Día Internacional de la eliminación de la violencia contra la mujer | Testimonio de una víctima

Tras la supervivencia, el olvido

Tres años y medio después de estar a punto de ser asesinada por su pareja, Tatiana y sus tres hijos cuentan con apoyo psicólogico para salir adelante

Tatiana, víctima de violencia machista. | |

Tatiana, víctima de violencia machista. | | / CARSTEN LAURITSEN

Con el paso del tiempo, Tatiana, vecina de Santa Cruz de Tenerife y víctima de violencia machista, depende del Ingreso Mínimo Vital, las ayudas semestrales al alquiler y la tarjeta de alimentos para mantener a su familia. Con el paso del tiempo, los apoyos económicos se han ido quedando en el camino. Ella no quiere que le regalen nada, sino poder optar a un trabajo con el que vivir de manera digna.

Tatiana sigue adelante con su vida y sus tres hijos. Faltó muy poco para que fuera asesinada por su pareja en mayo de 2020, tras sufrir cuchilladas muy graves. Pero sobrevivió. Y tiene una incapacidad en un brazo para desempeñar un trabajo convencional. Cada 15 días, ella y los menores, quienes presenciaron el brutal ataque, cuentan con atención psicológica.

Tres años y medio después de aquel episodio, esta joven vecina de Santa Cruz de Tenerife sale adelante con dificultades y una permanente incertidumbre sobre qué pasará mañana. Por momentos, tiene la sensación de que «te dejan en el olvido», tras pasar una situación muy dura.

El motivo es que tiene las mismas ayudas económicas que cualquier otro ciudadano que carezca de trabajo; apoyo para que pague el alquiler, así como una tarjeta para comprar comida. Pero explica que ninguna administración parece tener en cuenta las limitaciones físicas y psíquicas que le han quedado tras un intento de asesinato.

En su caso y en otros similares, parece que las víctimas quedan abandonadas a su suerte en un plano fundamental, como es el económico. Tatiana explica que «estoy bien, dentro de lo que cabe». Cada dos semanas acude a la sede del Instituto Municipal de Atención Social (IMAS) en el Palacete Cobiella de Santa Cruz para recibir atención por una psicóloga. Sus hijos también asisten al mismo recurso, pero son atendidos por otra profesional. Comenta que la psicóloga «me ha ayudado muchísimo» y sólo tiene palabras de agradecimiento para ella, al igual que para la trabajadora social y la abogada del equipo.

Refiere que hace tiempo que entró «en disociación», que ella define como un mecanismo de defensa del cerebro para «sobrevivir» a una situación traumática. Por ejemplo, aclara que el intento de asesinato «lo vivo en tercera persona». Esta forma de afrontar su realidad la ayuda a seguir en pie. Y, por supuesto, aclara que también la impulsan «mis hijos, a los que no puedo dejar solos». «Las circunstancias te obligan a seguir adelante», señala. Un hijo practica fútbol y otra asiste a clases de baile como actividades extraescolares. Para Tatiana, los menores han aprendido que «la vida sigue y hay que adaptarse a ella».

Reside en una vivienda de alquiler, por la que paga 480 euros, sin contar gastos de agua, luz e internet. La conexión a la red resulta imprescindible para que sus hijos puedan estudiar, hacer la tarea o participar en trabajos conjuntos de clase. Por el Ingreso Mínimo Vital percibe poco más de 700 euros al mes. Esta es su única entrada de dinero estable. Cada seis meses recibe la ayuda al alquiler, con la que adelanta los pagos de su domicilio.

Tatiana insta a las actuales víctimas a que pidan ayuda a sus familiares o personas cercanas

El Instituto Canario de Igualdad (ICI) le aportó una única ayuda. Y otro de sus ingresos, la denominada RAI [Renta Activa de Inserción], que suponía otros 480 euros, también dejó de percibirlo. Hoy depende de la tarjeta que le dan para comprar alimentos y también tiene apoyo de su familia.

Tatiana afirma que «no me puedo quejar» y es consciente que ha tenido suerte, por poder sobrevivir, por tener a sus hijos con ella y por la ayudas económicas y sociales que percibe. Pero vuelve a señalar que está en una constante «incertidumbre» ante el futuro. Todavía está a la espera de que le realicen un reconocimiento por la incapacidad que sufre en uno de sus brazos, a raíz de las cuchilladas que recibió por parte del que era su pareja sentimental. Y no quiere que le regalen nada, únicamente que le faciliten la formación para acceder a un trabajo adaptado a sus actuales condiciones físicas. Pues admite que «vivir de las ayudas me produce dolor de cabeza», debido a las condiciones de temporalidad en las que se prestan varias de ellas.

Es consciente de que acceder a un empleo de esas características, en el que no tenga que levantar pesos con ambos brazos, no resulta sencillo. Y en la actualidad baraja la posibilidad de tratar de estudiar y opositar a algún puesto en la administración. Está convencida que para personas que viven experiencias como la suya o similares fallan muchos factores. Por ejemplo, apunta que no es lo mismo tener que abonar un alquiler de 480 euros al mes que poder acceder a una vivienda de alquiler social y pagar 200, más el agua y la luz. Y, además, piensa que las ayudas al alquiler se deberían otorgar cada mes, no por semestres.

Sus hijos «se acuerdan de lo que pasó y tienen momentos mejores y otros peores», relata Tatiana. En algunas ocasiones se muestran «muy rebeldes». Y su actual etapa, la entrada en la adolescencia, tampoco resulta sencilla. Y así se lo advierte la psicóloga que brinda tratamiento a los tres menores.

Su madre cree que el episodio traumático que vivieron en primera persona «les ha afectado a sus estudios y a su vida». Pero también les ha ayudado a cuidarse, a que si alguno tiene algún incidente, los otros dos acuden a defenderlo, apunta su progenitora.

Cuando se le pregunta qué consejos daría a personas que pasan por situaciones similares a la suya, reconoce que no es sencillo, pues se trata de «un arma de doble filo», pero insta a las actuales víctimas a que pidan ayuda a sus familiares o personas cercanas. Pero Tatiana es consciente de que «no resulta fácil salir» de ese ambiente tóxico. En su caso, por ejemplo, nunca se lo contó a sus seres queridos ni a su entorno cercano antes de ocurriera el ataque.

Advierte de que «desde fuera todo se ve muy fácil», pero para la perjudicada no lo es. Y pide a quienes se hallan alrededor de la víctima «que no sean machaconas» en sus consejos para que traten de abandonar el maltrato. Y reclama que ese entorno tenga una actitud empática con la afectada, «porque, a lo mejor, quiere salir, pero no puede». Durante el juicio por su caso, celebrado en octubre del 2021, Tatiana declaró que tenía miedo a denunciar al acusado, pues «me hubiese matado a mí y a mis hijos».

El autor del asesinato en grado de tentativa, Moby M., ya fue condenado en sentencia firme a 14 años y 11 meses de prisión, tras recurrir la resolución de la Audiencia Provincial. Los hechos ocurrieron el 3 de mayo del 2020, en pleno confinamiento, en un piso del barrio de Miramar, en Ofra. La víctima fue apuñalada y degollada por la persona con la que tuvo una relación durante una década, que siempre mostró una conducta de control y de celos.

Suscríbete para seguir leyendo