La Provincia - Diario de Las Palmas

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Cine Ibértigo 2017

Retratos otoñales

Hay películas que nacen, desde el momento en que son concebidas, con la capacidad innata de seducir, de conquistar la voluntad del espectador y de convencerle de que en el séptimo arte aún existen otros muchos horizontes visuales que explorar, otras miradas que mostrar y otros paradigmas estéticos y conceptuales por descubrir.

Por desgracia, estas solo constituyen la excepción a la centenaria regla que fija el eje de su filosofía en las cifras que arrojan las productoras en las cuentas anuales de resultados, pero, pese a todo, el cine independiente sigue respirando a pleno pulmón muy lejos de Hollywood, pidiendo paso a una nueva hornada de cineastas que, pese a sus penurias seculares, siguen perseverando en su firme voluntad de surcar otras aguas que le sigan proporcionando la necesaria libertad para afrontar con verdadera eficacia sus continuos retos, tanto en el ámbito estrictamente artístico como en el social y el político. Pues bien, a lo largo de estos días hemos asistido en la Casa de Colón a diversas proyecciones que no han hecho más que confirmar la excelente salud intelectual de la que disfruta en la actualidad el cine iberoamericano independiente entre los grandes festivales europeos de referencia, ofreciendo lecciones apasionantes sobre modernidad, imaginación y sentido del riesgo ante un contexto industrial particularmente hostil con las innovaciones y de cuyos grilletes resulta muy difícil librarse.

Títulos como Nina y Laura, Santa Teresa y otras historias, Arábia, Rosa Chumbe o Santa y Andrés demuestran que sigue hirviendo la fiebre creativa en países cuyo escaso recorrido histórico en el ámbito cinematográfico no parece ser un obstáculo para la implementación de estilos visuales y narrativos de una contemporaneidad y una fuerza irrefutables.

Hoy, tras cinco jornadas de proyecciones ininterrumpidas en las que se han vuelto a constatar ciertas constantes poéticas y visuales en el cine de las últimas generaciones de directores, le llega el turno a Jericó, el infinito vuelo de los días (2016), un documental colombiano, dirigido por Catalina Mesa, cuyas únicas protagonistas son nueve venerables ancianas, vecinas del pequeño pueblo sureño de Jericó en Colombia, que desnudan sus vidas ante las cámaras en un emotivo ejercicio de catarsis colectiva, potenciado constantemente por el admirable temple dramático que exhibe cada una de estas actrices potenciales durante sus íntimas y emotivas confesiones acerca de su desgarradora peripecia vital. La película, algunas de cuyas más notables virtudes tienen su origen en el perfecto equilibrio con el que se desenvuelven en la pantalla las interpelaciones hacia el amargo pasado de sus protagonistas y los incisivos interrogatorios de la entrevistadora, constituye pues un testimonio de primera magnitud acerca de la realidad social y política de un país que ha dejado mucha sangre, lágrimas y dolor en el camino, pero que personajes como Chila, Luz, Celina, Fabiola, Licina, Ana Luisa, Elvira, Manuela y Laura, hermanas, madres, tías o abuelas de jóvenes guerrilleros muertos en combate contra el Ejército colombiano, y con unas enormes ganas, pese a todo, de vivir, nos invitan a descubrir a través de sus emotivas manifestaciones, rodeadas de recuerdos, buenos y menos buenos, las ansias de paz de una sociedad particularmente castigada por la historia.

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