Dolor profundo en Moya. La muerte de Eduardo Pérez Sosa, el camionero de 46 años que el pasado viernes perdió la vida al volcar su transporte en una incorporación a la Circunvalación, ha puesto de luto a la villa del norte de Gran Canaria, que ayer se volcaba con su familia en el tanatorio municipal. El fallecido, casado y padre de dos niñas, una de 7 años y la otra una bebé de 4 meses; era un apasionado del motor. Parte de su vida estuvo vinculada a los coches, primero como mecánico y después a los mandos de un Citroën ZX con el que participaba en pruebas de automovilismo.

Vecino del barrio de Carretería, Eduardo Pérez era muy conocido en el municipio. Durante muchos años estuvo trabajando como mecánico e incluso regentó una tienda de autorrepuestos. Su amor por el motor le hizo adquirir un vehículo en Galicia con el que compitió en pruebas de automovilismo, tanto rallys y subidas, como en el circuito de velocidad de Tarajalillo.

Su hermano Antonio Pérez, también piloto, recordaba ayer con emoción la foto de una victoria suya en la que aparece acompañado de Eduardo, que se encargó de la mecánica, en el mencionado circuito. Y es que el camionero, junto con su sobrino Alejandro, se encargaron de mimar el Citroën ZX de Antonio para que todo saliera a pedir de boca.

Otra de las pasiones de Eduardo Pérez Sosa eran los camiones. Después de dejar la mecánica, comenzó de transportista con articulados. Precisamente uno de estos era el que llevaba la madrugada del pasado viernes. Iba a hacer una ruta sencilla: del Puerto a Mercalaspalmas para llevar una plancha cargada de frutas. En un día normal, el trayecto le hubiese costado unos quince minutos por la Avenida Marítima hasta la autovía del Sur para después coger el desvío a Marzagán. Sin embargo, antes de ayer, el túnel de La Laja estaba cerrado por obras y este vecino de Moya, quien estaba acompañado por un amigo, decidió tomar el subterráneo de San José para incorporarse a la Circunvalación y ya después bajar al centro de distribución de alimentos.

Justo en la conexión de la GC-31 con la GC-3, en una curva estrecha y larga a derechas, ocurrió el fatal accidente. La cabeza tractora y la plancha volcaban en el margen izquierdo, sobre los quitamiedos y llevándose por delante varias farolas. Los dos ocupantes del vehículos llevaban puesto el cinturón. El copiloto salió ileso, pero el conductor quedó atrapado entre el amasijo de hierros que se había creado al deformarse la cabina.

Faltaban sólo dos minutos para las tres de la madrugada y un amplio dispositivo se movilizó hasta el lugar. El objetivo: rescatar a Eduardo Pérez. La tarea no era sencilla. El camionero tenía los pies y uno de los brazos atrapados. Así, los bomberos de Las Palmas de Gran Canaria comenzaron a trabajar con suma delicadeza para evitar que el afectado sufriera más lesiones. El conductor permaneció en todo momento consciente. Los propios agentes que intervinieron en el servicio destacaron su fortaleza. En el lugar también se personaron médicos del Servicio de Urgencias Canario (SUC), quienes procedieron a amputarle un brazo.

Los trabajos se alargaron durante casi seis horas, pero, finalmente, los bomberos conseguir liberar a Eduardo Pérez, que fue trasladado de urgencia al Hospital Insular de Las Palmas de Gran Canaria. Sus heridas revestían gravedad, pero lo que no imaginaban es que su vida estuviera en peligro. Sus familiares tampoco. Su hermano Antonio apuntó ayer que estaban esperanzados. La pérdida del brazo era un mal, pero parecía que se encontraba bien. Sin embargo, cuando ingresó en el hospital su estado empeoró y poco después se confirmó su muerte. "Ha sido un palo muy duro", señaló Antonio.