En España vamos a contrarreloj desde hace 72 años. Vivimos una hora por detrás de lo que realmente nos correspondería por el huso horario. Nos regimos por el de Berlín, cuando el que nos toca por situación geográfica es el de Londres. Pero la cuestión es si este cambio horario implicaría un cambio de costumbres. A diferencia del resto de europeos, comemos muy tarde, estamos muchas horas en el trabajo y no dormimos lo suficiente. La conclusión es que es muy difícil conciliar la vida laboral y familiar. Por eso a muchos les gustaría igualar nuestros horarios a los europeos, aunque hay quien le ve algún inconveniente. El tema de los horarios no es baladí y hay hasta una comisión en el Congreso que debate sobre el asunto.