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El verano con más víctimas mortales por calor en Canarias

El Archipiélago registra 34 fallecidos entre julio y agosto por las elevadas temperaturas | En los últimos 20 años, las Islas han sufrido un 62% más olas de calor

Jornada de calor en Las Canteras

Jornada de calor en Las Canteras La Provincia

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Jornada de calor en Las Canteras Verónica Pavés

En menos de dos meses Canarias ha registrado más muertes por calor que en seis siglos de actividad volcánica. Entre julio y agosto, como consecuencia de las dos últimas olas de calor que ha sufrido el Archipiélago, han muerto en las Islas 34 personas. Con estos datos, Canarias ha batido su récord de fallecidos de los últimos ocho veranos por las altas temperaturas. Hasta el momento era 2016, que acumuló 32 muertes durante el periodo estival (hasta finales de septiembre), el año que ostentaba el título del verano que se cobró un mayor número de víctimas mortales. 

Con la posibilidad de que las olas de calor sean más frecuentes e intensas y las temperaturas medias aumenten más de un grado y medio como consecuencia del cambio climático, el bochorno extremo se convierte en un verdadero riesgo para la salud de los canarios. Y es que, tal y como se sustrae del Sistema de Monitorización de Mortalidad Diaria (MoMo) del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII), la mayor parte de las muertes registradas en este último año relacionadas con el calor se produjeron en los periodos posteriores a una exposición de riesgo. 

Así por ejemplo, la semana posterior a la ola de calor que se produjo entre el 9 al 11 de julio, fallecieron 9 personas en las Islas. La segunda ola de calor, que ocurrió entre el 24 y el 26 de julio, dio lugar a 23 fallecidos. Las muertes, sin embargo, se empiezan a producir el 22 de julio y los efectos del calor se prolongan hasta principios de agosto. Esto último lo explica que el incremento y bajada de temperaturas fue progresivo y lento. De hecho, la variación en los termómetros comenzó el 18 de julio y se prolongó hasta finales de mes. 

Las víctimas del calor en Canarias son, en su mayoría, personas de avanzada edad. Según los datos de MoMo, el 30% de las víctimas mortales tenían entre 75 y 84 años y el 44% más de 85. En otras palabras, el 73% eran personas vulnerables. De ahí que, cada vez que se produce un episodio de calor donde las temperaturas vayan a superar los 34ºC, la Consejería de Sanidad recomiende proteger especialmente a los miembros más frágiles de la comunidad durante estos episodios, es decir, ancianos, embarazadas y niños. 

Entre estas recomendaciones habituales se encuentra evitar la exposición al sol durante las horas centrales del día (de 11 a 16 horas), beber mucho líquido sin esperar a tener sed, hacer comidas ligeras, evitar las actividades deportivas, salidas de excursiones o salidas al exterior en horas calurosas y, en caso de no poder evitar estas últimas, hacerlo siempre por la sombra, con ropa ligera y bajo la protección de una gorra y unas gafas de sol. 

Dos olas de calor extraordinarias

Aunque este verano Canarias ha sufrido un total de seis episodios de aumento de las temperaturas, solo dos han cumplido los requisitos para ser considerados olas de calor. Ambos fenómenos, además, han tenido características que los hacen extraordinarios. El primero de los episodios (del 9 al 11 de julio), provocado por la entrada de una masa de aire de origen sahariano a Canarias, es uno de los más intensos que ha vivido el Archipiélago desde 1975. 

«La temperatura máxima de esta ola fue de 37,6ºC, lo que supone la segunda más alta desde que comienza la serie histórica», explica el delegado provincial de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) en Santa Cruz de Tenerife, Víctor Quintero. Y aunque la anomalía térmica –otro de los parámetros fundamentales para entender la voracidad de una ola de calor– no es tan alta como en otras ocasiones, tampoco se debe subestimar. En concreto, las temperaturas máximas se situaron 5,6ºC por encima de las temperaturas umbrales.

La temperatura máxima registrada en la ola de calor del 9 al 11 de julio fue 37,6ºC

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En la de finales de julio tuvo un impacto menor en cuanto a dichos valores, pero dejó un récord histórico. Canarias llegó por primera vez en un mes de julio a los 45ºC y lo hizo el día 25 en Tasarte (Gran Canaria). Esta ola de calor, también consecuencia de la penetración de una masa de aire sahariana a las Islas, marcó récords de temperatura en estaciones meteorológicas de casi todas las Islas, como fue en el aeropuerto de Lanzarote (43,4ºC), Candelaria en Tenerife (41,3ºC), La Dehesa en El Hierro (39,8ºC), Tijarafe en La Palma (39,1ºC) y en el Helipuerto de La Graciosa (30,6ºC). 

Aunque se requieren estudios de atribución para confirmarlo, el cambio climático ya parece estar detrás del incremento de las olas de calor en Canarias. Según los registros históricos, entre 1976 y 1999 (23 años) se registraron 16 episodios de altas temperaturas que cumplían estos requisitos. A su vez, dieron lugar a 80 días de temperaturas extremas en las Islas. Entre 2002 y 2022 (20 años), se han registrado un total de 26 olas (un 62% más que el periodo previo). Esto, a su vez, se ha traducido en 115 días con temperaturas por encima de los valores umbrales. Esta es una de las múltiples consecuencias del calentamiento global que los científicos llevan años alertando. 

Más calor en el futuro

Los modelos predictivos del Panel Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC) indican un ascenso térmico mucho más pronunciado en el desierto del Sáhara que en el Atlántico, por lo que los científicos prevén «una intensificación en los máximos térmicos que se registren durante las olas de calor puesto que el manantial de aire tropical continental será mucho más cálido». Así lo refleja Pedro Dorta, geógrafo de la Cátedra de Riesgos de Desastres de la Universidad de La Laguna (ULL), en un artículo publicado en 2018, donde además advierte que este «previsible» incremento en la virulencia de los episodios de calor puede implicar un mayor riesgo de incendio forestal.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), estas subidas abruptas de las temperaturas «son algunos de los riesgos naturales más peligrosos que tienen un impacto significativo en la sociedad». Los sitios más peligrosos son las ciudades, donde se puede producir el efecto de isla de calor urbano. Este fenómeno térmico se produce en las zonas urbanas donde se acumulan estructuras, como edificios, aceras o asfaltos, dado que absorben más calor y lo liberan más lentamente. Por esta razón, los expertos abogan por adaptar las ciudades a las cada vez más frecuentes condiciones térmicas extremas. Para ello se apuesta por aumentar en las ciudades las zonas de sombra y las zonas verdes, mejorar el aislamiento de las viviendas –que también permite ahorrar energía –, así como su diseño y orientación y apostar por la movilidad sostenible, para reducir el calor de las emisiones de los coches. 

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