Nutrición / Inflamación crónica

Desirée Acosta: «Hay que escuchar a nuestro cuerpo cuando nos dice que algo no va bien»

Desirée Acosta- Dietista Nutricionista de HPS.

Desirée Acosta- Dietista Nutricionista de HPS.

En qué consiste la inflamación crónica, cuáles son sus síntomas y cómo mejorarla son algunas de las cuestiones que vamos a responder para evitar que nuestro cuerpo esté en estado permanente de alerta a causa de una situación estrechamente ligada a una de las enfermedades con más tasa de mortalidad del siglo XXI. 

Con la nutricionista Desirée Acosta, especialista en nutrición clínica y hormonal que forma parte del prestigioso equipo de endocrinología de HPS, abordaremos esta delicada patología

¿Qué es la inflamación crónica y de qué manera afecta al organismo?

Hay que ver la inflamación como un proceso fisiológico normal y deseable para el correcto funcionamiento del organismo. Cuando estamos ante un estímulo inflamatorio, como sucede al lesionarnos por ejemplo, se activa una cascada de reacciones que conducen a la reparación de esa lesión y a la resolución de la inflamación.

Entonces, la inflamación en sí es necesaria, el problema está cuando nuestro cuerpo no puede resolver esa inflamación eficientemente. Esto puede originar una inflamación persistente en el tiempo, conocida como inflamación crónica de bajo grado. 

¿A qué estímulos inflamatorios se refiere?

Muchos estímulos contribuyen a este estado inflamatorio y generalmente están relacionados con un estilo de vida más occidental. Una alimentación en la que se abusa del consumo de ultraprocesados, azúcares y grasas inflamatorias. También la falta de movimiento y ejercicio físico, el estrés crónico, el descanso insuficiente y de poca calidad, la exposición a toxinas, obesidad, tabaco, alteraciones en la microbiota intestinal, etc. 

¿Cómo sabemos si estamos inflamados?

Esta inflamación crónica es bastante silenciosa, en ocasiones la persona percibe una serie de síntomas que pasan desapercibidos y tienden a ser normalizados. Hablamos de síntomas como falta de energía constante, dificultad para concentrarse, dolores de cabez, eccemas o acné, dolor articular o muscular, problemas digestivos, etc.  

Lo habitual es que si tenemos uno o varios síntomas tan aleatorios, lo habitual es no no lo asociarlo a la inflamación. Simplemente lo atribuimos a otras situaciones o lo dejamos pasar. El cuerpo nos va avisando a lo largo de los años de que algo no anda bien y tenemos que aprender a escucharlo. También está la otra cara de la moneda, no todo es inflamación y no todo el mundo está inflamado, ya que hay muchas otras circunstancias que pueden compartir estos síntomas, pero sí vemos como cada vez más hay una base inflamatoria. 

Algunos de sus síntomas son la falta de energía constante, dolores de cabeza o problemas digestivos

¿Qué consecuencias tiene para la salud a largo plazo?

La inflamación crónica deja muchas consecuencias para la salud al ser un promotor importante de la resistencia a la insulina y se relaciona con el desarrollo del síndrome metabólico y enfermedades como la diabetes tipo II, la hipertensión o el hígado graso no alcohólico.

También puede ser un detonante importante de enfermedades autoinmunes y se relaciona con mayor probabilidad de desarrollar enfermedades neurodegenerativas, como Alzheimer o Parkinson, con el cáncer, eventos cardiovasculares, fibromialgia, disfunciones hormonales u obesidad. 

¿Como alimentarnos correctamente para evitar estas complicaciones? 

Adoptando una alimentación que se acerca más a lo que comían nuestros antepasados, más natural, rica en vitaminas, antioxidantes y otros nutrientes, lejos de productos refinados y pro inflamatorios que abundan en la industria alimentaria.

Se debe aumentar la densidad nutricional priorizando la calidad de los alimentos. Sin que falten los vegetales, las frutas y un buen aporte de fibra, fuentes de proteínas de calidad como el huevo, pescado, pollo y grasas saludables como el aguacate, el aceite de oliva virgen extra, los frutos secos, las semillas, etc. 

¿Qué podemos hacer para mejorar la microbiota intestinal?

Aquí es importante la diversidad de alimentos vegetales ricos en fibra y es interesante incluir probióticos como el kéfir, el kimchi o el chucrut.

También nos podemos beneficiar del almidón resistente simplemente cocinando alimentos almidonados como la papa, batata o arroz y refrigerarlos a 4 grados hasta el día siguiente. Así actuará como un prebiótico alimentando a nuestras bacterias beneficiosas del intestino.

¿Es importante tener en cuenta algunas consideraciones específicas? 

Por supuesto. Por ejemplo, el omega 3 tiene un papel importante en la modulación de la respuesta inflamatoria y ayuda a que la inflamación se resuelva de forma eficiente. Lamentablemente, el consumo habitual de ultraprocesados es bastante frecuente y hace que nos encontremos ante mayores niveles de omega 6 que de omega 3 en el organismo, cuando precisamente debería ser al revés. Por tanto, por un lado debemos evitar productos inflamatorios y, por otro lado, es ideal aumentar el consumo de omega 3 varias veces a la semana mediante alimentos como los pescados azules u otras fuentes vegetales como el lino, las semillas de chía o las nueces.

¿Algún consejo final que tomar en consideración?

Marcarnos metas sencillas y a corto plazo es importante. Del tipo de “esta semana voy a incluir verduras en las comidas principales, subir a casa por las escaleras” en lugar de coger el ascensor e irme a la cama una hora antes. Y es un factor muy importante movernos más, hacer más ejercicios de fuerza y trabajar para tener un buen descanso y manejo del estrés