Sabor a pata asada en los supermercados

El Calero y Los Mocanes unen sus conocimientos para mantener intacto el proceso tradicional

Benyara Machinea

Benyara Machinea

Pata Canaria Artesana une los conocimientos de El Calero y Los Mocanes en la producción tradicional con hornos de piedra volcánica, ahora enfocada en productos para superficies de alimentación.

El asado tradicional de la pata es un proceso pausado que cada vez queda más atrás frente a los hornos eléctricos y de vapor, que permiten reducir a la mitad la duración del cocinado. Sin embargo, las diferencias entre las piezas son notables desde el momento del primer corte. Es por esto que hace cuatro años las empresas de Pata El Calero y Los Mocanes decidieron agruparse para unir fuerzas y mantener su producción en hornos de piedra volcánica. Rebautizados como Pata Canaria Artesana, empezaron cocinando para restaurantes y bares de la Isla pero la pandemia marcó su actividad y optaron por enfocarse en las grandes superficies de alimentación. 

Ahora sus productos se pueden encontrar en supermercados de todo el Archipiélago, como El Corte Inglés, Dinosol, Lidl, Aldi o Dialprix y aspiran a alcanzar también el mercado peninsular a finales de año. "Elaboramos la pata asada tradicional, como se hacía desde que empezó esta tradición originaria de Sudamérica y especialmente de los países de Venezuela y Cuba", explicó Valentín Parejo, uno de los propietarios de la empresa ubicada en Salinetas junto a Miguel Barrera

"Seguimos con un proceso que empezó en Sudamérica, específicamente en Cuba y Venezuela"

Los Mocanes, con 52 años de historia, es uno de los negocios más antiguos dedicados a la producción de pata asada de la Isla. Con un local en La Isleta, en Las Palmas de Gran Canaria, empezaron asando pollo hasta que se animaron a incluir la pata en su menú. Precisamente fue el padre de Barrera el que arrancó con la actividad antes de pasar el testigo a su hijo, que también es veterinario y siempre estuvo estrechamente ligado al establecimiento. 

Domingo Barrera, uno de los empleados de la empresa, guarda las piezas empaquetadas y listas para entregar.

Domingo Barrera, uno de los empleados de la empresa, guarda las piezas empaquetadas y listas para entregar. / ANDRES CRUZ

En 2019 decidieron unirse a la empresa de El Calero, que empezó su actividad en 1998 en un local ubicado en el barrio teldense. "Nos unimos las dos empresas para poder tener más fuerza en todos los órdenes, financiero y de trabajadores, porque a El Calero por sí solo le costaba mucho. No éramos capaces de vender lo suficiente para cubrir todos los gastos, pero los meses que llevamos juntos está yendo bastante bien y estamos muy contentos", aseguró Parejo. 

Cada día empiezan a calentar los hornos a las cuatro de la mañana para elaborar sus dos marcas, una hecha a base de sal y la otra inyectada con una infusión de productos naturales como tomillo, orégano, ajo y laurel. Ahora afrontan el reto de mantener intactos los precios pese a la subida de costes por la inflación. "Nos hemos librado de que no gastamos mucha luz porque estos hornos mantienen el calor", enfatizó el propietario.

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