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El reportaje / Problemas en la defensa

Mauricio falla a Mel

El técnico de Las Palmas da un toque de atención al uruguayo, en cuya continuidad insistió mucho en verano | El pobrísimo rendimiento del defensor, el detonante

Mauricio Lemos, central de la UD Las Palmas, en acción durante el choque contra el Almería en septiembre. JOSÉ CARLOS GUERRA

Si hubo un jugador por el que Pepe Mel hizo todo lo posible para que permaneciera en la plantilla, a base, sobre todo, de insistir públicamente en la necesidad de su permanencia por sus condiciones como futbolista, y también por la rentabilidad que podría reportar al club en el futuro en el caso de que pudiera explotarlas este curso, ese fue Mauricio Lemos. El técnico también desarrolló su labor de convencimiento a nivel interno, tanto con el central, que quería volver a marcharse, como con la entidad, cuya intención siempre fue la de quitárselo de encima. Logrado el objetivo, y tras la disputa de 14 jornadas, la conclusión es que el uruguayo no ha respondido.

La expuso el propio preparador amarillo después de la última actuación de Mauricio en La Romareda, donde contribuyó de manera decisiva al primer gol del Zaragoza con un fallo de bulto, y remató su horrible faena con una autoexpulsión -por doble amarilla, la segunda por un agarrón innecesario- cuando el partido estaba finiquitado. La semana anterior había cometido un penalti infantil ante el Fuenlabrada.

"He hablado con él muchas veces y sabe que hice todo lo posible por que se quedara. El club, llevado por mi insistencia, también. Él tiene que responder ante sí mismo y ante un entrenador que ha dado la cara por él. Un futbolista se examina cada siete días. Tiene que mejorar muchos aspectos que, de momento, no consigue superar. El entrenador está para que funcionen las cosas y, si no funcionan, hay que cambiarlas", advirtió Mel.

Fue la declaración de un entrenador decepcionado que espera la respuesta del charrúa cuanto antes. De los 14 partidos, Lemos se ha perdido cinco por dos lesiones musculares de las que el club no publicó ningún parte médico ni, por tanto, un tiempo estimado de recuperación. La primera fue en el penúltimo amistoso de pretemporada, en el Villamarín frente al Betis, lo que le privó de jugar los dos primeros encuentros; la segunda, tras el triunfo ante el Albacete, que le tuvo en el dique seco durante tres jornadas.

Confianza, lentitud y apatía

Su presencia tras la lesión de Mantovani, que junto a Aythami formaron la pareja de centrales con la que la UD ganó tres choques consecutivos -Ponferradina, Lugo y Deportivo- sin encajar un gol, ha coincidido con el bajón del equipo, que ha cosechado tres derrotas seguidas -Cádiz, Fuenla y Zaragoza- y ha recibido ocho tantos, aunque, más allá de los resultados negativos del equipo, el uruguayo se desempeñó con un exceso de confianza alarmante, una lentitud dolorosa y una apatía general evidente.

"Dejar a los futbolistas importantes que hay ahora mismo conmigo sería una manera de decir que también pensamos en lo deportivo. Está claro que hay una serie de jugadores que nos hacen mejores y seremos peores si no están. Mauricio tiene 23 años, una progresión increíble y si se queda con nosotros se va a revalorizar. Si está nos va a ayudar porque tiene salida de balón y puede jugar en varias posiciones", dijo a principios de agosto el entrenador, después de insistir en ponerle durante los partidos de preparación como medida de presión al club.

Sin embargo, el central no ha respondido a las expectativas que había depositado en él su valedor. Devaluado en el mercado por haber pasado casi un año y medio en blanco -sólo jugo 12 partidos con el Sassuolo, donde estuvo cedido-, Mauricio, que tiene contrato con la UD hasta 2021, se vio obligado a regresar, aunque su intención siempre fue la de irse. También la del club, que pretendía soltar un lastre económico demasiado grande en tiempos de ajuste salarial.

Rebaja salarial

Pero Las Palmas se encontró con un problema: ningún club estaba dispuesto a pagar al charrúa lo que cobraba -una de las fichas más altas junto a la de Rubén y Araujo-, menos todavía cuando su rendimiento había generado muchas dudas. Así que el jugador acabó por adaptarse a las condiciones de la UD de rebajarse el sueldo esta temporada para cumplir con el límite salarial impuesto por LaLiga y pasó a formar parte de la plantilla.

Al final, Mel obtuvo lo que quería; la entidad, como mal menor, logró cuadrar las cuentas y Mauricio llegó a decir que "necesitaba" volver a sentirse jugador tras su primera titularidad en Tenerife. Y reconoció: "La mayor parte de la culpa es mía, quizá es algo mental", al tiempo que aseguró que el curso y medio fuera le "ayudó a ser más profesional, a estar más metido en los entrenos" y a cuidarse más. Pero sigue sin ser el que esperaba Mel.

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