Los dos coros de la Universidad ofrecieron el lunes el concierto que es tradición de la ilustre casa. Unidos al final en tres villancicos universales, tímidamente participados por un público entusiasta, dieron acento realmente artístico a la muy comercializada música de Navidad. Fueron momentos emotivos, es cierto, pero culminaban un trabajo de alto nivel. Dirigidas por Stefano Degano, abrieron fuego las 27 voces juveniles de la Schola Cantorum con un repertorio espigado en el patrimonio popular de varios países y culturas, desde un himno de Haendel hasta los espirituales negros y una joya canaria como es el Canto de alcaraván de Lothar Siemens: siempre escrituras de polifonía culta, con exigente musicalidad y suave lirismo en intensidades dinámicas moderadas para obtener el mejor empaste de las voces y eludir riesgos innecesarios. Piezas estróficas o de estructura abierta, onomatopeyas que nunca faltan en estas armonizaciones y un oído fiable deleitaron a todos por la luminosidad y el frescor del sonido común.

A modo de interludio, la soprano Raquel Torres, voz muy blanca en formación, cantó páginas de Mozart y Sorozábal, y la también soprano Inma Sanjuán, cantante más hecha, otra de Haendel, acompañadas ambas por el pianista Iván Brito.

La Coral Polifónica de la Universidad tomó a continuación el testigo, reagru- pada en torno a Juan José Falcón Sanabria como homenaje a sus 75 años. Un cantor leyó las palabras con que el maestro quiso agradecer el retorno, glosando su signifi-cación cultural y los vínculos de una amistad profundamente troquelada en el amor a la Música. El Maestro, dicho sea con mayúscula porque lo es en toda la grandeza del concepto, revalidó admirable-mente su categoría señera, dando al programa calidad y altura infrecuentes. Su autoridad y saber comunican a los 28 coralistas la ambición de la excelencia. En la valentía y brillantez de la proyección vocal, el carácter de cada pieza, la energía rítmica, la sensibilidad de los reguladores, el perfil de los acentos y el equilibrio de las cuerdas vibra el secreto de la gran polifonía. De su propio catálogo volvió a sonar "El Mediodía" del Poema Coral del Atlántico, una creación que sigue tan vigente como en el estreno de hace cuarenta años. Estos camaradas de tantas fatigas y emociones, en conjunto y en los solos de la siempre magnífica soprano Maribel Cabrera, cantaron, quizás, mejor que nunca. Lo merecía su emblemático Maestro, auténtico orgullo de Canarias, y lo agradeció el público con las más cerradas ovaciones. El rector, José Regidor, subió al escenario para desear la felicidad de todos, intérpretes y oyentes. De eso iba precisamente el concierto...