Entrevista

El periodista Jesús Ortiz: “Escribir mis memorias no serviría más que para alimentar morbos innecesarios”

“Estar informado es una obligación ciudadana”

“La falta de rigor es el peor cáncer del periodista”

“La polarización impulsa a las audiencias a ‘clasificar’ a los periodistas”

Jesús Ortiz, en una simpática fotografía tomada en uno de sus viajes por España

Jesús Ortiz, en una simpática fotografía tomada en uno de sus viajes por España / ANA TOGORES

Rafa López

Al otro lado del teléfono, Jesús Ortiz Álvarez (Oviedo, 24 de diciembre de 1949) suena tremendamente afable en el trato, distendido y, como él mismo diría, moderadamente feliz. Jubilado desde hace tres años de su relación laboral, pero no de su profesión, este asturiano, hijo y padre de periodistas –su madre era la periodista radiofónica Menchu Álvarez del Valle y su hija es la reina Letizia–, sigue ejerciendo como comunicador independiente. Transmite pasión cuando habla de su oficio, que mamó –literalmente– en los estudios de radio con su madre y que lleva ejerciendo desde los 19 años. De esto versa en gran parte esta entrevista, prácticamente la primera que ha concedido en las últimas dos décadas, y realizada mediante correo electrónico y conversación telefónica. Rehusó amablemente responder a otro tipo de cuestiones.

La excusa para conocer mejor a Jesús Ortiz es que ha escrito un extenso reportaje sobre Baiona en Escritura Pública, revista del Consejo General del Notariado de España, publicación que dirige su esposa, Ana Togores. Lleva casi un cuarto de siglo escribiendo estos artículos (el próximo versará sobre Alhama de Murcia y sus Mayos), en los que une varias de sus grandes pasiones: la cultura, la historia, los viajes y el periodismo. Ortiz, de 74 años, es un gran amante de Galicia y a principios de los 80 estuvo de vacaciones con su familia en Baiona.

¿Qué le movió a escribir ahora un artículo sobre Baiona?

Me movió el hecho de que hay una actividad cultural recurrente, también festiva, basada en un pasaje histórico del que, como mínimo, merece la pena hacerse eco. Me refiero, claro está, a la celebración de la Arribada. Habrá quien piense que no es tan importante conmemorar quién fue el primero en dar cuenta, al orbe conocido en el siglo XV, de que unos aventureros consiguieron hacer el viaje de ida y vuelta entre España y “Las Indias” por una ruta hasta entonces desconocida, porque lo verdaderamente significativo es haber logrado completar el viaje. Sí, bueno... Y ya sé que Martín Alonso Pinzón era marino y no periodista, pero ¡qué emocionante dar una primicia de esa categoría! Más que suficiente motivo de celebración.

Lleva tiempo haciendo con regularidad estos reportajes...

La sección ‘Al Encuentro’ de la revista Escritura Pública, que edita el Consejo General del Notariado de España, se acerca en cada número a una población española para hablar de ella aprovechando una actividad cultural. Esto lo vengo haciendo desde el año 2000, en que se inició la publicación. Como es bimestral, ya son 145 los “encuentros” que hemos contado. Lo de hablar de Baiona en el número de enero-febrero de 2024 (podría haberse hecho antes o después, ciertamente) se fraguó hace un año en conversación con un colega y buen amigo, Jorge Alonso, que tiene su casa en Baiona. Como lo hablamos justamente a finales de febrero de 2023, a punto de la Arribada anterior, y el espíritu de ‘Al Encuentro’ es contar las actividades antes de que tengan lugar, intentando provocar interés por la visita, pues dejamos el reportaje para este año.

¿Qué le inspiró a trabajar en el periodismo? ¿Tuvo algún mentor?

Creo que se me puede aplicar, en el más estricto sentido, lo de que “mamé la radio”. Corrijo: mamé en la radio, porque mi madre [la periodista asturiana Menchu Álvarez del Valle, fallecida en 2021] ya trabajaba en el medio cuando yo nací y no eran tiempos de permiso por maternidad, así que tocaba alimentar al niño en el trabajo (normalmente, el locutorio). Desde muy pequeño ponía voces a anuncios y en las obras de teatro leído que se grababan para emitirlas antes de la hora del cierre de emisión. En fin: que ahí empezó todo. Tengo recuerdos emocionantes de muchas tardes adolescentes ayudando a mi madre a buscar documentación o de las charlas con el que era director de la emisora (Radio Oviedo) y del periódico La Nueva España, de Prensa Ibérica, Paco Arias de Velasco. Más o menos a los diez años ya había decidido que yo quería dedicarme a todo lo que tuviera que ver con la comunicación.

¿Cómo ha evolucionado el periodismo desde que comenzó?

Mis inicios tienen lugar cuando aún está vigente la restrictiva Ley de Prensa de 1966, cuyo artículo segundo fue derogado en un Real Decreto del 77. Es decir, pasamos de la censura (no se podía publicar nada que no estuviese aprobado por la correspondiente delegación de Información y Turismo) a una progresiva libertad de expresión. Se abrió ahí un periodo, digámoslo así, dulce desde el punto de vista de las posibilidades profesionales, aunque los salarios no fueran suficientes para llegar a fin de mes, sobre todo en los medios de “provincias”. Paréntesis: menos mal que el pluriempleo estaba normalizado.

Llegó entonces un bum de la profesión periodística.

Los progresos técnicos (FM, televisión, offset color para las rotativas) hicieron crecer las audiencias, se necesitaron más periodistas que alimentasen tantas horas y páginas como se producían a diario y las editoras vieron florecer su negocio. El periodista podía trabajar con un alto grado de rigor y la sociedad reconocía su labor. Esto fue así hasta que la irrupción de internet, con sus infinitas posibilidades de acceso, se puso de acuerdo con los conflictos económicos mundiales y el periodismo se vio atrapado entre dos crisis: la económica y la del modelo de negocio.

Me apresuro a recordar aquí que «periodismo» es la suma de dos elementos principales: empresa editora y periodista. No existe periodismo si falta una de las dos patas. Quienes piensen que hoy, tecnológicamente, cualquier periodista puede publicar en las redes sin necesidad de una editora, den, por favor, una vuelta a la reflexión; porque publicar con sentido periodístico, aunque no se monetice lo publicado, es hacer también una labor editorial.

Así que, inmersos en esa doble crisis que antes decía, las editoras empiezan a endeudarse, los despidos de periodistas a multiplicarse (sobre todo de profesionales maduros que no tienen tiempo a ejercer una labor de transmisión de conocimiento con los jóvenes) y la calidad de la información a ceder frente a la cantidad; volumen, no importa lo que se diga. Llegamos así a la falta de rigor, que es el peor cáncer del periodista; pero para ser riguroso hace falta tiempo... y hoy los periodistas no tienen tiempo para investigar o consultar varias fuentes porque sus empresas les piden generar contenido, el que sea, lo más rápido posible (y mejor que aporte muchos clics). Habrá casos excepcionales dignos de aplauso, pero son los menos.

¿Cuáles son los desafíos más significativos a los que enfrentan los periodistas hoy en día?

El panorama no es fácil para el nuevo periodista: enorme desequilibrio entre nuevos graduados y creación de puestos de trabajo (más bien se destruyen), contratos mayoritariamente temporales, salarios que no cubren las necesidades básicas. No: el panorama no es alentador. Tampoco ayuda la polarización sociopolítica, y esto es un fenómeno mundial, que impulsa a las audiencias a “clasificar” a un periodista en la medida en que le incluyan o excluyan de su cámara de eco. Lo que veo de positivo es que la sociedad sigue manteniendo el criterio mayoritario de que sin periodismo no hay democracia. Creo que, mientras esto sea así, no está todo perdido.

¿Sigue interesado por la actualidad o procura desconectar de ella?

Creo que estar informado es una obligación ciudadana. Y además me satisface hacerlo: la radio por la mañana, enterarme de las últimas noticias en el móvil, dedicar algún rato a un medio impreso (la vista, el tacto, el olor a tinta y papel) y ver si hay alguna pieza interesante, a última hora de la tarde, en los telediarios.

Otro periodista de origen asturiano, José María García, solía decir: “valgo más por lo que callo que por lo que cuento”. ¿Por su condición de periodista le supone un esfuerzo mayor esta discreción que mantiene?

El periodista, sobre todo aquel que trabaja en aspectos políticos, debe de ser equilibrado. No ser ni de un lado ni de otro, por decirlo de otra manera. Yo tampoco estoy ahora en primera línea del periodismo, ni lo he estado en los últimos 25 años, salvo un año y medio en Zaragoza, donde estuve dirigiendo una emisora y un proyecto de televisión. Lo de la discreción no tiene mucha más vuelta de hoja. Simple y llanamente me siento más cómodo en este punto de discreción. Se suele confundir cualquier cosa con periodismo. Hay determinadas publicaciones que ni hacen periodismo ni las hacen periodistas. Y usted y yo sabemos a qué nos estamos refiriendo.

Tiene perfil en X (antes Twitter), una red social que abandona mucha gente, sobre todo con cierto perfil público, porque dicen que está lleno de gente tóxica que solo critica. Es una actitud valiente por su parte.

Hace mucho que estoy en Twitter, desde 2012. Cuando nació era una red de microblogging. Es decir, un sitio donde tú podías tener una opinión o comentar algo que veías y que te parecía comentable. Y punto. Yo lo sigo usando así. Si alguien responde lo contrario a algo que tú has dicho, escucho o puedo debatir con él. Pero aquel a que se empieza a poner torpe con distintas insinuaciones, pues le bloqueo y punto pelota [ríe]. Y me quedo tan tranquilo.

¿Fuera de su vida profesional, ¿tiene alguna afición que le apasione especialmente?

La música, en primer lugar. Soy “músico” de oído y me puedo tirar horas intentando sacar los acordes a la guitarra de una canción que me haya gustado o a hacer mi propia versión de piano. Leo constantemente, pero muy poco de ficción. Me provocan especial interés los artículos científicos y las investigaciones sobre aspectos históricos. Y, por supuesto, todo lo que cae en mis manos relacionado con la comunicación, sobre todo la comunicación interpersonal y las formas de lenguaje verbal y no verbal. Si hablamos de viajes, que también está en mi lista de cosas deseables, me gusta ir en busca de sensaciones. Algo apasionante, por ejemplo, es leer un libro o una investigación en que se describen paisajes, construcciones, vestigios, costumbres... e ir a comprobar si lo que he imaginado con la lectura se parece a la realidad. Con respecto a Galicia y a los reportajes de ‘Al Encuentro’, un ejemplo de lo que estoy contando es pasar del libro El bosque de los cuatro vientos, de María Oruña, a recorrer el antiguo Monasterio de Santo Estevo, en el municipio orensano de Nogueira de Ramuín, para reflejar luego algunas sensaciones en el consiguiente reportaje (Escritura Pública nº 133, enero-febrero de 2022). Esto sería un ejemplo de algo apasionante a medio camino entre la vida profesional y personal, ¿no?

¿Tiene en mente la posibilidad de escribir unas memorias?

[Breve silencio] No sé. Lo he pensado alguna vez. Ahora creo que no lo haría. No serviría más que para alimentar morbos innecesarios. No quiero dar pie a nada. Hay un refrán en castellano que dice: “el que quiera comer peces, que se moje el culo”. Pues eso, el que quiera, que se lo trabaje.

No le voy a dar yo motivos a nadie para que llene páginas, opiniones y horas de televisión y radio. No tengo ningún interés. Tengo más que perder que ganar con esas cosas, no merece la pena.

"Pinzón puedo llegar a Baiona entre el 18 de febrero y el 1 de marzo de 1493"

¿Cómo se documentó para escribir el reportaje sobre Baiona?

La pieza tiene dos partes. En la primera se habla de la población, de algo de su historia, de las sensaciones que provoca pasear por sus calles o por las rutas de senderismo y naturaleza próximas, de su ambiente... En la segunda parte se reseña la actividad cultural que justifica el reportaje. La documentación sobre la primera son relatos e investigaciones históricas, como el trabajo de Beatriz López Otero, Monterreal de Baiona. Transformaciones de un monumento, o el de M.ª Montserrat León Guerrero, Martín Alonso Pinzón dio la primera noticia del Descubrimiento, entre otras. Para la segunda parte me basé en las distintas reseñas existentes de Arribadas anteriores.

Algo novedoso en su artículo es afirmar que Pinzón pudo no haber llegado exactamente el 1 de marzo de 1493 a Baiona. ¿En qué se basa? 

Comento sólo que, según las distintas investigaciones históricas, Pinzón pudo llegar a Baiona entre el 18 de febrero y el 1 de marzo. Lo que parece indiscutible es que llegó a la Península unos días antes que Colón, este arribó a Lisboa el 4 de marzo según se deduce de los documentos de la época, y que fue el “firmante” de la primicia que decía antes.

Los Reyes Católicos llegan a Baiona para darle el título de “Monte Real” a “Monte Boi” a pesar de ser pasados a cuchillo en ese castillo a los partidarios de Isabel frente a Juana la Beltraneja. Pedro Madruga era partidario de la Beltraneja. ¿Esto sería compatible con la teoría de que Colón y Pedro Madruga podrían ser la misma persona?

Me he permitido reproducir en el reportaje el párrafo de una carta puebla (emitida en Burgos el 15 de enero de 1497), otorgada por los Reyes Católicos al pueblo de Bayona de Miñor, en la que muy escuetamente sugieren que la población de la dicha Villa se pasase é mudase a Monte de Buey que es junto con la dicha villa que agora Nos mandamos llamar Monte Real. No he leído otros documentos que expliquen por qué los soberanos de Castilla decidieron el cambio de nombre. Por otro lado, aunque el pontevedrés Pedro Álvarez de Soutomaior, apodado “Madruga”, forma parte de la historia de Baiona y, qué coincidencia, aquí llega La Pinta tras el primer viaje colombino, no he profundizado en el posible cambio de identidad del mariscal de Baiona por quien fuera posteriormente almirante de la Mar Océana. Únicamente he leído la entrevista que publicó Faro de Vigo, de Prensa Ibérica, (Susana Regueira, 6 de octubre de 2013) con Modesto Manuel Doval, cuando este presentó su obra Cristóbal Colón. Señor feudal gallego, donde se habla de esa posibilidad. 

Diego Carmona y Vasco Gómez fueron baioneses que participaron en la primera vuelta al mundo de Elcano y Magallanes. García Sarmiento pilotó la Pinta arribando a Baiona. ¿Conocemos poco la historia de estos hombres que usted cita en el artículo?

Conocemos muy poco de infinidad de personas que tuvieron papeles destacados en los distintos acontecimientos que han ido dando forma a nuestra historia. En el reportaje, hago referencia a estos marinos al hablar del Museo Casa de la Navegación. Citar a García Sarmiento era casi obligado para hablar de la Arribada. Y, puesto que llevamos un par de años rindiendo merecido homenaje a los marinos a los que el globo terráqueo dedicó la frase Primus circumdedisti me, ¿cómo olvidarnos de dos baioneses que formaron parte del selecto grupo en dar la primera vuelta al mundo?

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