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Los vecinos del Sahara Cuarenta años después de la marcha verde (I)

El Aaiún, quién te ha visto...

La ciudad del antiguo Sahara Occidental se moderniza de la mano de inmigrantes de otras regiones de Marruecos

El Aaiún se ha convertido en una ciudad que no deja de crecer, con una gran movimiento en sus calles y en sus comercios y con muchos jóvenes y niños en las plazas, como ocurría hace años en Canarias. Las cafeterías, el lugar donde se practica la contemplación y las charlas en torno a un café, son cada vez más elegantes y ya comienzan a aparecer las tiendas de moda al estilo de las multinacionales españolas.

El rey Mohamed VI estuvo en noviembre pasado, en el 40 aniversario de la Marcha Verde, para anunciar una inversión de más 7.000 millones de euros en las provincias del Sur, que comprende la región desde Guelmim -la conocida como puerta el Sahara- hasta Dajla, pasado por Tarfaya, El Aaiún, Smara y Bojador. El esfuerzo de modernización está dirigido a la industria, el sector agrícola, la pesca y la acuicultura, el turismo, la sanidad y las infraestructuras de carreteras y puertos, entre otros, con la creación de 120.000 empleos.

El atractivo de la ciudad de El Aaiún, que desde 2008 no tiene chabolas, reside en las subvenciones a ciertos productos básicos (harina, té y combustible), que cuestan casi la mitad que en otros lugares de Marruecos, y los funcionarios cobran pluses. Además, no hay casi impuestos de valor añadido a las sociedades, lo que anima que las empresas establezcan aquí su residencia.

Hay otro tipo de subvenciones directas, como ayudas de integración social a los que llegaron en los noventa, una cartilla con una cesta de productos básicos y los sueldos que reciben los retornados desde Tinduf. En resumen, Marruecos invierte en la región siete dírham por cada uno que obtiene como beneficio de la explotación de sus recursos naturales.

Desmotivación

Este sistema de subvenciones ha creado un importante grado de desmotivación de una parte de los saharauis que reciben sueldos sin trabajar y que rechazan tareas humildes que, en la época española, aceptaban encantados. Como decía un saharaui en tono jocoso en un impecable castellano: "Aquí todo el mundo quiere ser ministro".

Aunque el nivel de atención médica pública es superior a la media nacional, no hay asistencia sanitaria privada y la más próxima está en Agadir. La cobertura eléctrica también es superior en el Sahara al resto del país, y va camino de ser autosuficiente y de poder exportar con los proyectos de energía solar y eólica que se están desarrollando.

En diciembre pasado Mohamed VI inauguró la central solar Noor I, en la región de Ouarzazate, en el sudeste marroquí, la más grande del planeta. Está compuesta por un complejo entramado de 500 placas reflectantes, se extiende sobre más de 450 hectáreas y en 2020 alcanzará los 2.000 megavatios de producción. Por otra parte, el mayor parque eólico de África (300 negavatios) fue inaugurado a finales de 2014 en Tarfaya.

Cinco años después del estallido de las revueltas de la Primavera Árabe, el periódico The Independent hizo un análisis de los países árabes afectados en su editorial y concluyó que, paradójicamente, sólo un país parece tener un mejor destino: Marruecos. "Sólo en un discreto Marruecos, en el extremo occidental de la región, la paz y la democracia parecen que tienen una oportunidad'', afirma el diario británico.

El Rey de Marruecos quiere, según dijo en su discurso durante la visita a El Aaiún, la introducción de la regionalización avanzada, para que sea más transparente y justa, de acuerdo a los principios de igualdad y justicia social.

Tribalismo

El 4 de septiembre de 2015 se celebraron las primeras elecciones municipales y regionales en el Sahara Occidental, de acuerdo a la nueva constitución de 2011 que propugna la autonomía de las doce regiones de Marruecos. Este es el primer paso para la descentralización del país, especialmente en el Sahara, y para superar el tribalismo.

En una región aún muy tribalista como es el Sahara, las elecciones democráticas son como una terapia comunitaria para olvidar las diferencias de tribu. La tribu mayoritaria en el Frente Polisario es la Erguibat, de la que prestigiosa antropóloga italiana Sophie Caratine hizo su tesis doctoral en tiempos de la constitución del Frente Polisario en frontera norte de Mauritania con el Sahara.

Erguibat es en realidad una confederación que cubre una gran parte del Sahara, Mauritania, Marruecos, Argelia y el Sahel, y permite la entrada de nuevos miembros sin necesidad de parentesco. El Frente Polisario está controlado de forma férrea por esta cábila. En el otro lado, en El Aaiún, el reelegido alcalde, Hamdi Ould Errachid, es también erguibat, al igual que otros destacados miembros saharauis, como la familia Yumani.

La entrada de otra tribu numerosa en esta zona, los izargien, han logrado superar a los erguibat al formar, con otras cábilas, la Confederación Tekna, que representa a la mayoría de las tribus que vivían en torno a El Aaiún y más al norte.

Del territorio tekna, de la ciudad Guelmin, es Gah Badia, recepcionista de El Parador, que trabaja en el hotel desde 1990 y está encantado de haber tomado la decisión de trasladarse a El Aaiún a trabajar. Fátima Ouazoune, que lleva la limpieza del establecimiento, procede de Sidi Ifni y llegó a la ciudad cuando era una niña, en 1985, con la primera visita del rey Hassan II. Otros emigrantes, como Mohamed ould Momamed Diu, que vino de Mauritania, trabaja ahora como sastre, introduciendo el estilo mauritano en los trajes tradicionales del darrá.

La vida plácida en El Aaiún continua, con un nivel de seguridad similar al de Canarias, aunque nos podría distraer de esta idea ver a los miembros de ONU adscritos a la Minurso (Misión de las Naciones Unidas para el Referéndum del Sáhara Occidental) ocupando los principales hoteles de la ciudad, como turistas, o las manifestaciones esporádicas de jóvenes o algún colectivo reivindicativo.

El Sáhara Occidental, a pesar de estar próximo a una de las zonas más calientes de El Sahel, goza de una seguridad envidiable. Como decía un residente español, los muros es el mejor invento de Marruecos, porque es la mejor barrera de seguridad que tiene toda la región.

De hecho, los miembros del Polisario que se trasladan a Nuadibú ( Norte de Mauritania) en la época de mayor calor en Tinduf, se desplazan pegados al muro para evitar posibles asaltos. Porque la tradición del Sahara siempre ha estado vinculada al pillaje y algunas tribus se especializaron con éxito en esta actividad en los tiempos de las caravanas.

Los fines de semana las calles de El Aaiún reciben a un continuo flujo personas, la mayoría jóvenes, y las carreteras experimentan sus primeros atascos. Las plazas brillan con la presencia de tantos niños que supone una fuente de negocio quienes venden sopladeras y golosinas.

Los marroquíes que han llegado en los últimos años se han destacado por ser grandes emprendedores. Se atreven a comenzar con un pequeño capital en cualquier esquina de la ciudad. La oferta de los restaurantes ha aumentado y nadie puede negar que el nivel gastronómico se ha revalorizado gracias a la elaborada comida marroquí, frente a la espartana comida saharaui. Incluso ciertas carnicerías del centro permanecen abiertas hasta la noche, siguiendo el biorritmo trasnochador de la ciudad.

Los primitivos barrios que dejaron los españoles están ahora rodeados de nuevas urbanizaciones, algunas con lujosas residencias y otras que se extienden fuera de los límites de la ciudad, adentrándose en el desierto.

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