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Cine

De la Iglesia viste de Darth Vader a Raphael

El Festival de Cine de San Sebastián brilló menos que otros años. La mayor alegría fue la española 'Mi gran noche'

Mario Casas interpreta a una estrella de pop latino disfrazada de bombero en 'Mi gran noche'. LP / DLP

No ha sido el mejor año para el cine en los grandes festivales. Ni en Berlín ganó el Oso de Oro una película deslumbrante, pues el premio a Taxi Téhéran (Jafar Panahi) es claramente político, ni el premio al mejor director en Cannes, La asesina (Hou Hsiao Hsien), reúne méritos suficientes como para no justificar una huida despavorida de la sala a los veinte minutos de proyección. El filme Mountains May Depart, de Jia Zhang-ke, aquí premio del Público en la categoría de película europea, siendo lo mejor de todo lo visto durante el certamen, tampoco estaba al mismo nivel de anteriores propuestas del chino. Estos filmes fueron proyectados en la sección Perlas del 63 Festival Internacional de Cine de San Sebastián, que reúne a lo mejor de otros festivales.

Desde que conozco la cita donostiarra, hace siete ediciones, la Sección Oficial a concurso ha alternado algunas joyas con películas de escaso interés. Este año, ninguna ha deslumbrado, a mí solamente el filme de animación japonés El chico y la bestia (Mamoru Hosoda). La Concha de Oro para la islandesa Sparrows (Rúnar Rúnarsson), relato iniciático de adolescente en entorno hostil, cogió a la crítica con el paso cambiado. Lo mismo que el Premio Especial del Jurado para Evolution (Lucile Hadzihalilovic), primer filme canario en concursar en Sección Oficial de San Sebastián. Producido por Volcano Films, rodado en Lanzarote, también ganó la Mejor Fotografía. De lo visto, destaco 21 noches con Pattie (Jean-Marie y Arnaud Larrieu), que obtuvo el premio al Mejor Guión. Tras recibir con dureza la nueva propuesta de Alejandro Aménabar, Regresión, la crítica ha llamado la atención sobre otras dos propuestas con sello español, Truman, del siempre solvente Cesc Gay, historia sobre amigos que se enfrentan a la muerte que obtuvo el premio de interpretación ex aequo para Ricardo Darín y Javier Cámara, y La novia, de la novel Paula Ortiz, adaptación libre de Bodas de Sangre (Federico García Lorca), con Inma Cuesta de protagonista. El filme Nuestra hermana pequeña, del japonés Hirokazu Kore-eda, nombre fijo en el certamen, ganó el Premio del Público, un galardón muy competido en un festival que tiene en la audiencia a su mejor activo. Y es que la 'perla del Cantábrico', 180.000 habitantes, puede presumir de tener al mejor espectador de cine de España.

La gran alegría del festival llegó el domingo con el pase de Mi gran noche, la nueva película de Álex de la Iglesia. Ningún director español con el mérito del bilbaíno, que cada dos años acude puntual a la cita con público y crítica con películas de altas exigencias. Con Mi gran noche, el director de El día de la bestia (1995) y Los crímenes de Oxford trajo a San Sebastián a Raphael después de 40 años sin que el cantante jienense protagonizara una película. "Raphael es Darth Vader y el estudio de televisión la Estrella de la Muerte", dijo en la rueda de prensa posterior. Con Mi gran noche, Álex de la Iglesia vuelve a la comedia coral y, brillantemente, la sitúa íntegramente en un plató durante la grabación, en falso directo, de la Gala de Nochevieja de 2016. ¿Hay mejor espejo deformante de España que la televisión comercial española actual? ¿Y mejor lugar para explicar la caspa y esperpento nacionales que esos programas en los que músicos y público fingen el desbarro de una fiesta de Nochevieja? Como en otra películas, De la Iglesia manipula la realidad desde el exceso. Aquí rodeado de un elenco sobresaliente en el que destacan Mario Casas y Jaime Ordóñez. El primero, como cantante latino en traje de bombero al que una espabilada extrae el semen con una felación para vender el embarazo en programas de telebasura. El segundo, como el más desbocado admirador del cantante. El público (2.000 personas) rió el filme a mandíbula batiente.

Hitchcock y Truffaut

Si hubiera un director español que pudiera compararse con Alfred Hitchcock ese sería Álex de la Iglesia. Y del director inglés afincado en Hollywood la sección Perlas proyectó Hitchcock/Truffaut (Kent Jones). El documental, que había participado en Sección Oficial de Cannes, es un homenaje, 50 años después, al libro de conversaciones entre los directores François Truffaut y Alfred Hitchcock, que el francés propuso al inglés con el objetivo de demostrar "que usted es el mejor director de cine del mundo". Para Truffaut y sus colegas de la Nouvelle Vague (Nueva Ola) "Monsieur Hitchcock" era un director de cabecera. Mientras, en Estados Unidos, el director era poco más que una frase publicitaria ("el mago del suspense"). Fue el libro de Truffaut, de 1967 y titulado en España "El cine según Hitchcock" el que lo hizo Dios. Según asegura Scorsese, la publicación "cambió por completo la importancia de la figura del director en el cine norteamericano", hasta entonces fuertemente subordinado a los productores. El documental de Jones se apoya en testimonios de otros directores como Peter Bogdanovich, Arnaud Desplechin, David Fincher, Richard Linklater, Wes Anderson, James Gray, Olivier Assayas, Kiyoshi Kurosawa y Paul Schrader.

La sección Horizontes Latinos, destinada al cine latinoamericano, arrancó de forma brillante con El club, la nueva película del chileno Pablo Larraín, uno de los principales directores del nuevo cine latinoamericano (Tony Manero, No). El filme ya había obtenido en Berlín el Gran Premio del Jurado. El nuevo filme de Larraín localiza su historia en La Boca, localidad costera con una casa de acogida para curas con un delitos graves en su currículo vital, pedofilia, desaparecidos, robo de niños, maltrato infantil... Un hecho trágico inesperado hace que un joven sacerdote llegue al lugar con la intención de cerrarla. El filme tiene ratos de comedia negra, aunque lo que cuenta es tan terrible que congela la sonrisa. El espectador ríe, se compadece y se indigna. Al final de la proyección, Larraín explicó que "lamentablemente, para la Iglesia católica, el cine de curas que hoy se filma es casi siempre cine de género policíaco y su miedo principal, en vez de el infierno, es la prensa".

Frigidez y necrofilia

Entre las películas vistas en Sección Oficial destacó 21 noches con Pattie, una originalísima historia situada en el Pirineo francés que cuenta la historia de Carolina, una mujer de 40 años que debe enterrar a su madre. La cosa se agrava cuando desaparece el cadáver de la vieja. Los directores Jean-Marie y Arnaud Larrieu, que hace dos años presentaron aquí la estupenda El amor es un crimen perfecto (2013) construyen una historia donde la frigidez, la necrofilia y la ninfomanía se dan la mano, con ecos del gran Jacques Tati y guiños al proceso independentista catalán. Los pormenorizados relatos de los encuentros sexuales de Pattie (Karin Viard) son para la historia del cine.

Brillante también fue la primera película de animación en concursar en Sección Oficial en la historia del certamen. El chico y la bestia, un cruce de historias entre Kyuta, un niño solitario que vive en Tokio, y Kumatetsu, una bestia sobrenatural aislado en un mundo imaginario, crece en la segunda mitad hasta convertirse en un prodigio visual y narrativo con alusión a Moby Dick. Fue estrenada en Japón en julio pasado con gran rendimiento de taquilla, 42 millones de dólares en mes y medio.

Decepcionó, sin embargo, la nueva propuesta de Agustí Villaronga, El rey de la Habana, filme ambicioso y duro que adolece de la falta de cercanía fotográfica que pide una historia durísima como esta, ambientada en la Cuba de 1997. También en Sección Oficial Sunset Song, la nueva película de Terence Davis, es un filme intenso, delicado y solemne, sobre una joven en la Escocia rural a principios del siglo XX. Basado en una novela largamente ansiada por el director, cuenta una historia de época de amor, cambio y superación en tiempos adversos (la Primera Guerra Mundial). Finalmente, la sección Zabaltegui proyectó Isla Bonita, lo nuevo de Fernando Colomo. Rodada íntegramente en Menorca, es un filme amable, de digestión suave, interpretado por noveles y aficionados, Naturalista, con aroma a Eric Rohmer y Woody Allen, deja con ganas de más Fernando Colomo con propuestas de más presupuesto.

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