El 29 de febrero de 1964, Agustín Curbelo apenas había cumplido los 18 años cuando se enfundó un uniforme, una pajarita y unos zapatos y se plantó junto a compañeros como Pedro Jiménez Álamo, Francisco Santana, Paco Pérez Nieves, Mercedes Romano o Mary Martín, entre otros, a servir la primera cena del Restaurante La Rotonda, el primer establecimiento hostelero que junto a los apartamentos Los Caracoles abrió al público en la ciudad turística que el entonces conde de la Vega Grande de Guadalupe, Alejandro del Castillo y del Castillo, empezó a construir en San Agustín el 15 de octubre de 1962.