Caridad Romero, reconocida por los graduados sociales por ser la primera mujer colegiada en Canarias

La experta en relaciones laborales continúa en activo a sus 80 años después de cinco década de una vocación sin fisuras | "Siento ilusión y agradecimiento", sostiene

Caridad Romero, cinco décadas de vocación como graduada social sin fisuras

Caridad Romero, cinco décadas de vocación como graduada social sin fisuras / Juan Carlos Castro

Con cincuenta años de trayectoria a sus espaldas, la ilusión de Caridad Romero por su trabajo como graduada social se mantiene intacta. Poco antes de ser reconocida por sus compañeros de profesión por esa dilatada experiencia -fue la primera mujer en colegiarse en las Islas-, afirma sentirse agradecida porque hayan podido ver su dedicación en una profesión cambiante que le obliga a estar siempre «con las antenas puestas».

Caridad Romero está radiante. Pese a una dolencia en una rodilla y un "trancazo importante", decidió coger el avión desde Lanzarote y estar en las primeras Jornadas Laboralistas del Consejo Canario de Graduados Sociales. Primero, para poder actualizarse en una profesión en cambio constante. Y segundo, porque recibe un homenaje de sus compañeros y compañeras por su trayectoria profesional de cinco décadas y ser la primera mujer que, en 1972, se colegió como graduada social. A sus 80 años, sigue en activo y enamorada de su profesión. Una vocación que no tiene fisuras.

Sentada en la entrada del hotel Santa Catalina, donde se desarrolla el congreso, la mujer bromea con su ausencia en las ponencias de la mañana: "Creo que, a mi edad, me lo perdonarán". Su carné de colegiada refleja el número 16, mientras que en Lanzarote ostenta el número 1, al ser una de las impulsoras de ese Colegio. Recuerda que fue ella la segunda persona que ejerció como graduada social en la isla en aquel lejano 1972, pero que ahora son "más de 90". Mucho ha cambiado, no solo en su profesión, sino también en la propia isla en todo este tiempo. "Nadie quería ir a Lanzarote porque decían que en comisión de servicio -a lo mejor un mes-, pues que como que no, que no había luz, que no había agua. Bueno, de risa. Total que nadie quería ir y yo, una novelera perdida, dije que iba", explica. Y ahí comenzó una relación amorosa idílica con su paisaje y sus gentes.

Llegó a Lanzarote en comisión de servicio y se enamoró de la isla y sus gentes, a las que ha consagrado su vida

En ese momento, Romero era funcionaria del departamento de Vivienda en Las Palmas, después de haber conseguido aprobar la oposición. Al acabarse la sustitución, pidió el traslado a la isla, pero se lo denegaron al no haber plaza. "Y yo renuncié a la oposición y abrí una puerta. O sea, me arriesgué. Así que tiré por la borda una oposición con lo que costaba sacarla en aquella época", cuenta con una mezcla de nostalgia y orgullo en su voz.

Una profesión en continuo cambio

Sobre la profesión a la que ha decidido consagrar su vida, afirma categóricamente que es necesario "quererla mucho" para poder ejercerla. "Y es tan móvil que no paras. En esta profesión no te aburres, y siempre vas con las antenas puestas", indica. Y es que la de graduado social es una profesión en continuo cambio, sujeta a las variaciones no solo del poder legislativo sino también de la judicatura y sus resoluciones: "Viene la sentencia, viene el Supremo, y le da también la vueltita".

Caridad Romero, feliz, durante la entrevista con LA PROVINCIA en el Hotel Santa Catalina.

Caridad Romero, feliz, durante la entrevista con LA PROVINCIA en el Hotel Santa Catalina. / Juan Carlos Castro

Esta es una cuestión que quien quiera convertirse en graduado social debe tener en cuenta, pero también está el hecho de permanecer siempre "en el medio, por lo que se reciben tortas de todas partes". "La administración que te zurra, porque te atasca con normativa, y luego la empresa y el trabajador que, como te vaya mal, te echan la culpa a ti", esboza la mujer, que pese a todo ello se considera una enamorada de su trabajo, el cual considera "entretenidísimo". Sobre la jubilación, de hecho, no quiere ni oír hablar: "O sea, qué aburrimiento, si no puedo seguir". Un despacho que ahora lidera su hija y que le ha permitido tener algo más de descanso. Entiende, pese a las bromas, que no tardará mucho tiempo en pasar definitivamente el testigo, ya que una "debe saber también retirarse a tiempo y no empeñarte en decir que estás en el candelero hasta el final".

La "locura" del Covid

Pese a su dilatada trayectoria, asegura que la situación provocada por el Covid ha sido "la locura y la tomadura de pelo más grande" que pudo ver en toda su vida. "Había una norma a las ocho de la mañana. A las nueve y media de la mañana, cuando tú ya tenías medio trabajo hecho y aplicado, cambiaba esa norma. Tenías que volver a rehacer todo lo que habías hecho. Pero es que a las tres horas y media, venía otra norma distinta", apunta. Y así todos los días. Un ajetreo que fue "inhumano" para los despachos y que nunca nadie "reconocerá el trabajo que se hizo en esa época". "Y ahí se veía el espíritu siempre de sacrificio que tiene nuestra profesión. Y el amor propio de decir, no te voy a dejar sin hacer, porque la empresa depende de ti. Hablamos de empresas pequeñas y medianas que confían en ti... No los vas a dejar así", insiste Romero.

«El Covid fue la mayor locura y tomadura de pelo que yo he visto en toda la historia», afirma Romero, categórica

Cuando fue a la Universidad de Oviedo a estudiar la licenciatura no existía el término ERTE, que tan de moda se ha puesto desde que el estado de alarma y el confinamiento obligaran a muchas mercantiles a mandar a su personal a casa. Y es que muchas cuestiones han dado un giro de 180 grados desde que Caridad Romero se convirtiera en la primera mujer colegiada como graduada social en las Islas. "La esencia del trabajo, eso sí, es siempre la misma: trabajador y empresario", asegura para luego añadir que es verdad que las nuevas generaciones tienen "otra mentalidad" y discuten de otra manera estos temas, pero que, pese a todo, "la empresa sigue siendo la empresa, y el trabajador sigue siendo el trabajador".

Con cincuenta años en la profesión a sus espaldas, reconoce que ha recibido varios premios, tanto a nivel regional como nacional. Pero también que a este le tiene especial cariño porque son los suyos los que la premian. "He ejercido con entusiasmo, y fíjate que se han dado cuenta", afirma para luego concluir, emocionada: "Siento ilusión y agradecimiento".

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