Educación y crianza

Aprender a decir que no y otras habilidades necesarias para convivir con un adolescente

La psicóloga y divulgadora Laura Morán nos explica cómo debemos desarrollar la empatía, la asertividad y la capacidad de negociación para que nuestra casa no se convierta en una trinchera

Viñeta incluida en el libro ilustrado ’Iguales pero diferentes’.

Viñeta incluida en el libro ilustrado ’Iguales pero diferentes’. / Raquel Gru

Olga Pereda

La adolescencia es un cóctel explosivo de hormonas y emociones. Y la culpa la tiene el cerebro. La corteza prefrontal -la parte con la que tomamos decisiones y controlamos impulsos- tarda más en madurar que el sistema límbico, que es el ‘reino de las emociones’ y que, a esa edad, ya está funcionando a pleno ritmo, entre otros motivos, por las hormonas. ¿Cómo convivimos con un adolescente? ¿Cómo hacemos para evitar que nuestra casa se convierta en una trinchera? La psicóloga, sexóloga y divulgadora científica Laura Morán, autora de 'Iguales pero diferentes. La aventura de crecer con la familia, los amigos y el amor' (editado por Boldletters e ilustrado por Raquel Gru), nos da unas pistas para comenzar a trabajar: desarrollar la empatía y la asertividad, aprender a decir que no, ser amable y saber negociar.

Sé empático

La empatía es una de las habilidades sociales más importantes, pero es una asignatura pendiente. No solo de los adolescentes sino de todas las edades. Se la conoce por “ponerse en los zapatos de los demás” e implica tratar a los demás como lo necesitan en ese momento. Los bebés ya con capaces de contagiarse de una emoción y a partir de los 2 o 3 años ya se puede empezar a desarrollar la empatía tal y como la conocemos, explica Morán. Pero la empatía madura llega más tarde. Es un proceso complejo porque ser empático con los demás no es tanto tratarles como a ti te gustaría sino como ellos y ellas necesitan. “A lo mejor a ti te gusta que te den un abrazo cuando estás triste, pero no a otra persona”, matiza la divulgadora.

La empatía tan fundamental que si no la desarrollamos sentiremos que no entendemos el mundo que nos rodea. Morán pone un ejemplo: “Si no soy capaz de entender que para mi hijo es muy doloroso que no le hayan invitado a una fiesta, me costará entender por qué está tan gruñón o encerrado en su habitación. Puedo llegar a interpretar que me está retando, y donde debería haber empatía solo habrá enfado, reproche o castigo”. Otro ejemplo: “Si un día ves a tu hija furiosa, no le digas que es una tontería. Dile que entiendes cómo se siente y dile que estás a su lado para lo que necesite”. Que no se nos olvide que la empatía es también alegrarse -de corazón- por las cosas buenas que les suceden a los demás.

Sé asertivo

La asertividad es una habilidad social bastante menos conocida que la empatía, pero igual de necesaria. “Es -define la divulgadora- la capacidad para defender nuestras opiniones, derechos y necesidades respetando los de los demás. Es decir, sin reaccionar de forma agresiva”. Morán explica que, a veces, entendemos que querer a alguien -hijos incluidos- pasa por cumplir todo lo que nos pida, aunque no nos convenza o convenga. Ser asertivo, añade, es respetar los deseos de los demás pero sin renunciar a los nuestros.

La asertividad es sumamente necesaria cuando queremos hacer una crítica a alguien y tememos dañarle o que se enfade. Y también es muy útil en aquellas ocasiones en las que debemos decir “no”.

Aprende a decir que no

¿Por qué es tan difícil decir que no? “Porque nos exponemos a que nos penalicen por ello”, responde Morán. Imagina que un amigo de tu hijo le pide prestado un videojuego nuevo y él no quiere hacerlo porque está desando que llegue el fin de semana para estrenarlo. Si, finalmente, se lo presta estaría siendo no asertivo. La psicóloga propone otra respuesta asertiva: “Te lo dejo, pero me preocupa. Devuélvemelo el fin de semana porque quiero jugar yo”.

Sé amable y negocia

La confianza da asco, pero en casa no se puede olvidar saludar, pedir las cosas por favor y dar las gracias. Hay que predicar con el ejemplo -la base de la educación de nuestros hijos- así que los mayores deben ser los primeros en practicar las buenas maneras. ¿Cómo se compatibiliza esto con un ser que vive encerrado en su habitación? Complicado, pero Morán nos da otra pista: “Dile lo bien que te sientes cuando es amable contigo o comparte tiempo contigo”. Recuerda -apostilla Morán- que, aunque no lo parezca, tu hijo te quiere y te necesita. En caso de conflicto, antes de abrir una trinchera lo mejor es negociar. Recuerda que la comunicación es una baza fundamental para la negociación

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