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Una película de terror

Montilivi: el escenario de una historia de terror amarilla

La UD de Jémez encajó una de sus mayores goleadas (6-0) en su última visita a Gerona

Cristhian Stuani celebra el gol que marca de penalti a Raúl Lizoain (izquierda) el 13 de enero de 2018, día del 6-0. marc martí

Fue una pesadilla, el Pearl Harbor de la UD Las Palmas. Sucedió el 13 de enero de 2018, pero con un tinte distinto al que tuvo lugar el 7 de diciembre de 1941. A diferencia de aquel ataque sorpresa de la Armada Imperial de Japón contra la base naval de Estados Unidos en el puerto hawaiano, la goleada más humillante recibida por la UD Las Palmas en los últimos tiempos no fue una sorpresa: el 6-0 que el equipo catalán endosó al cuadro amarillo, que acaba de depositar la confianza para lograr la salvación en su cuarto entrenador de la temporada, Paco Jémez, no fue sino la asimilación colectiva de que lograr la permanencia iba a ser una misión imposible.

Porque no fue el qué, sino el cómo. Un derrota más, al fin y al cabo, no era nada nuevo para la UD. Su última apuesta para el banquillo, que acababa de expulsar del equipo a su máximo goleador, el francés Loïc Rémy. empezaba su periplo con dos derrotas y ya pocos creían en el milagro, a pesar de que quedaba toda una vuelta para enmendar la delicada situación. Lo que más dolió y quedará para el recuerdo fue la imagen, la actitud de un conjunto sin alma y a la deriva. Cada gol del cuadro entonces dirigido por Pablo Machín era un pisotón cada vez más fuerte al escudo de Las Palmas.

Sólo queda un superviviente de aquella sepultura: Jonathan Viera, que hoy debuta con la UD por tercera vez. También Momo, aunque en su caso no estará sobre el césped, pues colgó las botas y ahora es ayudante de Pepe Mel. Al mago de La Feria tocará vengar la humillación que sufrieron todos los miembros de la expedición amarilla aquella mañana de enero.

Paco Jémez, que venía de perder en su estreno frente al Eibar, optó por hacer una revolución y le salió rematadamente mal. Cambió el dibujo y salió con tres centrales -David García, Gálvez y Ximo- y dos carrileros -Hernán Toledo y el propio Momo-. Además, modificó la portería para introducir a Raúl Lizoain. El resultado fue nefasto, a pesar de que al descanso el Girona sólo ganaba 1-0 y de penalti. En la segunda parte, la UD fue un coladero por el que los hombres de Machín transitaron como aviones, como los de la aviación japonesa.

Así, los goles cayeron uno detrás de otro hasta completar una paliza bochornosa. Jémez reconoció al final del partido que se había equivocado por haber cambiado el sistema, tan abierto y arriesgado, sin haberlo ensayado lo suficiente. Una semana después, Las Palmas ganó al Valencia, pero atrás había dejado una humillación que pasó a la historia: el Pearl Harbor de la UD.

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