Juraíto. El otro día estaba yo sentada con mi madre en la terraza La Alemana y vi a unos señores sospechosos como registrando el parque. "Mamá, mira p'allá... Fuerte gente rara esa". "Es verdad, quería, son de p'afuera". Mi madre tiene un radar para los foráneos. Usted coge una Gala Drag, un concierto de Shakira, un partido UD-Barcelona... Es decir, un evento con un gentío que da miedo, y mi madre le localiza como un perro cazador dónde están los peninsulares y los extranjeros. Es un don que tiene ella. Bueno, pues eso, aquellos tres especímenes iban como gallinas sin nidar buscando algo, y como una es de natural curiosa, los seguí.

Puse la oreja, no por nada, no se vayan a creer que soy chismosa... Yo lo que hago son estudios antropológicos de mis semejantes. Modos de comportamiento humano, como una Darwin de La Isleta, pero del Homo Sapiens Sapiens, sin irme p'atrás, al Australopithecus. Como digo, ajusté la antena -escucho mejor por el oído derecho desde que me pasé una noche pegada a un bafle en el Kopa y se me quedó un pito que sólo se me pasa margullando en Las Canteras- y sentí que los homos sospechosus hablaban con acento gallego. Lo sé porque tuve un novio de Cambados que me hacía un pulpo a feira que se me saltaban las lágrimas.

El que parecía que mandaba se llevaba las manos a la cabeza. "¡Virgenciña!", clamaba. "¡Santiaguiño!", bramaba, en referencia al patrón. Señalaba al escenario y se revolvía cual nécora en agua hirviendo, y los otros dos le calmaban con ese cantar que tienen en el habla que se queda una anestesiadita perdida.

Cuando estaba a punto de desfacer el entuerto me sonó el móvil, que lo tengo con la música de entrada de Los Chancletas, y delaté mi posición, detrás de unos baños químicos preparados para el mogollón. Salí pitando, haciendo como que me llamaba mi madre. "Voooy, fuerte mujer esta afrentosa", disimulé como pude y corriendo como si no hubiera un mañana.

¿Saben esa sensación? Como un hormigueo que recorre la espalda. Llevaba yo una semana con el runrún. Soñé con unos percebes gigantes que cazaban murgueros en el parque y todo... Hasta que esta mañana se me atragantó un bizcocho de Moya cuando leí La Provincia, que siempre se compra en casa. Aaaaamigo, de aquellos homos estos lodos.