De los inmortales personajes creados por el escritor Arthur Conan Doyle se ha servido José Luis Garci para escribir y filmar este Holmes & Watson: Madrid Days, donde el detective de Baker Street y su inseparable compañero se mueven por el revuelto Madrid de Pérez Galdós (más parecido a la Vetusta de Clarín, de lo rancio que resulta) tras las huellas de Jack el Destripador. De entrada, se puede decir que todas las versiones de Sherlock Holmes -las anteriores fueron dirigidas por Alfred L. Werker (1939), John Rawlins (1942), Roy William Neill (1944), Billy Wilder (1970) y Guy Ritchie (2009)- son mucho mejores en todo, absolutamente todo.

La película de Garci, aunque posee los ingredientes básicos para que funcione como es debido dentro del género, no consigue tal fin porque a duras penas logra despegar del lentísimo tempo al que está sometida la acción. Este clima dramático letárgico se va convirtiendo en soporífero con el abuso de la paciencia del espectador en la extensión innecesaria de las escenas, los diálogos acartonados, los personajes irrelevantes o unas actuaciones que no conmueven a nadie. Todo ello juega obviamente en su contra y dificulta el recorrido de la intriga, que viene a ser limitada, no vayan a pensar en profundos abismos.

Lo peor de Holmes & Watson: Madrid Days es su incongruencia, su sosería, su inagotable verborrea. Hay una sobredosis de postizos, de obviedades y de supuestos homenajes intelectuales: Conan Doyle, Pérez Galdós, Isaac Albéniz. Toda una bisutería de oropel que no sirve para que la película remonte el vuelo. El resultado no es sólo estrambótico y pretencioso, sino hasta un tanto cargante. Toda un ejemplo de la pobreza de ideas, la desorientación y la torpeza que afectan al grueso de la producción del cineasta madrileño. A Garci le sigue quedando el cine como asignatura pendiente para septiembre.