Las moléculas precursoras de la vida se esconden entre las estrellas

Un grupo de investigación liderado por el IAC, encuentra los "ladrillos de construcción" de los seres vivos en la nube de Perseo, un cúmulo de estrellas 'bebé' de apenas 2 o 3 millones de años de edad

Composición artística de una "sopa" de moléculas prebióticas alrededor de un disco protoplanetario.

Composición artística de una "sopa" de moléculas prebióticas alrededor de un disco protoplanetario. / GABRIEL PÉREZ DÍAZ (IAC)

Verónica Pavés

Verónica Pavés

Las moléculas precursoras de la vida se esconden entre las estrellas. En una galaxia tan joven en la que estrellas y planetas apenas han tenido tiempo de formarse –un bebé a ojos de la historia del universo– ya existe una abundante amalgama de moléculas tan simples tales como el agua, hidrógeno, dióxido de carbono o el amoniaco así como otras más complejas y claves para la vida, como cianuro de hidrógeno, etano o benzeno. Un hallazgo que ha sorprendido a la comunidad científica y que puede arroja luz sobre la formación del Sistema Solar y, en concreto, sobre la llegada de la vida a la Tierra.

Así lo ha descrito un grupo de científicos del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), tras descubrir que en una región específica de la Nube de Perseo –la que corresponde a ese talón de la figura dibujada de Perseo en el cielo y se denomina IC 348– existen suficientes evidencias de una gran cantidad abundancia de moléculas prebióticas. Las biomoléculas simples y complejas flotan entre la materia estelar esperando su turno para unirse las unas a las otras para así crear aminoácidos o incluso acoplarse a cuerpos celestes.

La región del cielo observada se encuentra a 1.000 años luz de la Tierra

Gracias a las observaciones en el infrarrojo medio con el satélite Spitzer, de la NASA, el grupo de investigación ha encontrado en la parte interna de esta región del cielo moléculas comunes como hidrógeno molecular (H2), hidroxilo (OH), agua (H2O), dióxido de carbono (CO2) y amoníaco (NH3), así como varias moléculas carbonáceas que pueden jugar un papel importante en la producción de hidrocarburos más complejos y moléculas prebióticas, tales como cianuro de hidrógeno (HCN), acetileno (C2H2), diacetileno (C4H2), cianoacetileno (HC3N), cianobutadieno (HC5N), etano (C2H6), hexatrina (C6H2) y benzeno (C6H6). 

Los resultados, que se publican en la revista Monthly Notices of the Royal Astronomical Society revelan que esta región del cielo, que se encuentra a 1.000 años luz de la Tierra –una de las regiones de formación estelar más cercanas a nuestro planeta– existe también una vasta actividad de formación estelar. "Esta región es rica en la formación de discos protoplanetarios", explica Susana Iglesias-Groth, primera autora del artículo e investigadora del IAC. Dichas estructuras estelares, que darán lugar a planetas, están rodeados a su vez por el material circunestelar, lugar en el que se han hallado estas moléculas precursoras de la vida. "La región es un extraordinario laboratorio de química orgánica", asegura Iglesias-Groth, que asegura que ahondar en este hallazgo podrá dar respuestas a las incógnitas que aún pesan sobre la formación de las galaxias, y en específico, sobre la llegada de la vida hasta nuestro Sistema Solar. 

Gran variedad molecular

"Nos sorprendió encontrar esta gran cantidad de moléculas construidas con átomos fundamentales", revela la investigadora. En total describieron 25 moléculas distintas en una misma región. "Nunca nos habíamos encontrado con algo semejante", prosigue. Y es que no es la primera vez que se encuentran algunas moléculas complejas en el espacio, pero sí en tal abundancia y tan cerca de los discos que forman estrellas y planetas en una galaxia.

Ahondar en este hallazgo podrá arrojar luz sobre la llegada de vida a la Tierra

En 2019, la investigadora encontró fullerenos, moléculas puras de carbono, en esa misma Nube. En esta ocasión, los datos también muestran la presencia de moléculas más complejas como los hidrocarburos aromáticos policíclicos (PAH, por sus siglas en inglés) y los fullerenos C60 y C70. "IC 348 parece ser muy rico y diverso en contenido molecular –señala Iglesias-Groth–. La novedad está en que vemos las moléculas en el gas difuso a partir del cual se están formando estrellas y discos protoplanetarios". Todas estas moléculas "aparecen como bloques de construcción de otras moléculas claves para la vida", afirma la investigadora, que insiste en que aún hay que seguir trabajando para saber si, realmente, estos discos de materiales protoplanetarios cuentan ya con elementos más complejos como los aminoácidos. "Esto último requiere una confirmación", revela.

La presencia de estas moléculas prebióticas en ubicaciones interestelares tan próximas al núcleo de este cúmulo estelar sugiere la posibilidad de que estén teniendo lugar procesos de acreción –absorción– en planetas jóvenes que podrían contribuir a la formación de moléculas orgánicas complejas. "Estas moléculas clave podrían haber sido aportadas a los planetas nacientes en los discos protoplanetarios y podrían así facilitar en ellos el camino hacia las moléculas de la vida", subraya, por su parte, Martina Marin-Dobrincic, investigadora de la Universidad Politécnica de Cartagena.

Según las teorías vigentes, a nuestro planeta llegaron estas moléculas tras el impacto de un meteorito. "Esto nos ayudará a conocer de dónde procedían los elementos que contenían esos meteoritos", insiste la investigadora, que cree probable que los primeros instantes tras el nacimiento del Sistema Solar, al igual que ocurre con la Nube de Perseo, hubiera una importante cantidad de estos materiales.

Próximos pasos

"Es sorprendente que estas moléculas ya se puedan en el gas de los futuros sistemas planetarios", insiste la investigadora, que concluye que es la hora de "abrir los ojos y explorar más allá". Ella, al menos, lo seguirá haciendo. El siguiente paso será utilizar el potente telescopio espacial James Webb (JWST). "Las capacidades espectroscópicas del JWST podrán proporcionar detalles sobre la distribución espacial de todas estas moléculas y extender la presente búsqueda a otras más complejas, proporcionando una mayor sensibilidad y resolución, esenciales para confirmar la muy probable presencia de aminoácidos en el gas de esta y otras regiones de formación estelar", concluye Iglesias-Groth. No obstante, advierte de la complejidad de acceso a este recurso. "Esperemos conseguir algo de tiempo de observación", insiste la investigadora, que recuerda que el JWST es un recurso muy cotizado entre los astrónomos y astrofísicos del mundo gracias a su gran resolución. 

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