Tampoco el presidente Obama se libra de la ira de los indignados. Frente a su propia casa, la Casa Blanca, un millar de activistas gritan. Un manifestante lanza un bote de humo por encima de la verja. La consecuencia es inmediata. Cierran temporalmente la residencia oficial de los Obama. Hasta mandan un robot para revisar el artefacto lanzado al césped. Y agentes del servicio secreto dispersan la protesta sin detenidos. Pero la primera dama y el presidente de Estados Unidos no presencian la escena por una de las ventanas. Habían salido. Michelle cumplía 48 años y el matrimonio cenaba muy cerca de allí en un restaurante.