayo. 

-Consecuencias. El Brain Fog puede llegar a ser incapacitante. Tan es así que, en palabras del doctor, «puede llegar a ser una causa de pérdida de años de vida laboral». Y es que son muchos los afectados que piensan que tienen alguna enfermedad neurodegenerativa –como el alzhéimer o la demencia–, lo que conduce a cuadros ansioso depresivos. «Esto no solo empeora la calidad de vida, también somete a los pacientes al riesgo de que sean menos activos y, por ende, a aumentar de peso de forma progresiva. Además, pueden producirse enfermedades secundarias».

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