En casi un año como director deportivo de la UD Las Palmas, Rocco Maiorino dejó sobre todo dos operaciones que llevaron su sello: por un lado, el fichaje de Jean-Armel Drolé, uno de los tres que realizó el club el verano pasado -junto a Jonathan Viera y Juanjo Narváez-, y por otro, la participación decisiva en la venta de Pedri al FC Barcelona, absolutamente necesaria para el club pudiera cuadrar sus cuentas y cumplir con las reglas de LaLiga.
Este último fue, con toda seguridad, su trabajo más determinante para el club, al que llegó el 1 de abril del año pasado para situarse por encima de Toni Otero en el organigrama deportivo de la entidad. Su buena relación con Ramón Planes, una de las personas más importantes en la secretaría técnica del Barça, fue decisiva para que el club catalán pagara 6 millones de euros por el traspaso del jugador -más un sinfín de variables-.
La obtención de dinero a través de la venta del de Tegueste era tan necesaria que la UD trató de convencer primero al Real Betis y luego al Real Madrid, siempre con la intermediación de Pepe Mel, pero no fue hasta que Maiorino y Planes llegaron a un acuerdo que Pedri firmó -aunque se quedó como cedido-.
Antes, el italiano había traído a Drolé en el mercado estival procedente del Antalyaspor turco. Fue el primer fichaje de la UD, una cesión, pero resultó ser un fiasco porque el extremo se lesionó de gravedad en octubre. Una fractura de tibia y peroné le mantiene fuera desde entonces y la fecha de su regreso a los campos todavía es una incógnita.
Además, su buena relación con Markus Krösche, director deportivo del Leipzig, también fue clave para la venta de Josep Martínez al club alemán en enero por 2,1 kilos. Sin embargo, otras de sus propuestas, con la incorporación del delantero Alessandro Matri, fueron rechazadas.
