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El caso de las fiestas sexuales en Ayagaures Una trama muy extendida

La red de las '18 Lovas' captó a adolescentes de quince años

El presunto proxeneta buscaba en centros de menores e Instagram a niñas atractivas para embaucarlas

La red de prostitución de las "18 Lovas", nombre de la agencia que seleccionaba a las menores, en la que están implicadas seis personas del distintos municipios de Gran Canaria, buscaba a sabiendas a niñas que llegaban a contar con apenas 15 años en los centros de menores y a través de la red social Instagram, donde se encuentran las niñas más guapas de Canarias, llegaron a manifestar.

El supuesto proxeneta, Agustín Alemán, Yino, organizaba fiestas en locales de prestigio para dar a conocer su agencia '18 Lovas', que servía como plataforma para captar a las adolescentes y embaucarlas para ofrecer sexo a un grupo de clientes muy selecto, de medio y alto poder adquisitivo, que garantizaba elevados ingresos. Junto a Agustín Alemán Barreto, que sigue en prisión, por este caso se encuentran en libertad con cargos Eugenio Hernández León, Antonio D'Ascenzo, Emilio Cabrera Trujillo, Emilio Cabrera Caballero y Domingo Hernández Tarajano, que también pudieron ejercer de conseguidores.

La investigación sobre el caso de las '18 Lovas' ha podido constatar que las personas implicadas conocían que las chicas eran menores de edad. Entre otras razones, por el aspecto físico aniñado de algunas de ellas. Entre las muchas conversaciones intervenidas a Agustín Alemán, de Agüimes, conocido por Yino, una de ellas le pide que le hable rápido por teléfono "porque está en el recreo", cuando trataba con ella para hacerle un ofrecimiento para conocer con 'Toni el italiano', en alusión a Antonio D' Ascenzo, que también está en libertad con cargos por este caso.

Los investigadores sitúan a Yino como el reclutador de chicas jóvenes para introducirlas en el mundo de la prostitución, pero también para satisfacer sus apetitos sexuales con ellas. El empresario es el representantes de una agencia que supuestamente seleccionaba modelos, gogós, azafatas y animadoras, conocida como '18 Lovas', pero que en la práctica servía como tapadera para luego presionarlas para que aceptaran servicios sexuales con una serie de clientes.

La trama de prostitución encubierta buscaba a las chicas organizando eventos en locales de prestigio, para darles credibilidad y una mayor proyección, que luego les serviría para abrirles las puertas a los servicios sexuales. Y para ello también se adentró en redes sociales como Instagram, de la que se llega a decir que en ella se encuentran las jóvenes más atractivas de las Islas. Pero también se hace mención a adolescentes de centros de menores que tutela el Cabildo, y que muchas de ellas de familias con problemas tienen carencias económicas, por lo que terminan en la prostitución para costear sus gastos cotidianos.

Yino trabajaba con amigos, colegas y con un selecto grupo de clientes con un medio y alto poder adquisitivo, que frecuentan el mundo de la prostitución. Así los organizadores para darles más importancia a los servicios sexuales a los que algunas se resistían en un primer momento, se llegaba a explicar a a las chicas que trabajaban con las personas más ricas de las Islas. Los investigadores determinan que la trama se estaba expandiendo por muchos municipios de Gran Canaria, al disponer de viviendas que servían como prostíbulos encubiertos por su discreción y apariencia de residencias rurales.

Desnudas en la piscina

Así una de las menores acaba confesando que habían estado en la finca de Ayagaures, donde su propietario Eugenio Hernández solía organizar fiestas y ejercía también como cliente, sin que los vecinos supieran el mundo que ocurría en el interior del edificio. Pero no era la única casa destinada a estos fines. Había casas en municipios por toda la Isla.

Las fiesta de Yino solían contar con ocho chicas, a las que se comprometían a pagar 50 euros por acudir. Una vez en la entrada, seleccionaban a cuatro de ellas para mantener relaciones sexuales con adultos. En Ayagaures, por ejemplo, la fiesta empezaba con un baño en una piscina de hidromasaje. Los adultos que habían elegido a las cuatro chicas querían que se desnudaran y se metieran en la piscina con ellos y luego seleccionaban a quién llevaban a la habitación. En una ocasión, las jóvenes se negaron y renegociaron las condiciones. Exigieron 100 euros por ir a la fiesta y reclamaron más para las que mantuvieran relaciones sexuales completas. Y así de fiesta en fiesta, hasta que llegó la Policía.

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