Antonio, el vecino de Gáldar que salvó la vida a su padre y su hermano en un incendio: “No soy ningún héroe”

Antonio Perdomo entró en la vivienda familiar a tientas, sin poder ver nada, y con la compañía de su mujer Carmen Rey para salvar a sus familiares, ambos enfermos y que padecen de movilidad reducida

Antonio Perdomo recuerda con pelos y señales todo lo ocurrido la noche del pasado martes cuando un incendio en su casa familiar de Gáldar hizo que tuviera que entrar a tientas por el intenso humo para salvar la vida a su padre y a su hermano. “No soy ningún héroe”, recalca en dos ocasiones durante la entrevista para dar mayor importancia a la cadena humana que se formó para que actuaran a tiempo. “Nos dijeron que si hubiésemos tardado cuatro minutos más, hubiesen muerto”, añade.

Esa cadena de la que habla la inició Roberto Guzmán, que vive enfrente del número 10 de la calle Calatayud en el que se originaron las llamas. Fue él quien, pocos minutos antes de la medianoche del martes, vio cómo un intenso humo salía de una pequeña ventana situada sobre una de las puertas. “Me dijo que había humo, que avisara a la Policía”, cuenta su padre Paco Guzmán, quien bajó a la calle para intentar entrar en la vivienda. Le pegó varias patadas, pero no hubo manera.

Otra vecina, Sandra, fue quien llamó a los familiares de los dos hombres para informarles de lo que estaba pasando. Antonio Perdomo estaba desnudo y en cuanto se vistió corrió junto a su pareja Carmen Rey las tres calles que le distancian de la casa de sus padres en el barrio galdense de La Montaña. “Al principio quise entrar por la puerta delantera, la de la calle Calatayud, y le pedí un trapo mojado a Paco”, recuerda Perdomo. Pero él también se dio cuenta de que era imposible, no sólo porque no había forma de tirar abajo la puerta, sino porque las llamas y el humo que estaban concentrados en esa zona del inmueble lo hubiesen hecho inviable.

Pepitín tira la puerta

En esos momentos de tensión tomó la decisión de ir a la puerta trasera, pese a que sabía que estaba cerrada con llave y que iba a ser difícil entrar. Ahí fue cuando actuó Javier Oliva, más conocido como Pepitín, que después de varias patadas logró tirar parte de la puerta que les permitió meterse por un hueco y abrirla. Antonio no se lo pensó y decidió introducirse en la oscuridad pese a que no se veía absolutamente nada por el humo y porque la casa ya no tenía electricidad. “La conozco con los ojos cerrados”, apunta este hombre, quien a tientas fue recorriendo los pasillos.

En el salón, frente al dormitorio donde duerme su padre de 88 años y enfermo de Alzheimer, se encontró a su hermano, de 47 y que padece de una enfermedad que le reduce considerablemente la movilidad, con una linterna en la mano. Detrás, acompañándole, iba su mujer Carmen, quien se encargó del vástago mientras que Antonio se puso con su padre que a esas horas estaba durmiendo. “No se quería mover”, comienza a describir. “Pero tiré de él, después se me cayó en el salón, luego se agarraba en algunos lados porque no se quería ir”. El octogenario, dada su enfermedad, no llegaba a entender bien qué era lo que estaba ocurriendo en su casa.

Intubado en el hospital

Todos consiguieron salir vivos del inmueble que estaba completamente inundado de humo. “Nos dijeron que si hubiésemos tardado cuatro minuto más, probablemente hubiesen muerto”, apunta. La Policía Local, los bomberos del Consorcio del parque de San Isidro y las ambulancias llegaron “muy rápido”, como apunta Sandra. Antonio al principio pensó que estaba bien, que no le ocurría nada. Pero pronto se notó algo en la garganta. “Me picaba”, comenta.

Y entonces descubrió que “escupía negro". "La saliva era cada vez más negra”, agrega. Tanto él, como su mujer Carmen, su hermano y su padre tuvieron que ser atendidos y evacuados en varias ambulancias al hospital, donde poco después recibieron el alta todos menos su hermano, quien continúa en el Doctor Negrín. “Lo tuvieron que intubar e ingresarlo en la Unidad de Medicina Intensiva (UMI)” debido a la enfermedad que padece. Ya hoy está consciente y se espera que en las próximas horas sea trasladado a planta después de que realizaran diferentes pruebas que descartaron cualquier tipo de afectación pulmonar grave.

Antonio Perdomo señala la zona donde se inició el incendio.

Antonio Perdomo señala la zona donde se inició el incendio.

Antonio Perdomo lo repite: “No soy ningún héroe, los salvamos gracias a un trabajo que hicimos entre todos los vecinos”. Lo dice mientras recorre la vivienda completamente ennegrecida por el hollín, con las escudillas que dejó la noche anterior del incendio aún preparadas sobre el poyo de la cocina para que su padre y su hermano desayunaran en cuanto se despertaran, y mientras recibe la ayuda de esos mismos vecinos que ahora retiran los objetos y muebles afectados por el incendio.

Ayuda de las administraciones

También se planta junto a la mesa donde, supuestamente, comenzó el incendio. Sobre ella, derretidos por el calor, un ordenador, una impresora y un viejo antiguo reproductor de vídeo BETA donde se cree que algún tipo de cortocircuito pudo generar las primeras llamas que, unidas al plástico, provocaron la intensa humareda que ha ocasionado importantes daños en la vivienda.

Paco Guzmán muestra sus manos ennegrecidas durante la limpieza de la vivienda.

Paco Guzmán muestra sus manos ennegrecidas durante la limpieza de la vivienda.

Ahora espera recibir algún tipo de ayuda por parte de las administraciones locales. Personal de la concejalía de Limpieza del Ayuntamiento de Gáldar ya acudió esta mañana al domicilio para evaluar si le pueden prestar colaboración. Antonio Perdomo solicita asimismo atención sociosanitaria para su padre, enfermo de Alzheimer, y su hermano, un exelectricista del buque español Esperanza del Mar que ha sufrido varios ictus que le ha reducido casi por completo su autonomía. Ahora, ambos, se han visto sin casa después del incendio.